ALINA

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--¿Señorita le gustaría algo de beber?— La chica pelirroja se encuentra frente a mi con una mirada cargada con lo que parece ser rabia

--No, tranquila estoy bien— Una corta, pero forzada sonrisa se dibuja en sus labios antes de alejarse para ir en dirección a su jefe quién se encuentra hablando en francés por teléfono.

Con cada paso contonea las caderas de una manera algo exagerada para su cuerpo, es casi como mover un fideo recién preparado que en cualquier momento podrá romperse a la mitad.

¿Tan difícil es actuar de manera normal y natural para ella?

Veo como el señor De Luca se gira un poco y separa de su oído unos segundos el teléfono para poder responderle a la chica, ella solo hace un asentimiento con la cabeza y vuelve a girarse, pero esta vez con una cara peor que cuando a un bebé le dan de probar por primera vez un limón. Sus ojos se encuentran con los míos para después ponerlos en blanco

Pero... ¿Qué le ocurre?

Dejo de observarla para prestarle atención al hombre que se acerca a mi con una sonrisa y el teléfono en la mano.

--¿Estás bien cariño? Adah me ha dicho que no te apetecía nada de beber— Doy una mirada fugaz a la chica que sigue parada al lado de la salida, observándonos de manera expectante. Me causa un poco de miedo. Vuelvo a mirar nuevamente al señor De Luca enganchando me a sus ojos oscuros

--Tranquilo, estoy bien— Le ofrezco una suave sonrisa que no tarda en serme devuelta por él. Puedo sentir la mirada de la chica quemándome el rostro tal y como si deseara que desapareciera lo más pronto posible—. Yo creo que...debo volver a casa, le prometí a mi padre que mientras no estuviese iría a cualquier lugar en compañía de uno de los guardaespaldas

--¿Tu padre se ha ido?

Asiento con la cabeza ante su pregunta— Me ha informado que tuvo que viajar de improvisto

--Eso...parece ser una buena noticia— Susurra en mi oído una vez que estoy casi a su altura, por sobre su hombro veo a la chica desviar la mirada rápidamente a la carpeta que tiene abierta en sus manos.

Siento como un suave beso se instala en mi mejilla, haciendo que nuevamente mire al señor De Luca con una sonrisa de labios sellados.

--Señor... lamento interrumpir, pero olvide mencionarle que tiene una reunión con Matteo para ver cómo está el proyecto

--Avísale a Matteo que tendremos que posponer la reunión unos cuántos minutos más

--Pero señor...—La chica guarda silencio por unos cuantos segundos y termina obedeciendo— .Con permiso debo retirarme

Sus ojos de nuevo se dirigen a mi provocando que un escalofrío me recorra el cuerpo. Su mirada es pesada y logra atraerme un mal presentimiento que comienza a instalarse en mi pecho como una fuerte punzada.

--¿Estas bien pequeña? — La voz y la mano en mi espalda baja me hacen retirar los ojos de la chica. Giro mi rostro para después sonreír dejando en el olvido mi extraña sensación

--Sí, solo...pensaba — He recordado que la llegada de Massimo y Electra se aproxima cada vez más y aún no tengo un obsequio para darles como bienvenida. Me emociona tanto poder verlos nuevamente. — ¿Podría pedir un pequeño favor?

Una sonrisa de perfectos dientes blancos se asoma logrando cautivar me— Ya te he dicho que puedes pedirme lo que más desees— Sus palabras vuelven a activar el cosquilleo incontrolable en estómago y puedo jurar que todos los distintos tonos rojizos existentes en el mundo se han instalado en mi rostro. No recuerdo una sola vez en la que llegue a sentirme de esta manera, ni siquiera con los halagos de mi padre que lo hacen lucir como un poeta sacado de un libro.

COMPLETAMENTE ABIERTA A TÍDonde viven las historias. Descúbrelo ahora