Capítulo 6: No es lo que parece hasta que parece lo que es

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Sólo existía una manera de describir lo que atravesaba la mente de Sherwin en ese instante: interferencia en la radio, o tal vez un teléfono descolgado. No lo había planeado de esa forma, pero ya qué al parecer. Tendría que asimilar su temprana muerte social a la edad de 13 años y resignarse a vivir en la oscuridad de su habitación por el resto de sus días.

   Era duro de asimilar para Sherwin, se sentía flotando sin rumbo en medio del océano y no tenía idea de absolutamente nada mientras miraba en blanco hacia el vacío total; estaba en completo trance, paralizado. Lo único que lo mantenía medio consciente de que seguía vivo era un frío profundo y un calor intenso en su pecho.

   Se tomó un momento para asimilar todo con detenimiento. "Esto no está pasando, esto no está pasando, estoy soñando eso es todo" pensó el pelirrojo antes de decidir si pellizcarse o tirarse de la ventana.

   Mientras tanto Jonathan examinaba con cuidado al chico, sorprendido de que por sí sólo hubiera llegado hasta él. Todo su trabajo en buscarlo para nada, pero el momento en que se daba un descanso aparecía, tenía que ser una broma. O el chico era muy bueno jugando a las escondidas o él y sus amigos muy malos.

   Nada más que el sonido de sus respiraciones llenaba el pasillo, hasta que las ruedas de un carrito se escucharon pasar al lado. Fue entonces que Jonathan por fin reaccionó y soltó la muñeca del pecoso, dándose cuenta que lo tenía atrapado como si fuera un criminal o algo.

—¿Sherwin Valentine? —preguntó en voz baja para no espantarlo más y porque estaban en la biblioteca.

El pobre lucía aterrado, probablemente no se esperaba encontrarlo de nuevo. Al menos no parecía molesto, eso alivió un poco a Jonathan. Seguía sin saber qué le había hecho a Sherwin para ganarse tal trato, por más que lo intentaba no recordaba haber tenido una conversación con el pelirrojo por más de dos segundos.

   Sherwin no podía creer lo que había escuchado, ¡Jonathan sabía su nombre! Se sentía en una nube de sólo escucharlo, quería decir hola pero no tenía idea de cómo sin sonar como un tonto... "Un momento, ¿cómo es que sabe mi nombre?" En ese segundo el nerviosismo regresó a su ser y se pintó en su cara, ante la idea de que hubiera leído su muy íntimo diario. Sherwin tomó aire, armándose de valor y fuerzas necesarias para poder pronunciar palabra sin cortarse.

—¿Cómo sabes mi nombre? —preguntó enrojeciendo aún más después de que se le saliera un gallo.

Dentro de la cabeza de Jonathan no existían otros pensamientos que no fueran sobre el misterioso dueño del diario, tantas preguntas sin respuestas que quería hacerle. Y no fue hasta que escuchó la pregunta del pelirrojo que notó cómo había metido la pata, ya desde el principio empezaba mal.

—No es lo que parece, ¡en verdad! —respondió algo apresurado, retrocediendo un paso. —Yo sólo... —no sabía cómo continuar ahora, se había preparado tanto y ahora no recordaba nada. —Quería regresarte el libro, pero no sabía tu nombre así que... —se detuvo a analizar el comportamiento del pelirrojo, que permanecía estático y atento, pidiendo a todos los cielos que no hubiera leído algo vergonzoso. —C-creo que en realidad sí es lo que parece después de todo, heh. —dijo lo último con una pequeña risa nerviosa al final, absorbiendo la responsabilidad en lugar de Julien, por indagar en su libro e implorando porque no lo odiara y se fuera en ese preciso instante.

No había respuesta por parte del pecoso y empezaba a pensar en la posibilidad de que ese fuera el final, tan malo como podía ser. No quería caerle mal a Sherwin, al menos merecía una oportunidad de arreglar lo que fuera que haya hecho mal.

—Lo lamento, en serio. No debí hacerlo. —dijo mirando al chico a los ojos, sin saber dónde poner sus manos. —No leí nada más que tu nombre, lo prometo. —agachó la cabeza en espera de una respuesta, mientras tomaba el libro azul y lo entregaba a su dueño.

