Día 26 - Perfume

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Era clase de pociones y a Tom comenzaba a dolerle la cabeza. No era que el humo de los calderos lo molestara, o que el olor de la poción fuera malo. En realidad, era uno de los mejores perfumes que pudiera existir, y, no por primera vez durante la clase, se preguntó qué poción les había asignado Slughorn.

El profesor sólo apareció las instrucciones en el pizarrón y les dijo que tenían la clase para realizar la poción y adivinar de qué se trataba. Tom repasó mentalmente todas las pociones que conocía pero ninguna tenía los mismos ingredientes exactos. Tal vez uno o dos fueran diferentes, pero podía jurar que era una especie de poción de amor.

Solo por el olor sabía que era parecido al amortentia. Un olor metálico que le recordaba a la sangre envuelto en la frescura del césped recién cortado y una fragancia que era totalmente Harry. Bufó.

El olor no era malo pero comenzaba a hacer que la cabeza le doliera. Quería botar todo y atravesar el salón hasta que su adorado Gryffindor estuviera en sus brazos. Quería lanzar el caldero a la cabeza del torpe Weasley por estar tan cerca de su novio. Quería admitir a la clase entera que él y Harry estaban en una relación y nadie, absolutamente nadie, podía acercarse a su amado.

Pero se contuvo. Tenía que hacerlo. No podía permitir que usaran a Harry en contra suya. No podía permitir que sus sentimientos pusieran en peligro al menor.

Observó a Harry por el rabillo del ojo y tuvo que morderse la lengua para evitar sonreír como un tonto. Harry estaba inhalando el aroma de la poción como si de su droga favorita se tratara. Solo pudo imaginar qué era lo que el otro olía. ¿La madera de su escoba? ¿Tarta de melaza? ¿El shampoo favorito de Tom?

Cuando los ojos de Harry se encontraron con los suyos, supo que al menos su novio lo olía a él así como Tom podía oler a Harry en la poción. Eso no ayudó a su instinto posesivo, y más que nunca, deseó poder mostrarle a todos que el chico le pertenecía. Por cómo brillaban los ojos de Harry, sin apartarlos de los de él, Tom supuso que los pensamientos y deseos del menor eran similares a los suyos.

Evil grows in meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora