Capítulo 4

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Me despierto en una camilla.

Otra vez.

Es de día, miro el reloj las 9:00 a.m, wow.. dormí bastante. Igual lo necesitaba, me duelen las costillas aún, pero el dolor es más soportable. Huelo disimuladamente mi ropa.. debería darme una ducha.

Veo una puerta, supongo que es el baño. Salgo de la camilla y me dirijo hacia allí, abro y efectivamente es un baño, con una ducha. No tardo en desvestirme y ponerme bajo el agua. Es hermoso, la sensación de alivio que da esto es magnífico. Una vez que termino me visto con la misma ropa interior que tenía y encima la misma bata de hospital horrible.

Cuando salgo me los encuentro a los tres. Tyler está acostado en la camilla, lo que me saca una sonrisa que intento ocultar. Reesler está apoyado contra la pared al lado de la puerta con una pierna flexionada y Mike está sentado en la silla que está junto a la ventana, al otro extremo de la puerta. Ellos me observan y eso hace que me ponga un poco incómoda, la bata deja ver bastante mis piernas, brazos y cuello. Me remuevo nerviosa.

—¡Hey! ¿No me pueden dar algo de ropa? —pongo mi mejor sonrisa como si no pasara nada. Como si mi corazón no estuviera latiendo velozmente.

—Tráele un uniforme, Cooper —ordena Mike.

—¿Por qué yo? —protesta.

Poskler sonríe —Porque estás más cerca de la puerta —inventa.

El castaño para nada contento se va, espera dijo.. ¿Uniforme?

—Te voy a revisar Kenya, vete Tyler —el mencionada se levanta y hace el amague de caminar hacia la puerta.

—Eeeh.. espera, ¿no sería mejor cuando esté vestida? —formulo rápido la pregunta y ellos se miran entre sí.

—No, mejor ahora. Vete Tyler.

—No tardará mucho, tranquila, mientras voy a buscar café, ya vuelvo —se fue y los nervios aumentan. Hay.. ciertas cosas que me pasaron por involucrarme con gente equivocada, por revelar mi don a gente equivocada y no quiero que ellos sepan de esas cosas. Principalmente porque algunas quedaron grabadas en mi piel.

—Siéntate en la camilla, por favor —se pone unos guantes y prepara un analgésico en crema. Pero yo no me muevo, lo que hace que me mire fijamente.

Si hay algo que en este lugar aprendí es que rápidamente te sacan la ficha, es decir.. se dan cuenta enseguida cuando algo no va bien, cuando ocultas algo y por la mirada que me da el peliblanco sé que sabe que hay algo raro. Para evitar más sospechas decido hacer caso y sentarme en la camilla. Al hacerlo la bata sube un poco más, dejando ver bastante bien mis piernas y algo de los muslos. Él se acerca.

—Bien —se pone muy cerca de mí. Además, se inclina un poco, haciendo que su respiración golpee mi frente y despeine mis cabellos —Voy a levantar la bata, necesito inspeccionar la herida, te voy a poner la crema, vas a esperar a que se absorba y te pondré una venda al rededor de la cintura, para que las costillas estén contenidas, ¿de acuerdo? —asiento simplemente, no me gusta mucho la cercanía con los demás, me exaspera. Empieza a levantar la prenda que me cubre y solo pido que no observe mi espalda.

Cierro los ojos cuando siento los suyos en mi rostro.

—¿Cómo se ve? —pregunto sin querer saber en realidad, solo quiero sacar conversación porque se siente un poco tenso todo.

—Deberías observarlo tu misma.

Abro los ojos y bajo la vista.

—Se ve horrible. Pero ni tan mal —me encojo de hombros.

Yo soy la claveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora