Día 28 - De compras

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Cuando Tom creía que Harry no podía ser más infantil, Harry probaba lo contrario.

Los dos odiaban- bueno, tal vez solo Tom. Los dos pensaban que la ropa que el profesor Dumbledore vestía era demasiado colorida y vergonzosa. Tal vez el mago creía que con sus túnicas ayudaba a los más pequeños a sentirse menos incómodos, o tal vez ya era como su marca personal, tipo "oh, reconocería esa túnica donde fuera, ¡Dumbledore!".

Y ahora Harry estaba envuelto en una ridícula túnica lila con nubes rosas demasiado larga para él. Las mangas le colgaban de las manos como tonto y tropezaba a cada paso cuando la pisaba. Lo peor era el sombrero puntiagudo rosa con un moño morado en la punta.

—¡Temed! —gritó el menor con voz de interlocutor —¡Al temible Lord Nube!

Harry dió una vuelta que probablemente esperaba fuera dramática pero solo hizo que Tom bufara y Madam Malkin riera cubriéndose la boca. El que Harry terminara desparramado en el piso no pareció desanimarlo ni un poco. El chico levantó el rostro y dirigió una de sus más grandes sonrisas a la bruja diseñadora.

—¿Lord Nube? —preguntó Tom alzando una ceja.

—Lord Algodón de Azúcar se me hizo muy largo —Harry se encogió de hombros.

—¿Algodón de azúcar? —preguntó Madam Malkin sin dejar de medir y marcar con alfileres la túnica de Tom.

—Es como los muggles llaman a lo que sería la seda de hadas —explicó Tom mientras Harry se levantaba y arremangaba la túnica —Aunque claro, ellos no tienen hadas que la preparen. Es azúcar líquida en forma de hilos muy delgados. El clásico es el rosa, pero hay otros colores como el azúl y el morado. Los muggles enredan ese hilo en un palo hasta formar una nube de azúcar, tal y como la seda de hadas es hecha con miel de hada y enredada en regaliz.

—Yum —bromeó Harry.

—Esos muggles y sus inventos —Madam Malkin sacudió la cabeza —al menos sabemos que la miel de hada tiene suficientes nutrientes, pero ¿azúcar líquida? ¿Y los niños muggles comen eso?

—Niños, adultos, ancianos —Harry se quitó el sombrero y la túnica y los dobló tan bien como pudo —bueno, creo que los ancianos no. Ya no tienen dientes —mostró sus propios dientes como para demostrar que él todavía tenía sus propios dientes.

—No siempre —aseguró Tom.

Madam Malkin los miró con suspicacia pero supuso que no era su trabajo decirle a esos niños lo que podían o no podían comer. Terminó de ajustar la túnica del más alto y le señaló que podía bajar, llamando al otro chico a que subiera al banquillo.

—Espero esta vez no me haga picarle con los alfileres, señor Potter —dijo la bruja mientras le ponía una túnica al chico —ni aunque haya una rebelión de duendes en el callejón tiene permitido moverse, ¿entendido?

Harry asintió con la cabeza y se paró muy derecho. por alguna razón, siempre había algo que hacía que Harry se distrajera o tratara de girar hacia la ventana o la puerta, logrando que Madam Malkin le picara o lo regañara porque la túnica quedaría chueca. No importaba que el espejo frente a Harry mostrara el ventanal. Si algo pasaba, Harry quería ver, ¡necesitaba ver! No era lo mismo ver a través de un espejo.

Ese día no fue la excepción, y Tom no se preocupó en ocultar su risa cuando Harry se quejó y Madam Malkin comenzó a regañarlo.

Evil grows in meDonde viven las historias. Descúbrelo ahora