Las historias son ciertas.
Hace mucho tiempo, en nuestro mundo hubo una reina que reinó sola. No hubo hijo de Adán ni profecía, solamente había una chica dispuesta a gobernar con justícia a su pueblo. Fueron grandes años para Narnia, con celeb...
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Tras una larga caminata, todos los jóvenes reyes y el príncipe al fin llegaron al lugar dónde se ocultaban los Narnianos. Los cuatro hermanos observaron el lugar, percatándose de que les resultaba realmente familiar. Caspian, al ver su confusión, decidió mostrarles el lugar en profundidad. Atravesaron un pasillo lleno de dibujos que retrataban su propia historia, incluso la de la reina Carolina, hasta llegar a una sala dónde se encontraba una mesa partida por la mitad. La mesa de piedra.
—¿Por qué me resulta tan familiar? —preguntó Lucy observando el lugar en la oscuridad, aun sin ser capaz de vislumbrar las superficies a la perfección.
Caspian dejó caer con lentitud su antorcha hacia un hueco alargado lleno de ceniza, provocando que la luz se hiciera presente en la sala.
—Aquí es dónde murió Aslan —comentó Susan, al poder ver finalmente el lugar.
Lucy se sorprendió al darse cuenta de ello y se acercó a la mesa hasta rozarla con su mano. Leyó la inscripción y se giró de nuevo hacía el resto con una mirada melancólica. Al ver la expresión de su joven hermana, Susan se acercó hacia ella y la rodeó en un abrazo comprensivo.
—Sabrá por qué lo hace —comentó Lucy mirando la imagen de Aslan frente a ella.
—Ahora nos toca a nosotros —sentenció Peter dando un paso adelante en señal de autoridad.
Todos miran a Peter ante esas palabras, pero pronto regresan la mirada al frente encontrándose con el retrato de Aslan. Carolina, habiéndose quedado al margen de la conversación de los hermanos, dirigió su mirada fija a la mirada reproducida en la pared de su padre y centró su mente para establecer una conexión con él.
Ayúdanos, ellos solos no pueden, yo sola no puedo. Por favor. Te necesitan, te necesitamos, te necesito.
Aslan no respondió, pero ella sabía que la había escuchado.
[...]
Unas horas más tarde, Peter se dispuso a reunir a todo el mundo alrededor de la mesa para darles una noticia. Cuando todos ya se encontraban allí, el joven rey habló.
—Debemos atacar.
El príncipe se levantó de golpe y encaró la precipitada decisión de Peter.
—Es imposible, nadie ha tomado nunca ese castillo.
—Siempre hay una primera vez —refutó el rey irritado ante su contrariedad.
—¡Es una locura!
La imagen que todos observaban era una guerra de poder entre el sumo monarca y el príncipe Telmarino. Nadie quería entrometerse en eso, pero la reina Susan sabía que alguien debía decir algo.
—Yo pienso lo mismo que Caspian, es imposible —comentó con una mueca en el rostro, sabiendo que a su hermano no iba a gustarle nada que estuviese en su contra.
—Pues yo creo que podríamos intentarlo —refutó Edmund, apoyando a su hermano mayor.
La balanza volvía a estar equilibrada, por lo que la guerra de poder seguía latente en el ambiente.
—No creo que sea buena idea... —soltó de repente Carol, aunque con un hilo de voz que apenas pudo escucharla Lucy.
Tras una larga guerra de miradas, Caspian comprendió que él no era rey y, por ende, la decisión final le correspondía a Peter. Cuando éste recuperó su liderazgo, se dirigió hacia uno de los centauros.
—Si consigo que entréis, ¿podréis derribar a los guardias?
—O moriremos, señor.
—Eso es lo que me preocupa —soltó Lucy, rompiendo el momento que se acababa de formar—. Todos decís que sólo hay dos opciones. Morir aquí o morir allí.
— No has escuchado nada —respondió su hermano mayor molesto.
—No, eres tú el que no escucha. Has olvidado quien acabó con la Bruja Blanca, ¿Peter?
—Ya hemos esperado a Aslan lo suficiente —Lucy se quedó en silencio y Peter siguió hablando—. Caspian, Susan y Edmund vendréis conmigo. Lucy y Carol os quedaréis aquí.
—¿Por qué? —se quejó Carol con molestia. Odiaba que la trataran como a una niña pequeña—. Yo también quiero ir.
—Es muy peligroso. Tienes que quedarte aquí y cuidar de todo.
—Eso puedo hacerlo perfectamente yo —reprochó Lucy, quién también se sentía preparada para cuidar de ese lugar mientras el resto se marchaba a la batalla.
—No —sentenció Peter con autoridad—. Carol prométeme que cuidarás de Lucy.