Capítulo 11

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—¿Podemos vernos? —es lo primero que digo.

—¿Cómo conseguiste mi número?

—Tú sabes cómo.

—¿Dónde? —emite tras un suspiro.

—En el puente Ristgurh, en una hora —espero a que diga algo más, pero cuelga sin despedirse.

Era hora que ya hiciera esto y me viene de diez que hace días no veo a los agentes. Les dieron un par de días de descanso por lo que si ellos no están yo no voy. Bueno, no es que me necesiten tampoco.

Sinceramente, los extraño. Al sarcasmo de Mike, al antipático de Cooper y a las bromas de Ty.

Aunque no me quedé sin hacer nada.

Aproveché para comprar un celular por línea. Lo configuré y aunque no soy muy fan de ellos y prefiero un computador, el teléfono es más práctico para llevar.

Necesito tecnología nueva y por eso hice esa llamada.

Salgo del edificio y voy caminando tranquila hasta el punto de encuentro. Ella puede ser muchas cosas, pero deshonesta y traidora jamás. Por eso confío hoy. Además de que lo que voy a obtener no será gratis. Todo tiene un costo y estoy dispuesta a pagar este. Aunque ahora esté de parte de una agencia del gobierno no implica que deje de hacer mis actividades ilícitas para ganarme la vida y tener un sueldo. Siempre y cuando nadie muera o sea un trabajador honesto.

La espero apoyada en la baranda del puente. El lugar es transitado, lo escogí de esa manera. Si algo no me gusta de primeras me puedo ir con facilidad.

—Pensé que tú serías la primera en morir —escucho que dicen detrás de mí.

Volteo con un amago de sonrisa. Lo pienso y sí, tuve que ser la primera. Después de todo soy la única que no es una figura pública como ella o reconocido en alguna empresa como Daniel. Soy nadie. Lewis no tuvo que ser el primero.

La mujer de mucho estilo lleva un gran saco negro que la cubre toda con unos pantalones de vestir y tacones altos. Su cabello rubio se ondea junto al viento y los lentes le cubren medio rostro dejando a la vista su boca con labial rojo mate.

—Las vueltas que da la vida, ¿no? —observo disimuladamente a las demás personas del lugar, intentando encontrar a su respaldo.

—¿Vamos? —dice justo cuando encuentro a los guardaespaldas a unos metros de nuestra ubicación.

—Vamos.

Caminamos en silencio hasta llegar a su vehículo. Es fácil su método de compra y venta, subimos y mientras charlamos el conductor avanza siguiendo otro auto, cuando todo está concordado, si es que lo está, me bajo del vehículo y ellos siguen. Si algo sale mal, me matan.

—No fuiste muy específica con lo que querías así que traje un poco de cada —muestra dos maletines llenos de sus artefactos.

Me asombro enseguida, admiro mucho el trabajo que lleva detrás suyo por más que algunas piezas sean diminutas. Tienen tanta tecnología en ellas que es imposible de no apreciar. Vuelvo a la realidad.

—Por más que veo que tienes nuevos elementos, me llevo lo de siempre -no me extiendo mucho e intento ser precisa. No tenemos la mejor relación entre nosotras por lo que quiero irme lo más pronto posible.

—Bien. —suelta sin más.

Cierra un maletín completo y lo extiende.

¿Qué?

Levanto las manos como reflejo.

—Eso es más de lo que puedo...

—Sé en lo que estás —interrumpe tosca —. Estás de parte del gobierno tratando de encontrar al líder. —pienso que está enojada y me altero observando al tipo que conduce mirándome por el retrovisor —. Y no seré un impedimento si mí trabajo te ayuda.

Yo soy la claveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora