Capítulo 12

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El ruido hacía eco entre las gruesas paredes de piedra del refugio narniano

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El ruido hacía eco entre las gruesas paredes de piedra del refugio narniano. Peter escuchaba atentamente mientras terminaba de ponerse su armadura. Suspiró una última vez mirando la imagen de Aslan en la pared y se incorporó para dirigirse al exterior. La luz del sol le cegó por unos instantes, hasta que por fin pudo observar a toda la gente que se encontraba a su alrededor. Su mirada se posó sobre Miraz, y mantuvo la contraria mientras se acercaba a la zona de duelo.

No temáis, pequeño rey habló el hombre con una voz siseante, no durará mucho este tormento.

No, no durará respondió Peter con seriedad, pronto Narnia volverá a ser libre.

Ambos se colocaron bien sus cascos y se prepararon para comenzar la batalla.

[...]

A cierta distancia de la batalla y a través del frondoso bosque, las hermanas Pevensie iban a caballo en busca del gran león. Pensaban que habían logrado despistar a los soldados telmarinos, pero pronto se dieron cuenta de que no era así. A unos metros de ellas, a una altura más elevada del camino escondido por el que cabalgaban Susan y Lucy, un pequeño grupo de soldados se había percatado de su presencia.

¡Nos han visto! chilló la más pequeña de las hermanas, preocupada.

Susan no respondió, simplemente siguió su camino hasta llegar a un claro en medio del bosque. Detuvo el caballo y se bajó, dejando en las manos de su hermana las riendas.

¿A dónde vas? preguntó Lucy, asustada por la decisión temeraria de su hermana mayor.

Lo siento Lucy, pero al final sí que tendrás que ir sola.

Ambas se miraron a los ojos y, aunque Lucy quiere evitar que su hermana se quede, la mayor da un golpe al caballo para que se ponga de nuevo en movimiento. Con la cabeza fría, se colocó en un punto con buena visibilidad y mantuvo su arco en guardia. Lucy detuvo el caballo antes de perder de vista a su hermana y la miró con ojos de súplica, pero Susan estaba decidida a arriesgarse por el bien de su gente y ella lo sabía. Con una última mirada, Lucy retomó su camino.

Los golpes de los cascos de los caballos comenzaron a resonar en los oídos de Susan y dirigió toda su atención en esa dirección. Cuando el primer soldado entró en su campo de visión, apuntó con su arco y esperó hasta poder dar en el blanco. Hizo lo mismo con el siguiente, y también con el próximo telmarino que se aproximaba a ella. Sin embargo, pronto se encontró acorralada entre los dos últimos, que la tenían desarmada y tumbada en el suelo a su merced. Susan pensó que ese era su fin y se preparó para hacerle frente a la muerte, pero un grito de guerra se oyó tras los dos soldados y pronto ambos fueron aniquilados por el príncipe Caspian. La muchacha soltó el aire que ni siquiera sabía que estaba reteniendo y agradeció con una sonrisa la ayuda del joven. Éste le tendió su mano para ayudarla a incorporarse y juntos regresaron a caballo hasta el lugar dónde estaba aconteciendo el duelo.

La hija de AslanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora