Te quiero, Iceman.

45-Un antes y un despues.

Era un paraíso, o eso pensó Mika. La cara despejada del cielo era de un azul pálido sin mácula, como los ojos de Kimi, a esas horas aun el sol no había dado las primeras pinceladas doradas perceptibles en el lienzo de aquel nuevo día ... Los pájaros cantaban por aquí y por allá, moviéndose entre los árboles que se estremecían por el recién despierto viento helado de la mañana.

Un día incoherentemente precioso, que nada reflejaba lo que ella sentía en su interior o en el dolor latente en sus ojos y frente.

Luego de comer la cena a deshoras en el yate, habían dormido un poco en el mismo sofá hasta horas más decentes, lo que no eran decente eran las fachas que ambos tenían cuando tocaron tierra firme.

Kimi había sido precavido, recorriendo el camino detrás de ella y tenía todas sus pertenencias, su bolso, su braga, su collar, sus zapatos e incluso había puesto su vestido sobre una mesa esperando que el viento lo sacará aunque no había sido de mucha ayuda. Tenían toda la pinta de haber tenido una noche más que interesante, se preguntó que había pensado el capitán al verlos subir pulcramente vestidos de gala y bajar como una pareja excéntrica mostrando piel de más. Kimi era quien se mantenía más presentable aunque arrugado, aún conservaba los pantalones, zapatos y saco, pero sin corbata ni camisa. Ella por otro lado, vestía la camisa de él y el largo abrigo que la cubría del cuello hasta los tobillos, prendas que le quedaban bastante grandes hacían un conjunto algo descarado con sus tacones y cabello medianamente domado, ambos tenían la cara limpia y los dientes también si es que en lago ayudaba, así habían bajado del yate.

Se quedaron parados junto a la orilla por un momento.

- mi reino por un cigarro- murmuro ella al cielo haciendo una cita modificada de la frase original, con el aire fresco de la mañana sonrojándole la cara. Entorno los ojos al darse cuenta de que el martilleo de su cabeza iba incrementando.

Kimi se giró y la miró.

- tu reino vale más bien poco

- si, y la Inglaterra de Ricardo un caballo- comentó ella, él levantó una ceja. Ella pensado que él no entendía la referencia sonrió.

-En tu caso, no hace falta empeñar el reino- comentó él- puedo comprarte un cigarro - continuó. Luego levantó una ceja inteligente y añadió-además creo que en las circunstancias de Ricardo era más que comprensible.

Complacida, ella sonrió

- ¿Así que estás dispuesto a salvar mi reino? - pregunto

-Mujer, yo mismo le pondría todos los clavos a la herradura de tu caballo antes de la batalla. Espera aquí- argumento él metiéndose la mano en el bolsillo y comenzando a andar dejándola ahí parada. Ella sonrió extrañada y lo esperó, no tardó mucho y cuando volvió tenía en la mano una cajetilla de cigarros y un encendedor de plástico rosa fluorescente.

Excéntrico como se veía, despeinado, abrió la cajetilla, saco un cigarro, se lo puso en los labios y lo encendió, con el índice y el pulgar se lo retiró de la boca y se lo puso a ella en la boca para acto seguido encender otro para él, que le hacía falta también.

A través del humo ligero que se difuminaba frente al rostro de él, Mika pensó distraída que solo había dos alternativas posibles, o el cielo se reflejaba en sus ojos o sus ojos en el cielo. Parpadeó mirando fijamente su rostro completo antes de tomar una calada del mentolado cigarro de hoja de tabaco turca y retuvo el humo un momento antes de soltarlo lentamente, viendo como Kimi hacía algo similar.

- ¿Crees que nos multarán? - preguntó ella de pronto.

- creo que no- respondió él luego de tomar otra calada profunda y hacerse de hombros con indiferencia. Miro a los lados buscando policías o cámaras- pero sienta bien fumar aquí- señaló el agua oscura y el panorama de la ciudad que despertaba- si nos multan, pagaremos lo que se merece- dijo el dispuesto a pagar el precio.