Evil grows in me

Día 14 - Cepillando el cabello

A pesar de lo desordenado que se veía, el cabello de Harry era suave y sedoso, sin ningún nudo que detuviera los dedos de Tom cuando los pasaba entre ese nido azabache. Ya había intentado varias veces peinarlo, acomodarlo con gel, spray e incluso gel mágico. Cada vez que lo peinaba no pasaban ni dos minutos antes de que se volviera a ver tan desordenado como siempre. No importaba si Harry lo tocaba o no, parecía que su cabello tenía mente propia y se negaba a verse bien.

Bueno, siempre se veía bien, especialmente cuando estaba más desordenado de lo normal y Harry tenía que escabullirse fuera del dormitorio verde y la sala común de las serpientes. Y ¿cómo era que en esas ocasiones su cabello sí mantenía la forma que los dedos de Tom le daban? No tenía sentido.

Era un fin de semana de Hogsmeade y Harry y Tom decidieron quedarse en el castillo porque ya estaba nevando y no querían congelarse sólo porque sí. Tal vez más al rato Harry lo convencería de ir a tener una guerra de bolas de nieve, pero por lo mientras iba a disfrutar del calor de la chimenea y de tener a su novio recostado en sus piernas. Además, iba a tratar de peinar ese cabello rebelde, aunque sabía que era una pérdida de tiempo. no tenía nada más que hacer.

Si Harry fuera un gato estaría ronroneando en ese momento. Disfrutaba de los dedos de Tom acariciando su cabeza y su cabello. Y la sala de los menesteres era cálida. Sintió como sus ojos se cerraban poco a poco mientras observaba el fuego de la chimenea.

Fue una de las tardes más tranquilas y aburridas que pudieron tener. Ambos amaron cada segundo. Y nadie dijo nada cuando Harry llegó más despeinado de lo normal a la cena en el gran comedor, solo se preguntaban ¿quién sería la pareja del buscador de Gryffindor? Nadie sabía que Harry gustara de alguien. Mientras, Tom pensaba en cómo lograr que ese nido de cabello se comportara por una vez en la vida. Harry se vería muy bien arreglado.