Día 4 - Beso indirecto

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[No me gusta no poder dejar notas de autor aquí porque siento que así se corta la lectura pero solo quiero aclarar que no tengo idea de qué es un beso indirecto, I mean, un beso se da o no se da, ¿no? Pero bueno, este quedó más largo y- tal vez... un poco angsty jaja Espero despertar más fluffy mañana- alrato. A partir de... al rato, serán actualizaciones diarias porque ya estoy al corriente con el calendario, a menos que un día se me pase, subiré los dos juntos como hoy xdd]

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Era bien sabido en todo Hogwarts que Potter no soportaba a Riddle y Riddle no soportaba a Potter. Todos creían que era porque Riddle tenía el primer lugar de la generación (de todo Hogwarts si eran honestos, pero no les gustaba ser tan honestos) dejando a Potter en segundo lugar por muy pocos puntos. Algunos pocos, los que conocían mejor a ambos chicos, creían que también se debía a que habían crecido juntos en la misma casa hogar. "Rivalidad tipo de hermanos" decían unos, "rivalidad de supervivencia" decían otros, especialmente los que se creían esos rumores de que la casa hogar en la que pasaban sus veranos era más pobre y tenía más niños que la familia Weasley.

Al principio, Draco había ignorado y molestado al niño Riddle como el resto de su casa. ¿Un sangre sucia en Slytherin? ¡Nunca había ocurrido! Y eran muy pocos los mestizos como para que los contaran en el censo oficial de la casa. Slytherin era principalmente formado por familias sangre pura, apellidos sagrados con conexiones tan antiguas que llegaban hasta los mismísimos fundadores de Hogwarts.

Pero Draco, junto con todo Slytherin, aprendió rápidamente que si se metía con Riddle, terminaría en situaciones tan extrañas como aterradoras que ni el jefe de casa ni su padrino sabrían que hacer al respecto. Ni siquiera había pruebas de que Riddle estuviera involucrado, más que las acusaciones de los que lo hubieran molestado primero.

Pero el accidente con su caldero, en el que casi se queda sin un ojo, no era nada comparado con la pesadilla de las serpientes.

Para ese entonces Draco ya había aprendido a no meterse con el hijo de muggles, pero también había notado la tensión y rivalidad existente entre Riddle y Potter. Su prima, Bellatrix, le había aconsejado mejorar su relación con el huérfano de su casa, porque, según ella, el chico llegaría lejos, y estaba en el interés de los Black y los Malfoy hacer pases con él y tener su favor.

Así fue como, en cuarto año, apenas regresaron de sus vacaciones de verano, decidió ayudar un poco a Riddle y deshacerse de Potter siquiera por un rato.

Fue pura suerte que encontrara al cuatro ojos, solo y desarmado, en la sala de trofeos un día antes de la cena.

No lo pensó dos veces y, tomándolo por sorpresa, lo jaló y empujó dentro del cuarto de mantenimiento. Para su mayor sorpresa, Potter gritó y estaba seguro que lloró rogando que lo dejara salir. Su mochila con sus libros, pergaminos, y su varita saliendo de uno de los bolsillos, yacía a un lado de la vitrina que había consumido la atención de Potter por completo. La recogió para poder esconderla en otro lado, y, por curiosidad, miró los trofeos de la vitrina.

Se encontró con el nombre Potter en un par de ellos, y le sorprendió un poco el pensar que Potter se había perdido totalmente con el simple nombre de su padre. Al menos supuso que era su padre. Se les consideraba a los Potter unos traidores a la sangre, así que ni su padre ni su madre los había mencionado, y a él no le importaban tanto como para preguntar o investigar por su cuenta.

¡DRACO!

Salió de la sala de trofeos cerrando la puerta tras de sí, sonriendo con satisfacción cuando no pudo escuchar más los lloriqueos del Gryffindor.

Evil grows in meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora