Capítulo 18

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El silencio me pone nerviosa. Estar junto a él solos me intimida. Vamos en tres autos distintos, uno por pareja. Fuimos a los últimos en nombrar por lo que ni elegimos la camioneta, solo seguimos los pasos de los otros y vimos que faltaban dos camionetas.

—¿A dónde nos envían? —pregunto siendo consciente de que nos escuchan no solo nuestros compañeros, sino que también todo un equipo en la central.

—A hablar con unas conexiones alemanas —su voz ronca y dura contesta después de unos segundos.

—¿Hablar?

Mi ironía es notable.

—Le hemos estado pasando información desde que llegamos a Jacob. Este hombre nos informaba de lo que ocurría en Alemania cada vez que volvía, pero desde hace un tiempo se borró, sigue en el país. Creemos que puede ser una amenaza.

—¿Por qué de dos en dos?

—¿Te preocupa que estemos solos?

—Contéstame.

—Tenemos que ser disimulados K. Pertenece a la mafia y tiene alto entrenamiento.

—¿Cuál es el plan?

—¿Escuchaste algo de lo que dijo Jacob?

—Lo quiero escuchar de ti.

Frena en el semáforo y me da una de sus miradas que me pone la piel de gallina. Sus ojos azules me alteran. Mis latidos aceleran y quiero salir corriendo. Necesito estar lejos.

—Sé lo que quieres oír en realidad y puedes estar tranquila al respecto.

Odio que me lea tan fácil porque yo ya no me siento capaz de averiguar con un vistazo qué piensa o siente.

Quería saber su verdadero plan. Siempre tienen uno tras lo que debería ser, el real. Y siempre implica obtener las cosas a cualquier costo. Asesinatos, torturas y demás. Jake no debería permitirlo, pero no tiene idea de lo que es verlos hacer daño. Te corrompen. Se meten en tu mente y después de verlos ser ellos es imposible volver a la normalidad.

El vehículo sigue cuando el color verde predomina en el negro del semáforo.

—¿Y por qué tengo que ir yo?

—¿Cómo?

—Si es un asunto de Alemania ni yo ni los chicos tenemos que ver nada ahí.

—Jake así lo quiere —responda Elska por el intercomunicador enojándome más.

—No me importa lo que quiera. No voy a poner otro blanco en mi espalda. Así como tampoco quiero que los agentes se vean involucrados por algo de su familia.

—Keny... —apoya una mano en mi muslo.

Me tenso sin poder controlarlo.

—Saca tu mano de ahí, ahora, Karsten —exijo con los dientes presionados.

Él tras un suspiro lo hace.

—Te escucho Butney.

—Me alegra que lo hagas Schultz.

Se escucha un golpe sobre una mesa, creo, ya que se oye como algunas cosas rebotan. Karsten me mira de soslayo y yo solo me encojo de hombros restándole importancia.

—Sí está relacionado, Kenya, y ya eres un blanco, pero ésta es una conversación para tener en persona. Guarden silencio, concéntrense y no caigan en sus provocaciones.

—¿Qué? —susurro ante lo último que dijo con dudas.

Nadie rompe el silencio en el último transcurso del viaje. Estamos en un gran mercado cerca de unos edificios. Según veo en la información que nos dan vía móvil antes de irnos a cada misión, el sujeto vive en un departamento de esos edificios. El nombre y el rostro se me hacen familiares, pero no soy capaz de recordarlo. Como sea, los autos se estacionan en distintos puntos para tener más perspectiva. No los veo al bajar, pero sé que están aquí y eso me tranquiliza.

Yo soy la claveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora