Capítulo 5

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Desde que era pequeño, Kuroo siempre tuvo sus pensamientos bien claros, eran un alfa decidido, con 22 años recién cumplidos. Kuroo se podía mantener tranquilo pero siempre era perspicaz, a fin de cuentas siempre fue un alfa astuto.

Pero ahora, justo en esa semana no tenía tiempo ni para beber agua porque alguien ya lo tenía secuestrado. Pero lo que más le jodía era ese omega, ese omega tenía algo. El alfa fue consciente de eso cuando pidió que le disparara y el omega sin titubear lo hizo pero para su suerte o tal vez no, le disparó en la pierna, además de dejarlo libre después de haberle curado la herida.

Pero justo ahora esperaba de todo menos aquella pregunta.

—¿Qué?— Preguntó una vez más para estar seguro de lo que Kenma le había dicho.

—Como oíste, trabaja para mí Kuroo, yo te daré todo, hasta un lugar donde poder continuar tus estudios, pídelo alfa y te lo concederé pero solo si trabajas para mí.

El alfa miraba con cautela al omega, algo pasaba que aún no se fijaba, ese omega debía querer algo más. En sus encuentros anteriores había una razón por la cual hacía todo y él no sería un capricho nada más, estaba seguro.

—¿Qué es exactamente lo que buscas en realidad Kenma? ¿En qué me ves útil? Dime por qué aún no me has matado.

Y Kuroo suspiró cuando sintió el olor de la excitación del omega.

Mirándolo fijamente a sus ojos podía ver la pequeña sonrisa burlona de Kenma, esa sonrisa, esos ojos y su aroma lo estaban consumiendo.

—Es la segunda vez que haces la pregunta correcta, sabes tu lugar, me gusta eso, me gusta que no seas estúpido y por eso te responderé a tu pregunta, alfa.

Kuroo observó como el omega se levantaba lentamente, guardando las cosas en un gabinete, y con la mirada le pidió al alfa que lo siguiera. Kuroo se levantó lentamente, aún le dolía la pierna pero podía andar mejor.

Siguiendo al omega llegó a una habitación pero antes de entrar se detuvo en seco.

No podía entrar ahí, se volvería loco.

—¿Por qué no pasas, alfa?— Preguntó Kenma sentándose en su cama con las piernas cruzadas y su cuello estirado.

Dios mío, Kenma lo iba a volver jodidamente loco.

—No voy a entrar a tu habitación, omega.

Kenma sonrió.

—¿Por qué? Te dije que te respondería pero debes pasar.

Kuroo gruñó, ese omega lo estaba provocando.

—No voy a entrar porque en vez de querer oírte contestar mi pregunta te voy a querer oír gimiendo mi nombre.

Kenma tembló de deseo por un momento, estaba provocando al alfa, quería ver que tan lejos llegaba, que hacía, cuáles eran sus actitudes, sus respuestas.

—Alfa...

Kuroo sonrió malicioso pero tomó la perilla de la puerta y la cerró con fuerza.

—¡Quiero mi respuesta para mañana Kenma!— Le gritó tirándose en el sofá más grande que había.

Como le dolían los testículos por ese omega.

La mañana siguiente Kuroo se levantó por el fuerte olor a quemado. Abriendo los ojos abruptamente observó su entorno rápidamente para saber de dónde provenía aquel olor.

Pero solo unos segundos bastaron para darse cuenta que ese humo era proveniente de un pan quemado.

Levantándose del sofá Kuroo se dirigió a lo que creía que era la cocina de la casa de Kenma.

Omᥱgᥲ // KᥙrokᥱᥒDonde viven las historias. Descúbrelo ahora