ALINA

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--Quiero esa información a más tardar el viernes, ni un día más ¿Entendido? — El hombre frente a nosotros solo mueve su cabeza asintiendo a cada palabra que sale de los labios del señor De Luca.

Es algo vergonzoso estar sobre el regazo del socio de mi padre mientras habla con un hombre que puede darme la información necesaria o incluso más de la que me puedo esperar.

--Como usted diga jefe, pondré a mis hombres a investigar ahora mismo— El hombre que viste totalmente de negro extiende su mano para despedirse del señor De Luca y retirarse de la oficina

Los mensajes en mi teléfono no provocaron una buena reacción en el hombre que justo ahora besa mi cuello provocando pequeñas cosquillas que me hacen remover en su regazo.

--No te recomiendo que te muevas de esa manera—Susurra en mi oído

Sus manos dejan mi cintura para comenzar a adentrarse en mi camisa donde comienza con suaves caricias en mi abdomen, logrando sacar suaves gemidos de mis labios.

--Me fascina escucharte gemir, creo que será mi nuevo sonido favorito—Muerde suavemente mi cuello —. Dime pequeña, ¿Aceptaras mi invitación a cenar?

Giro mi rostro un poco a la derecha, topándome con su oscura mirada. Una de sus manos deja mi abdomen para comenzar a subir mucho más, logrando llegar a mi pecho izquierdo.

La extraña humedad que se forma en mi entrepierna me hace volver a mover mi trasero sobre el enorme bulto que se acaba de formar en el pantalón del señor De Luca, provocando que un gruñido escape de sus labios erizando los vellos de mi nuca.

--Respóndeme cariño, ¿Aceptas o no? — Sus caricias en mi pecho se sienten como llamas atravesando mi interior. No quiero que pare.

--Acepto…pero por favor no se detenga—Contesto aceptando su invitación, sorprendiéndome por mi forma poco racional de responder.

--No lo haré, pero sabes algo mí pequeña Amapola— Exclama con su rostro oculto entre mi cuello—. Me gustaría hacerte mucho más que esto

Muerdo con fuerza mi labio tratando de contener un gemido mucho más ruidoso cuando con ayuda de su otra mano suelta los cinco primeros botones de mi camisa, dejando a la vista mis pechos. Tomándome por sorpresa, baja mi sostén permitiéndole una vista de mis pezones que se han puesto duros por sus toques.

--Maravillosa vista—Murmura, con su atención puesta en mis pechos—¿Quieres que baje el ritmo preciosa? —Inquiere

Se que he dicho que seguiría el consejo de Electra, pero esto es extraño y demasiado apresurado para mí. Simplemente no puedo permitir que continúe.

--Podríamos dejar esto…por favor—Pido bajando mi cabeza y cruzando mis brazos sobre mi pecho

--Hare lo que quieras—Aparta mis brazos de mi pecho y comienza a subir de nuevo el sostén, para después comenzar a cerrar uno a uno los botones de la camisa.

COMPLETAMENTE ABIERTA A TÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora