Capítulo 24

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Todos prepararon un campamento improvisado para pasar la noche

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Todos prepararon un campamento improvisado para pasar la noche. Cuando oscureció, se tumbaron en sus respectivas mantas para dormir. 

—¿Qué crees que hay en el reino de Aslan? —preguntó Lucy a su amiga, mientras observaba el cielo.

—No lo sé —respondió ella, tumbada del lado contrario a la menor.

—Vamos —insistió Lucy—, es tu padre.

La mayor se giró en dirección al cielo para poder mantener de forma más cómoda una conversación con su amiga. 

—Supongo... —comenzó a decir, aunque realmente ni siquiera ella lo sabía—. Supongo que es un lugar precioso.

La menor comprendió que realmente no lo sabía y se mostró satisfecha con aquella respuesta. Antes de cerrar los ojos, lo último que vio fueron las estrellas que brillaban en el firmamento. 

A la mañana siguiente, Carol se despertó de golpe, como si alguna extraña magia la estuviera llamando. Miró hacia el cielo y, aunque ya comenzaba a amanecer, una estrella azul se alzaba con fuerza. 

—¡Chicos! —chilló, despertando a todos—. ¡La estrella azul! 

Todos se incorporaron y observaron la estrella. Entonces Caspian ordenó que subieran al barco. Eustace tuvo que seguirles volando. Navegaron durante varios días hasta que, por fin, divisaron tierra. Un grupo de la tripulación fue el que desembarcó junto a los reyes y recorrieron la isla hasta llegar a lo que parecía su centro. En él, se encontraron con una sala ocupada por una gran mesa repleta de comida. Estuvieron tentados de comer, pero vieron que en uno de los extremos de aquella mesa se hallaban tres de los Lords sentados. Parecían hechizados.

—Coged sus espadas —ordenó Caspian, tras asegurarse que nadie comía nada de aquella mesa.

Edmund, Lucy y Caspian cogieron las tres espadas y se dieron cuenta de que debían colocarlas encima de la mesa. Mientras las colocaban, Carol miraba hacia el exterior dándose cuenta de que la estrella azul estaba cada vez más cerca de ellos. 

Cuando la estrella llegó al fin hasta ellos, Caspian y Edmund se quedaron maravillados con su belleza. La estrella azul había adoptado la imagen de una mujer hermosa. A Lucy le pareció exagerada la reacción de los chicos y a Carol le molestó. 

—Bienvenidos —saludó la hermosa estrella con una voz dulce—. Comed todo lo que queráis. Os aseguro que, mientras no haya discusiones en esta mesa, nada os sucederá. 

Con sus palabras, los tripulantes se animaron a probar la comida, y pronto se sentaron todos para saciar su apetito. Todos excepto los cuatro reyes. 

—¿Quién sois? —inquirió Caspian, sin poder apartar la mirada de ella. 

—Soy la estrella azul —respondió con una sonrisa. 

—Sí —intervino Carol—. Hola, estrella. 

Sus palabras traían un regusto a molestia, y es que no le gustaba la atención que la estrella recibía por parte de los chicos. Sobre todo, por parte de Edmund. 

Con ello, salió al exterior. Los demás no tardaron en seguirla. 

—Veo algo oscuro en tu interior, Carolina —mencionó la estrella, que se encontraba más cerca de Carol que el resto. 

Ella la miró con rencor y habló con un tono grotesco: 

—Aléjate de mi chico. 

La estrella la miró con ternura y sonrió.

—No es él quién me llama la atención. 

Carol se sorprendió ante aquella confesión, pero no dijo nada más. 

Cuando todos estuvieron juntos en lo que parecía un mirador, la estrella señaló una isla que se podía divisar a lo lejos.

—Es esa isla dónde debéis ir —comentó volviendo a mirarlos—. Pero tened cuidado. No penséis en nada que temáis, ya que cualquier pensamiento podría ser fatal. 

Ellos asintieron y se dirigieron al barco junto a sus tripulantes. 

La hija de AslanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora