Capítulo 12

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Me miran sin poder creer lo que les muestro. Sonrío orgullosa del poder que tenemos con esto. Poskler alza una ceja blanca y ríe.

—¿Es para nosotros? —toca Tyler con delicadeza cada anillo.

Encojo los hombros algo avergonzada ante sus miradas.

—¿Y qué quieres que hagamos con esto? —dice Reesler con el ceño fruncido y hombros cuadrados. Disconforme visiblemente.

Me pincha el globo. Esa sonrisa que tenía se borra al escuchar su tono y ver su expresión.

 Suspiro.

Cierro de sopetón el maletín. Apenas el ojiverdes logra sacar los dedos.

—Nada. ¿Quién los nombró? —sentencio a la defensiva.

Relaja la expresión.

—Creo que no quiso que sonara de esa manera —apoya una mano en el hombro del castaño. La misma mano que estuve a punto de dañar.

—Da igual. No se los tuve que haber mostrado —bajo de la mesada y voy a la otra habitación para esconderlo en su lugar. Obviamente no lo entenderían. No saben lo que esto significa para mí. Lo que podría descubrir y hacer.

Estoy arrodillada a un lado de la cama así que aprovecho para apoyar la cabeza sobre el colchón y extender las piernas. No escucho pasos pero si siento como la cama se hunde. Espero unos segundos.

—No digas nada Vander.

—¿Cómo sabías que era yo?

—No lo sabía pero tenías un 50% de posibilidades de que fueras tú.

—¿Y el otro 50%? —muevo la cabeza para verlo. —Mike, claro —concluye con obviedad.

Reímos pero sigo con un sabor amargo.

—Todo lo que digo parece molestarle, Ty. A veces creo que está todo bien pero después dudo de lo que hago a su alrededor cuando tiene gestos similares a los de hoy —sueno molesta pero en realidad estoy dolida.

Un día me abraza, apoya, consuela y sonríe pero al rato está con un humor de perros y parece querer asesinarme. ¿Qué carajos le pasa? 

—Cooper es siempre serio y malhumorado en realidad. Está haciendo un esfuerzo por ti.

Me doy la vuelta para quedar de frente.

—¿Qué?

—Quiere llevarse bien contigo pero está acostumbrado a relacionarse de otra manera. Más tosco, seco y frío. No es que tenga algo en tu contra -explica tranquilo.

¿Lo exageré? Nunca me ha importado cómo le cae lo que digo a los demás. Tampoco me ha preocupado tener la aprobación de alguien, ¿cómo si hace mucho soy sola yo?

—¿Reaccioné mal? —pregunto más para mí que para él.

—No. Solo... creo que estás acostumbrada a tener que defenderte.

Mantenemos la mirada por un par de segundos hasta que la aparto. Suena hasta cierta medida triste. ¿Solo me queda eso? ¿Estar preparada para contestar o contrariar lo que sea que me digan?

—Muévete.

—¿Qué?

—Que te hagas a un lado —digo antes de lanzarme a su costado.

Aplasto un poco su brazo lo que lo hace soltar un grito agudo. Río suavemente. Dos pares de zapatos se escuchan correr por mi departamento lo que nos hace incorporarnos justo cuando entran.

—¿Qué pasó? —preguntamos los cuatro al unísono.

—A ustedes qué les pasó que gritaron —nos dice Reesler.

Yo soy la claveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora