Sherwin tenía un secreto vergonzoso, peligroso y muy complicado de guardar. Todo había comenzado hace un año cuando entró al colegio Newgate, nunca se había imaginado que la pubertad le traería cambios tan grandes en su vida. El primer día de escuela en el que se le hizo tarde fue cuando todo pasó, si no se hubiera desvelado el día anterior viendo películas como su madre le había prohibido nada de lo que ahora lo acomplejaba estaría pasando. O al menos de eso quería convencerse Sherwin.
Si hubiera tomado el autobús como se suponía en lugar de que su padre lo dejara, si hubiera entrado a tiempo al aula como todos los demás no habría tenido que pasar por la vergüenza de estar parado frente a todos esos desconocidos.
―Parece que tenemos un dormilón en el curso. ―sonrió amablemente la profesora Lightfoot al entrar Sherwin, claramente apenado. ―¿Por qué no te presentas antes de sentarte? ―pidió con calidez, después de todo ya todos habían pasado por el tedioso proceso de presentación.
―Mi nombre es Sherwin... tengo 12. ―respondió tímido frente a los demás, apretando con fuerza la correa de su mochila.
―Mucho gusto Sherwin, ¿tienes algo para compartir con nosotros? ¿quizás algún pasatiempo favorito? ―preguntó desde su escritorio la joven profesora de ciencias.
―Colecciono insectos y a veces estudio las-
―Señorita Lightfoot, perdón la interrupción. ―interrumpió otro maestro en la puerta, al parecer de Sherwin debía ser el entrenador.
―Claro. Sherwin ¿por qué no tomas asiento? Muy bien todo mundo quiero que se comporten hasta que regrese, no tardaré mucho. ―aclaró la señorita Lightfoot antes de cerrar la puerta tras de sí.
Sherwin pronto quedó sólo con todos sus nuevos compañeros, los cuales empezaron a platicar y cuchichear entre ellos sin prestarle atención. Ante eso el pelirrojo se sintió un poco más tranquilo de no estar siendo el centro de atención y procedió a sentarse en el único lugar que quedaba vacío, justo al frente y en el centro. Se preguntaba por qué nadie lo había tomado ya, a él en lo particular le gustaba sentarse hasta adelante. Pero en cuanto se sentó en la silla esta se rompió inesperadamente y terminó en el suelo.
Las risas de sus compañeros y los pequeños comentarios como "qué tonto" lo hicieron querer salir llorando del lugar. Sherwin no estaba acostumbrado a manejar situaciones de ese tipo, no desde la vez en que por error llamó "mamá" a su maestra de preescolar. Eso claro hasta que lo escuchó a él.
―¿Estás bien? ―preguntó a su lado un chico moreno de ojos azules, ayudándolo a levantarse.
Sherwin nunca había visto una combinación así, pero de inmediato le pareció llamativa.
―S-sí, estoy bien. ―respondió aceptando la ayuda del chico bien peinado, mientras a sus espaldas una chica de moño amarillo le sonreía risueña al escuchar lo que fuera que el otro chico moreno le decía al oído.
Sherwin desvió la mirada rápidamente pensando que se estaban burlando de él.
―Puedes tomar mi asiento, iré por una silla extra. ―dijo el chico que lo había ayudado antes de dirigirse al pasillo, al parecer era la única persona decente en todo el salón.
―No es necesario, en serio. ―intentó detenerlo Sherwin, rojo hasta las orejas, todavía escuchando las risas y murmullos de los demás.
―Descuida, no hay problema. ―respondió con una sonrisa amigable el chico antes de salir y dejarlo sólo con su cara roja y pena por los cielos.
"¿Quién era él?" fue lo primero que se preguntó Sherwin después de eso y en corto tiempo terminó de darle respuesta a todas sus preguntas, que incrementaban cada vez que respondía a la anterior. Nunca más volvió a tener un encuentro así con Jonathan, ahora que sabía su nombre, cada vez se le volvía más y más difícil acercarse a él y no entendía por qué. Al menos tenía a Victor y a James, al parecer no mentían en el campamento de verano cuando dijeron que irían a la misma escuela.
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𝙰𝚞𝚝𝚑𝚎𝚗𝚝𝚒𝚌 𝙷𝚎𝚊𝚛𝚝𝚜🍂𝙸𝚗 𝚊 𝙷𝚎𝚊𝚛𝚝𝚋𝚎𝚊𝚝
Fanfic❝𝙰 𝚟𝚎𝚌𝚎𝚜 𝚎𝚜 𝚌𝚘𝚖𝚙𝚕𝚒𝚌𝚊𝚍𝚘 𝚜𝚎𝚛 𝚞𝚗 𝚊𝚍𝚘𝚕𝚎𝚜𝚌𝚎𝚗𝚝𝚎 enamorado❞ -𝟷𝟿𝟼𝟸-