Ciudades Fantasma

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Los soldados festejaban la victoria con bebidas y carne, pero nosotros tres no éramos capaces de relajarnos. Sentíamos que algo estaba mal.

Cte. Graeme: "¡Todo el mundo, atención!"

Los soldados guardaron silencio, deteniendo su festejo, y voltearon a ver al comandante, incluidos nosotros tres.

Cte. Graeme: "No celebremos aún, este grupo no era nada a comparación del asalto de anoche. Continuaremos el  avance en grupos. Nos dividiremos para cubrir más terreno"

Dicho eso, todos se levantaron y se reagruparon en sus respectivos grupos. Graeme dividió a todos los soldados en cuatros grupos, siendo el quien comandaría al grupo A, mientras Eden, Marian y yo lideraríamos los otros tres. Graeme se llevó a toda la caballería y un puñado de arqueros y ballestas, nosotros nos repartimos equitativamente al resto (Espadas, lanzas, arcos, escudos, magos y catapultas), teniendo una catapulta cada uno, lo cual nos hacía lentos.

Graeme partió primero, luego nosotros tres. Mi destino era Trineo, el pueblo al noreste el cual quedó abandonado.

Mi ejército y yo caminamos hasta el pueblo atravesando el basto campo, y si no estaba equivocado serían dos horas de viaje con la catapulta. Ordene a un grupo de 6 soldados que apresuraran el paso hasta el pueblo y lo inspeccionaran. Si había problemas o algún peligro que no pudieran superar, volverían con el grupo y notificarían para preparar un ataque, en caso contrario se quedarían a montar el campamento.

Con las instrucciones dadas, los seis soldados partieron velozmente hacia Trineo, esperando que no exista un peligro mayor. Los demás continuamos con la marcha por un tiempo, y pasadas una horas los soldados no regresaron. Era posible que todo estuviera en orden.

Ya podíamos ver el pueblo desde nuestra posición, así que ordene a algunos soldados que ayudarán con la catapulta. Yo me les uni, y de esta forma llegamos más rápido al pueblo. Los seis soldados nos esperaron y montaron una pequeña fogata en el mercado abandonado del pueblo.

El sol comenzaba a ocultarse, cambiando el color del cielo de un azul claro a un hermoso anaranjado. Los soldados prepararon más fogatas y buscaron cómoda y cobijo dentro de las casas.
Organice seis patrullas de cuatros hombres cada una para explorar el pueblo a profundidad, y yo me uní a una de las seis patrullas. Pasamos por la parte sur del pueblo, muy cerca de los cultivos de trigo, y no había nada que llamara mi atención. Luego nos dirigimos a la taberna, en la cual muchos soldados estaban buscando cerveza y carne, y tampoco había gente, ni siquiera en la posada de alado. Nos movimos a la iglesia del pueblo, y al momento de entrar lo primero que ví fue un libro tirado a mitad del camino. Era la primer cosa fuera de lugar que había visto. Lo recogí y ví que era un libro de herbolaria medicinal, nada fuera de lugar. Entramos más profundo hasta las recamaras de las monjas y todas las puertas estaba cerrada, todas menos una. Me acerque a esta y al inspeccionarla note que el seguro estaba roto, y habían señales de que fue golpeada fuertemente. Pedí la antorcha y entre al cuarto, solo para ver qué estaba más o menos ordenado. Habían algunas cosas en el suelo, y la cobija de la cama estaba jalada de un lado.

Soldado: "¡Señor! ¡Señor!"

Yo: "¿Qué sucede?"

Soldado: "Tiene que ver esto"

Ella se fue corriendo y todos nosotros la seguimos. Salimos de la iglesia y llegamos hasta el edificio perteneciente al gremio de aventureros. Varios soldados ya estaban ahí, y por su expresión estaba esperando lo peor. Entre, y con la poca luz que me daba la antorcha veía que el lugar estaba desordenado, con signos de que hubo una pelea.

Yo: "¡Enciendan los candelabros!"

Unos soldados respondieron y de inmediato se dirigieron a las escaleras para prenderlos.

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⏰ Última actualización: Jul 14 ⏰

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