Si Nos Dejan 17 Y 18

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**SI NOS DEJAN **

**CATA **

**Capítulo 17. La vida sigue.**

El médico le aconsejó a Marcela un mes de reposo sin ir a Ecomoda. Máxime cuando la situación en la empresa había sido la desencadenante de la crisis que estaba atravesando. Aunque en principio tuvieron dificultades para controlar todo lo referente a la gerencia que ella tenía a su cargo, con la ayuda de Mariana, que fue ascendida a asistente de puntos de venta y que conocía muy bien la sección, fueron saliendo adelante.

Patricia Fernández, que el día de la llegada de Betty no había acudido a Ecomoda dizque porque estaba enferma, al enterarse de todo lo sucedido y de que Marcela no iba a estar en la empresa, pidió un permiso sin sueldo y se fue a vivir en el apartamento de su amiga para “cuidarla y acompañarla”. Por supuesto que al mismo tiempo consiguió vivir de gratis y sin tener que trabajar.

Mario Calderón sólo se dirigía a Betty y a Armando para hablar de cuestiones puramente laborales. Se había llevado una gran sorpresa al ver el cambio de imagen de la muchacha, pero siguió insistiendo en que era una “locura” que su amigo dejara su vida anterior dizque porque se había enamorado. Después que Armando le dejó bien claro que no pensaba volver a salir de rumba con él, ni tampoco admitir ninguna burla ni falta de respeto hacia Betty y a su relación con ella, los dos amigos se distanciaron más si cabe.

Las chicas del cuartel, excepto Aura María e Inesita, también guardaban distancias con Betty. Estaban convencidas de su error al mantener esa relación con su jefe y al ella prohibirles que le mencionaran ese tema se sintieron ofendidas y reaccionaron transformando la antaño relación cordial y franca en una relación fría y distante. Incluso llegaron a pensar que si Betty era la novia del presidente y uno de los principales accionistas de la empresa, ya no podían confiar en ella porque le iría con el “chisme” a Don Armando. Aunque Aura María e Inesita protestaron e intentaron hacerles entender a las demás que “Betty no era así”, lo cierto es que nunca más fue convocada a un 911. “Por si acaso”, solían decir Berta y Sofía.

Hugo no perdía ocasión para burlarse de Betty, de Armando y de su noviazgo. Pero como ella le dijo: “¡Amor tenemos que aprender a vivir con las burlas de Don Hugo!” E intentaban hacer oídos sordos a sus hirientes palabras.

Roberto y Margarita evitaban ir a Ecomoda. Él de vez en cuando llamaba por teléfono a Armando para informarse del estado de la empresa, pero siempre eludía el escabroso tema de la relación amorosa de su hijo con su asistente. En cuanto a Margarita seguía sin querer saber nada de su hijo y le había prohibido a Roberto que le hablase de él.

Don Hermes no cedió ni un ápice a pesar de los reclamos de Doña Julia, que si bien seguía sin gustarle para nada el novio de su hija, consideraba exagerado haberla botado de la casa. Ella había llamado a Betty algún día a la oficina, e invariablemente le explicaba que su papá seguía diciendo que ya no tenía hija, pero al mismo tiempo no perdía ocasión para reprocharle su conducta y advertirla de los sufrimientos que se le avecinaban cuando su jefe se cansara de ella.

También Nicolás la había llamado en alguna ocasión sobre todo para darle novedades sobre Terramoda, y al igual que Doña Julia la prevenía en contra de Armando. Betty ya cansada de tantas advertencias y recriminaciones, optó por hacer oídos sordos y no responder o cortar la comunicación con cualquier excusa.

Pero dolía. Dolía que su familia, su única familia, no entendiera su relación con Armando. Ella esperaba más comprensión por parte ellos. Sobre todo de su mamá. Es cierto que Doña Julia con sus advertencias intentaba protegerla y evitarle sufrimientos. Pero para Betty era muy duro que su mamá desconfiara de ese modo de Armando. De “su” Armando. No pudo evitar sonreír al pensar en él. Habían pasado ya tres meses desde su regreso de Cartagena y su vida al lado de Armando era simplemente... maravillosa. Nunca pensó que él fuese tan cariñoso, tan tierno, tan detallista... Estaba pendiente de sus menores caprichos. La mimaba, la consentía y la hacía sentir la mujer más amada del mundo. Hacía realidad día a día sus sueños más románticos..., sus sueños más apasionados..

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