Veo el auto del señor De Luca alejarse y una sensación de soledad y desprotección me embargan.
Ahora me doy cuenta de que mi mente ya no es racional, no cuando me veo extrañando su presencia, sus manos en mi cintura y su gruesa voz susurrando palabras que me causan escalofríos. He perdido lo que conocía como razonamiento.
Las imágenes de lo sucedido en su auto hace unos minutos me golpean como un boxeador a su enorme saco y provocan un intenso calor en mi cuerpo. Nunca cruzó por mi mente el verme haciendo tales cosas, pero admitámoslo ¿Acaso habría alguien que si pudiese imaginar acciones de ese estilo? Simplemente es algo inimaginable y por supuesto que inexplicable hasta para la persona a la que le ocurre.
Quién podría si quiera imaginar que tan solo hace unos días me provocaba rabia el que una persona dijese que otra es de su propiedad, pero que ahora ese hombre que se acaba de marchar me lo susurré al oído me encanta.
Lo más preocupante de la situación es mi padre… ¿Qué haré si lo que acabo de aceptar como un pequeño momento de la vida, se convierte en un verdadero caos? En este instante mi vida se debate entre hacer lo correcto o dejarme llevar por el peligro, por una parte, podría perder a mi padre y toda su confianza si dejo que esto continúe, pero podría también perder la oportunidad de vivir cosas nuevas, sucesos que nuevamente me volverían a traer esa extraña adrenalina que recorría mi cuerpo cuando tan solo tenía catorce años.
Una fuerte corriente de aire resopla, logrando erizar los diminutos vello de mi nuca. Inflo una de mis mejillas mientras me dirijo a pasos cortos a la entrada de mi hogar, donde Richard y su compañero Simón River un nuevo guardia quien no lleva más de tres meses me reciben con una sonrisa como de costumbre.
--Hola Richard, hola Simón— Saco una de mis manos del bolsillo de mi abrigado suéter, estirándola para poder saludarles mucho mejor
--Buenas tardes señorita Mancini— La voz de ambos hablando al unísono me causa gracia, y sin poder evitarlo suelto una carcajada. Luego de ello el primero en tenderme la mano es Richard y después de él va Simón, quien sostiene en su otra mano un envase de Starbucks.
A mi en particular me desagrada la idea de comprar café, además nunca me gustó el que es preparado en ese lugar, siempre me encuentro prefiriendo una taza de café hecho en casa. No hay nada mejor que algo preparado de manera casera y tradicional
--¿Qué tal va tú tiempo trabajando para mi padre Simón? — Pregunto, viendo como entrelaza los dedos alrededor del embace blanco y esboza una suave sonrisa
--Me he sentido a gusto, su padre es un excelente hombre señorita— Sonrío con su respuesta. El tiene razón, ninguno de los hombres que han trabajado para mi padre y se han encargado de nuestra seguridad se ha quejado. De hecho, todos siempre están satisfechos con el trabajo y nunca tienen queja en contra de su jefe.
--Eso es bueno…y tú Richard, ¿Qué tal va todo? ¿Cómo está la señora Marietta? —El me da una sonrisa mientras termina por colocarse unos guantes negros
--Mejor que nunca señorita, y mi madre se encuentra bien, aunque pregunta por usted y por cuando volverá a visitarla— Una enorme sonrisa se dibuja en mi rostro al recordar la primera vez que tuve la oportunidad de conocerla. Esa mujer es la persona más dulce y alegre que me haya podido cruzar, su humildad es tan grande que me hace adorarla y quererla tanto como si fuese mi abuela.
Aunque realmente eso es ella para mí. Ella para mí se convirtió en parte de la familia, de hecho la última vez que fui con Richard a visitarla la llame sin querer abuela y la emoción en ella fue tan grande que soltó unas cuantas lágrimas y después me preparo postres y dulces casi para un año entero.
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COMPLETAMENTE ABIERTA A TÍ
De Todo"Todos queremos lo que no se puede, porque somos fanáticos de lo prohibido" Esa es una de las frases que tiene demasiado sentido para el sexy y poderoso Leonardo De Luca. ¿Quién pensaría que el hombre más sexy y millonario está obsesionado con una h...