"Te veo el lunes sin falta, Sherwin." En la húmeda mañana se dejaba asomar un creciente rayo de luz radiante. Con fuerza y rapidez se dedicaba a evaporar las pequeñas gotas de afuera, rastro de una llovizna pasajera que se hizo paso en la oscuridad de la noche anterior. Lamentablemente para el mundo nada de eso importaba para el adormilado pelirrojo que descansaba entre sus sábanas.
Para Sherwin había transcurrido el fin de semana más insufriblemente largo de toda la historia. Sentía las horas infinitas y el tiempo no cooperaba a su favor, no desde esa tarde en la que todo lo que menos se imaginaba había ocurrido. Mantenía sus palmas en su pecho, sintiendo sus latidos mientras veía el techo de su habitación, adornado con calcomanías de estrellas y colgantes de los planetas del sistema solar. Seguía sin poder creerlo del todo, en especial las palabras de Jonathan "Amigos", era en verdad... oficialmente su amigo.
Con velocidad y una sonrisa enorme se levantó, tendió su cama y se duchó. No había manera de no estar emocionado, no había manera de pretender que era un día cualquiera, no señor. Era lunes, el día más odiado de la semana, el más detestado medio mundo y aun así Sherwin parecía haber sido hecho para los lunes.
Saliendo del baño con su pelo mojado y bata de estrellitas puesta, se acercó al alargado espejo de su habitación. Una gran sonrisa se le notaba en los labios todavía, como cuando había ganado el concurso de talentos en el campamento de verano, ¿quién diría que soplar una hoja era un talento? en lo personal siempre pensó que era algo sencillo de hacer, no como mover sus orejas.
Sherwin se peinó, arregló y vistió de manera meticulosa, tomándose su tiempo para asegurarse de verse lo mejor posible, pero al final algo andaba mal. No se sentía como él mismo con todo su cabello peinado hacia un lado, por lo que arrojó el cepillo y se sacudió el cabello hasta que quedara como solía estar. Después de todo si Jonathan era su amigo debía ser por ser quien era, no por aparentar o querer ser perfecto.
Tomó su diario, el cual había llenado de tinta en ese fin de semana solamente, escribiendo todo lo que sentía, todo lo que había pasado y todo lo que imaginaba. "Lunes 24 de septiembre de 1962. Otoño acaba de empezar y por fin veré a Jonathan otra vez, después de..." Escribía en una de las páginas del libro azul, en cuya esquina se encontraba un poco detallado dibujo de su amigo beisbolista.
Guardó de nuevo su diario en un cajón, había aprendido a cuidarlo mejor después del último accidente. Con una perfecta sonrisa y excelente humor bajó al comedor. Saludó con cordialidad a Nahuel y le deseó un buen día, a lo que el adolescente se quedó extrañado, preguntándose qué le había picado.
El cereal nunca le había sabido mejor al pelirrojo menor, consumiéndolo con tanta hambre y alegría que no podía ser pasada desapercibida. Pero los otros tres pelirrojos no tenían intención alguna de pasarlo por alto, lo miraban con detenimiento y confusión. Su padre le dirigió una mirada a su madre, para saber si ella sabía la razón del extraño buen humor de Sherwin. No que Sherwin estuviera de malas siempre, pero esto era demasiado, parecía estar muriendo de ganas por llegar al colegio.
—¿Hay algo emocionante en la escuela el día de hoy, Sherwin? —preguntó con sutileza su madre, con el delantal puesto y los guantes de cocina.
—¡Si!, digo ¡no!, no hay nada especial. —no quería pasar por esta conversación, no había pensado bien las cosas antes de bajar las escaleras.
Era una especie de maleficio, o al menos una muy mala genética, el ser tan transparente con sus sentimientos. Una maldición que corría por las venas de todos los hombres de su familia, las de su padre, de sus tíos e incluso Nahuel, quien cada vez que se enamoraba de una chica se notaba radicalmente en su cambio de actitud y el hecho de que había usado jabón.
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𝙰𝚞𝚝𝚑𝚎𝚗𝚝𝚒𝚌 𝙷𝚎𝚊𝚛𝚝𝚜🍂𝙸𝚗 𝚊 𝙷𝚎𝚊𝚛𝚝𝚋𝚎𝚊𝚝
Fanfic❝𝙰 𝚟𝚎𝚌𝚎𝚜 𝚎𝚜 𝚌𝚘𝚖𝚙𝚕𝚒𝚌𝚊𝚍𝚘 𝚜𝚎𝚛 𝚞𝚗 𝚊𝚍𝚘𝚕𝚎𝚜𝚌𝚎𝚗𝚝𝚎 enamorado❞ -𝟷𝟿𝟼𝟸-