Si Nos Dejan 7 Y 8

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CATA

Capítulo 7. La llegada a Cartagena

Cuando bajaron del avión al llegar a Cartagena lo primero que llamó la atención de Betty fue el intenso calor que hacía. Acostumbrada al clima más fresco de Bogotá y con ese vestido tan tapado que llevaba, por un momento le pareció que se ahogaba.

Cuando se lo comentó a Catalina ella le dijo:

Cata.: Betty va a tener que renovar su vestuario.

Betty no le contestó pero pensó que eso sería un poco difícil con su presupuesto actual.

En la terminal del aeropuerto las estaba esperando un hombre alto, rubio y bien parecido que saludó efusivamente a Cata.

Michel.: Cata, mi amor, que alegría volver a verte. ¡Te he echado tanto de menos, tesoro! –Y mirando a Betty de arriba abajo con sorpresa continuó- ¿No me presentas a tu amiga?

Cata.: Michel te presento a Beatriz Pinzón Solano, mi asistente durante el reinado de belleza. – Y dirigiéndose a Betty- Betty, él es Michel Doinell un buen amigo mío francés.

Michel.: ¡Enchanté, querida! –Y volviéndola a mirar de arriba a abajo- Niña, usted necesita URGENTEMENTE pasar por mi salón de BELLEZA integral, verá que cambio...

A Betty le incomodaron profundamente las palabras de Michel, aunque no se atrevió a contestarle por respeto a Doña Catalina. ¡Qué se creía aquel “franchute”! ¿Le estaba diciendo descaradamente que ella era fea? Bueno, Betty, se dijo, no hace falta que ningún francés te lo diga, muchos colombianos antes que él lo han hecho y tú ya te enteraste hace mucho tiempo. Muy seria se limitó a contestar.

B.: Un gusto conocerlo Sr. Doinell.

Michel.: Ay no, mijita, que es eso de Sr. Doinell, ni que yo fuera su abuelo. Llámeme Michel a secas –haciendo un gesto amanerado con las manos y con voz afectada- y deje ese tono de voz tan serio que no le va nada.... pero nada de nada.

Betty no pudo evitar una sonrisa. A pesar de todo ese tipo le caía simpático y si además era amigo de Doña Catalina ella no iba a hacerle ningún desaire, por más que le hubiera insinuado que era fea. Así que esbozando una sonrisa franca le dijo:

B.: De acuerdo, Michel. A mí me puede llamar Betty.

Michel.: Eso está mejor Betty. Y lo dicho, ahora las acompaño a dejar las maletas en el hotel y usted y yo nos vamos a hacer una ruta por el mundo de la belleza y la moda.

Betty no entendió muy bien qué le había querido decir Michel, pero prefirió no preguntar. Catalina había asistido con una sonrisa a la conversación entre ellos dos y contestó con un “me parece una idea excelente, Michel” (que Betty no supo interpretar hasta mucho más tarde) a sus últimas palabras.

Lo que sucedió a partir de ese momento Betty lo recordaba como una película en la que ella había sido la principal protagonista pero en la que había perdido completamente el control de la situación. Porque Michel resultó ser un hombre (aunque a él no le entusiasmaba que lo llamasen así) con una personalidad arrolladora que sin dejar apenas hablar a Betty empezó a tomar decisiones por ella. Cada vez que Betty intentaba protestar él le contestaba con un “después me lo cuenta, mijita que ahora tenemos mucho trabajo por hacer”. Al principio Betty pensó que efectivamente iban a trabajar y que era Michel quien le iba a indicar cuál era su trabajo. Pero poco después salió de su error cuando Michel le dijo que su trabajo era “ponerla bella”.

B.: Sr. Doinell.... perdón, Michel, eso no es un trabajo, eso es una misión imposible. Ojojojoj

Michel: No diga eso, mijita. Tengo que reconocer que usted es un reto, pero ya verá los resultados. El “Gran Doinell” es el mejor asesor de imagen de Colombia y América Latina (refiriéndose a sí mismo con una falta de modestia evidente) y nunca ha defraudado a una clienta.

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