Si Nos Dejan 21 Y 22

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**SI NOS DEJAN **

**CATA **

**Capítulo 21. ¡Por fin solos!**

Después de la ceremonia se dirigieron a un restaurante muy selecto donde tenían reservado un salón para almorzar. Aunque ellos mismos se habían encargado de organizar casi todos los detalles de su boda pues les suponía una tarea muy grata que realizaban con gran ilusión, algunas gestiones, como la elección del conjunto musical que animaría la tarde, las habían dejado en manos de Catalina Ángel.

Todos los asistentes pasaron una tarde muy agradable. Doña Julia que al principio había asistido muy recelosa por su desconfianza respecto a “ese doctor”, al ver cómo Armando miraba a su niña y lo atento y cariñoso que era con ella, se cuestionó si lo que tanto le repetía su hija de que ambos estaban muy enamorados no sería cierto. Si a eso añadimos la conversación que tuvo con Nicolás durante el trayecto de la iglesia al restaurante y las cosas que le contó Inesita, podemos asegurar que ese día la buena mujer empezó a cambiar el concepto que tenía de Armando Mendoza y a pensar por primera vez que quizás ese matrimonio podía tener futuro. Inesita y Doña Julia habían simpatizado enseguida. Las dos mujeres de naturaleza bondadosas pasaron mucho rato sentadas a la mesa hablando de los recién casados. La mamá de Betty se enteró de muchas cosas que no sabía y que le hicieron entender mejor todo lo referente a la relación de su hija con el Dr. Mendoza.

El resto de los invitados también lo pasó muy bien. Como dijo Armando en el brindis que hizo en los postres, “somos pocos, pero bien avenidos”, en clara alusión a la actitud de algunos de los ausentes. Tras las felicitaciones, empezó el baile.

Primero un vals que abrieron los nuevos esposos a quienes poco después se unieron Aura María y Fredy, Elisa y Antonio y Cata y Michel. Las siguientes piezas fueron cambiando de pareja porque todos querían bailar con los novios. Un poco más tarde Armando invitó a bailar a Inesita y tras finalizar la pieza la acompañó a la mesa e invitó a Doña Julia. Cuando Betty vio a su mamá bailando un tango con Armando, casi se muere de la risa. Ambos habían notado el cambio de actitud de la señora y estaban felices. La invitación de Armando definitivamente la rindió al encanto “Mendoza” de su yerno a quien a partir de ese momento comenzó a llamar “hijo”.

La orquesta empezó a tocar melodías más románticas. En la pista seguían bailando cuatro parejas. Ahora Mario había invitado a bailar a Catalina Ángel y estaba desplegando todo su encanto con ella. Siempre le había atraído la relacionista pública, pero ella nunca le había “parado bolas”. Más bien se había reído de él cuando en alguna ocasión había intentado una aproximación. Pero esa noche parecía diferente. Ella estaba más amable y hasta ¿cariñosa? En ese momento se dejó llevar por lo que estaba sintiendo y la acercó más hacia sí. Ella no protestó y apoyó su cabeza en el amplio pecho de él. Mario estaba feliz. Casi sin darse cuenta le acarició suavemente el pelo. La sintió acomodarse mejor. Parecía disfrutar con sus caricias. En ese momento pensó que sería maravilloso poder terminar la fiesta en su apartamento, los dos solos... “Tiene que intentarlo, hermano”, se dijo. Él nunca se había acobardado ante una mujer, pero con Cata era todo muy diferente...

Fredy y Aura María tampoco habían dejado de bailar en toda la tarde. Jimmy que solía impacientarse cuando se hallaba en reuniones sólo con adultos estaba muy distraído escuchando a Doña Eugenia, la mamá de Nicolás. Ella le estaba explicando fantásticos cuentos de aventuras que el muchacho escuchaba con muchísima atención. Y es que la pobre señora a la que le encantaban los niños, estaba deseando que su hijo la hiciera abuela, pero ese día parecía que iba a tardar en llegar.

También sentados a la mesa conversaban muy animadamente Michel Doinell y Nicolás Mora. El primero le estaba contando a Nicolás cómo había conseguido cambiar la imagen de Betty en una sola tarde.

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