Si Nos Dejan 9 Y 10

1.1K 86 8
                                    


CATA

Capítulo 9. Encuentro en Cartagena

Los pocos segundos que trascurrieron desde que llamó a la puerta de la habitación 635 y que ésta se abrió, a Armando se le hicieron interminables. Cuando vio aparecer a una preciosa morena de pelo largo y ojos profundos, vestida con una bata corta de algodón blanco, se quedó desconcertado y balbuceó...

A.- Perdón... me he equivo...

Pero al mirar sus ojos la reconoce: ¡Es ella! ¡Su Betty! Sólo atina a decir:

A.: Betty, ¿es ... es usted?

B.: - Que no ha salido de su asombro- Doctor, ¿Qué  hace usted acá?

A.: -Sin responderle y aún con la boca abierta por el asombro- Betty, ¿qué... qué se hizo?

B.: Me cambié de look - respondió automáticamente mientras lo miraba de arriba abajo, una y otra vez, todavía no creyendo que lo tenía delante suyo. Y como una autómata volvió a preguntar- ¿Qué hace usted acá?

Armando no pudo contestar. Sólo la miraba una y otra vez notando cada uno de los cambios en su aspecto. Por un momento temió que la mujer que tenía ante sí no fuera la misma que se marchó de su lado. Pero un segundo después desmintió esa teoría. Los ojos oscuros que lo observaban, brillaban y mostraban la misma calidez y el mismo amor por él, que la antigua Betty. Sí, ella seguía estando ahí”, pensó alegre. ¡Y está bellísima!.

A.: -Mirándola de arriba abajo con admiración- ¿No me va a invitar a pasar?

Y sin esperar respuesta enlazó su cintura, la empujó suavemente hacia dentro de la habitación y cerró la puerta.

Seguía mirándola con ternura, con deseo, con amor. Betty completamente ruborizada por la mirada de Armando, intentó deshacer su abrazo, pero él no se lo permitió. Tomó la cara entre sus manos y unió sus labios a los de ella, primero con delicadeza, con ternura, sólo un pequeño roce. Pero el contacto de sus labios desencadenó en ellos el deseo tantos días reprimido y el beso se convirtió en puro fuego. Se besaban con desesperación, como si se hubieran extrañado horrores (y en realidad así había sido), como si sólo dispusieran de unos minutos para estar juntos y quisieran aprovecharlos al máximo. Hubo un momento en que tuvieron que separar sus bocas porque les faltaba el aire. Entonces sus miradas se encontraron. Se miraron con amor, con adoración. En la mirada de él también podía advertirse la sorpresa y la admiración por el cambio de ella. Se lo dijo.

A.- Princesa estás preciosa. Has cambiado tu peinado..., tus gafas... y –sonriendo- ¿Qué se han hecho tus brackets?

Su voz era como una caricia. Ella era incapaz de responderle. Sólo lo miraba y lo miraba como si quisiera grabar en su mente todos y cada uno de sus gestos. Finalmente fue capaz de decir en un susurro.

B.- Viniste...

A.- No podía dejar de hacerlo, mi vida. No podía soportar estar sin ti. Me has embrujado princesa. Y... me encanta sentirme así.

Ahora es Betty la que toma su cara entre sus manos y lo besa dulcemente. Él corresponde a ese beso, al que siguen muchos otros cada vez más apasionados. Se han acercado a la cama y empiezan a deshacerse de la ropa. En pocos segundos ella sólo lleva puestas las braguitas y él los boxers. Con celeridad se deshace de la ropa interior de Betty mientras que ella hace lo mismo con la de él. Ese simple gesto de ella ha puesto a Armando a mil por hora. Su Betty “atrevida” es que lo vuelve loco. Tiene que reconocer que aprende rápido y cada vez es más audaz... Y eso a él le encanta.

Se estiran en la cama completamente desnudos. La excitación de Armando es tal que no sabe si va a poder controlarse. Se lo dice:

A.: ¡Amor, ya no puedo más!

SI NOS DEJAN Donde viven las historias. Descúbrelo ahora