Capítulo 13

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Flexiono un poco más las piernas y afirmo el agarre con las manos. Aguanto la respiración y disparo.

La bala da no muy lejos de la zona del pecho.

Saco el cargador para contar las balas y vuelvo a apuntar.

Dos en la cabeza.

Una en el pecho.

Otra en el brazo.

O eso me parece desde esta lejanía.

—Estás mejorando —dice tras sacarme los cascos para que lo pueda escuchar.

—Aún no es preciso.

—Pero pronto lo será. Avanzas rápido Kenya —trata de alentarme.

—Gracias Ty —le doy un apretón en la mano.

Si quiero tener una amistad con ellos tengo que preocuparme sinceramente por lo que les pasa. Y aunque estoy nerviosa por cómo tocar el tema sé que todos necesitamos hablar de lo que nos sucede en algún momento. Hay que concientizar la necesidad de expresar nuestros sentimientos, emociones y pensamientos. 

Toca un botón para traer la lámina y observar mejor los agujeros.

—Hey.. —intento llamar su atención.

—¿Mhm? —hace el sonido pero no me mira.

—¿Cómo estás? —apenas termino de preguntar levanta la cabeza con rapidez, lo sorprendí. Me saco los lentes de protección y los dejo en una mesita junto a los cascos —. Me refiero respecto a Jacob.

Rápidamente me chista revisando las demás personas que están practicando pero con la protección que tienen de seguro no escuchan nada. También lo pensé.

—Vamos, ya terminamos aquí —me toma de la mano y me saca de allí.

Vamos por distintos pasillos y pisos hasta salir de la agencia. Caminamos uno al lado del otro hasta esa cafetería donde estuvimos a los días de conocernos.

Estudio el lugar. Siempre lo hago.

Seis mesas ocupadas. Un señor solo. Una pareja joven. Una madre con dos niños. Dos chicas. Una familia de cuatro. Y un grupo de amigos. Dos meseros; un hombre grande y el mismo muchacho que nos atendió la última vez.

Nos sentamos juntos a la ventana pero no decimos nada. Aún.

Viene el muchacho toma nuestro pedido y se va. Sin aguantar mucho tiempo en silencio decido no presionarlo pero ampliar el tema.

—Jake era muy receptivo —sonrío jugando con una servilleta —. Podías hablarle durante horas y a él no le molestaba. Es más, te animaba a hablar, a expresarte y dar detalles. Se cruzaba de brazos y se apoyaba contra cualquier lugar y te miraba fijo, prestando atención —miré sus ojos para ver si le recorría la misma emoción que me recorre a mí al recordarlo —. Y cuando terminabas se quedaba unos segundos en silencio, analizando todo porque previamente no quería interrumpirte. Guardaba la información y después te preguntaba sus dudas y lo hacía con tanto respeto, con.. tanto cariño y dedicación. Y jamás te decía qué hacer. Te daba su punto de vista y te decía cómo actuaría si él estaba en esa situación, te planteaba otros escenarios y reflexionaba el porqué de esa situación —lentamente sus ojos se llenan de una capa acuosa. Y los míos también.

Hace mucho no me permitía recordar esto. Me obligué a dejar a un lado todo lo que me podía poner débil de alguna manera.

Me recompongo para cuando el mesero trae nuestros pedidos, ya lo veía venir por lo que me preparé pero Ty mira hacia la calle esquivando cualquier mirada curiosa.

Yo soy la claveDonde viven las historias. Descúbrelo ahora