—No te- —intentó articular el pelirrojo pero su voz se quebró al momento de hablar, quería que el mundo se lo tragara en ese mismo lugar, maldita pubertad, malditos cambios de voz. —No te preocupes, en serio. Gracias por encontrar mi diario... —dijo sin notar que había delatado el propósito del libro azul y se llevó inmediatamente la palma a la frente, haciendo reír al moreno.

—Me llamo Jonathan. —respondió rápidamente, aprovechando el momento para presentarse formalmente ante aquel chico desconocido que tenía enfrente, ofreciendo su mano en el aire con una sonrisa de lado.

Sherwin se debatió internamente si tomarla o no, si debía hacer más fuerza de lo normal para no parecer un debilucho, si debía estrecharla un misisipi o dos. Terminó estrechándola con nervios.

—Lo sé. —respondió sin pensarlo bien, corrigiéndose de inmediato ante la mirada curiosa de Jonathan. —Me refiero a que te reconozco... tenemos clases juntos.

—Claro, por supuesto. —respondió casual Jonathan, muriendo de vergüenza en su interior porque hace poco ni sabía de la existencia del pelirrojo. —Bueno... es un placer conocerte al fin Sherwin. —añadió con una sonrisa cálida, tratando de disminuir la incomodidad del ambiente.

Era un zoológico en la cabeza y corazón latente del pequeño pecoso. No podía contener la emoción, por más que quisiera. Era débil, débil por Jonathan Bravo y no le interesaba en lo absoluto. Dejó salir una sonrisa torcida de oreja a oreja, desde lo más profundo de su ser, con los labios bien apretados, intentando contenerse. Ser un adolescente enamorado no era para nada tan malo como pensaba después de todo.

—Sí... digo, el gusto es mío. —dijo después de aclararse la garganta para que esta vez ningún sonido embarazoso saliera de esta. —Debería-¡tengo!... Tengo que irme ya. —dijo al ver que Jonathan no hacía o decía nada, sólo lo miraba con esa sonrisa amable.

Y no era mentira en lo absoluto, debía ir a casa a recuperar fuerzas para gritar a los cuatro vientos que Jonathan le había tomado la mano. Sentía que si se quedaba ahí por más tiempo no podría aguantar la emoción y se desmayaría, o se le saldría el corazón.

—¡Espera!, ¿te gustaría ir por una malteada o algo? Yo invito, por leer tu diario sin permiso. —sugirió con gran emoción en su voz, tratando de ocultar su nerviosismo. —¿Qué dices?, quizás podrías enseñarme a escabullir como tú, sería bastante útil.

No había forma en la que Sherwin se reprimiera de semejante placer. ¿Una salida amistosa con Jonathan Bravo? Definitivamente debía estar soñando, al llegar a casa se encargaría de dejar salir toda su felicidad, sin importar que los vecinos lo escuchen.

—Sí claro, s-suena bien. Excelente en realidad. —respondió con el corazón dando brincos de alegría, tratando de no derramarse como gelatina ahí mismo.

—Está hecho entonces. —respondió el moreno con algo de alegría. —Mañana a la salida, ¿de acuerdo?

—Sí-sí, te veré ahí. —dijo Sherwin, aguantándose una enorme sonrisa torcida antes de salir de la biblioteca, no sin antes voltear varias veces a ver a Jonathan. —¡Gracias de nuevo!

—¡Shhhhh! —voltearon a ver en dirección del ruido, sonriéndose apenados al final.

Al ver salir al curioso chico bañado en pecas, el moreno no pudo evitar sentirse realizado, orgulloso y victorioso, por haber regresado el diario como se lo había propuesto ese día. Y continuó su búsqueda por buenos títulos en la biblioteca. Hace mucho que no se emocionaba así por hacer amigos, era extraño e inquietante y eso le gustaba. 

~•~

¡Feliz noche buena a todos!, espero se la pasen muy bien con sus familiares y amigos :) espero te guste tu regalo adelantado un poco de fluff para el corazón uwu

𝙰𝚞𝚝𝚑𝚎𝚗𝚝𝚒𝚌 𝙷𝚎𝚊𝚛𝚝𝚜🍂𝙸𝚗 𝚊 𝙷𝚎𝚊𝚛𝚝𝚋𝚎𝚊𝚝Donde viven las historias. Descúbrelo ahora