*** OBRA NÚMERO DOS DE LA BILOGÍA ANGIE ***
Angie, Bastian, Maxi y Dulce solían ser un buen equipo cuando eran adolescentes. Se habían metido en un montón de enredos típicos de la edad y al final habían conformado dos parejas: Angie y Bastian y Max...
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El viernes cerca del mediodía Angie regresó al hotel, se recostó en su cama y sintió frío. Perdió la vista en el ventanal y por primera vez en muchísimo tiempo sintió que el hotel no era su casa.
«No, no vayas por ahí, no llevas ni una semana aquí y siete años fuera». Se dijo a sí misma.
Puso a cargar su celular, el que se había quedado sin batería desde la noche del miércoles y comenzaron a llegar los mensajes.
«¿Ángeles? ¿Dónde estás? Te he llamado como veinte veces... ¿Estás bien? Me estoy asustando...». Decía Silvia.
«Ya Annette nos informó que estás con Bastian y que nadie sabe de ustedes desde el miércoles a la noche, también nos contó del papelón JAJAJAJAJAJAJA ¿Cómo cuernos creíste que Annette era la mujer de Bastian? ¿Por qué no preguntaste?». Ese mensaje era de Dulce.
«Angie siendo Angie JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA. Me hiciste el año». Y ese era de Maxi.
«Ángeles, te extraño, ¿dónde estás, bebé?». Ese era de Arturo.
«Angie, ¿estás con Bastian? Eso me dijo Annette... Ay, hija, cuidado con el fuego no vaya a ser que te quemes y termines peor... No tengo nada en contra de que disfruten el reencuentro, solo piénsalo primero... aunque puede ser que cuando leas esto ya sea tarde. Te quiero, mamá». Y ese era de Dina que siempre firmaba los mensajes como si mandara una carta.
Angie rio. No le dieron ganas de escribir, así que mandó audio a cada uno.
—Ay, Silvia... lo hablamos, lo hablamos todo... todo, todo... más que todo... no aguanto más, en cualquier momento le salto al cuello. Me estoy controlando porque no es cualquier chico guapo que me excita, es Bastian... y no puedo equivocarme con él. Dime qué demonios hago...
—Hola, Dulce, ¿por qué Annette es tan chismosa?
—Me alegro haberte dado un motivo para divertirte, a mí mucha risa no me causó, pero no me quejo de los resultados... Te agradecería que le pongas un cinturón de castidad a tu organizadora de bodas, gracias...
—Hola, má... no pasó nada, no te preocupes... al menos no directamente... hablamos y nos dijimos cosas... lo arreglamos, ya no duele... eso me hace bien, me siento libre... siento que puedo volar, má... ¿Por qué me siento así? Lo extrañaba mucho, ¿sabes? He pasado unos días perfectos... y no seas mal pensada... aunque un poco sí, puedes serlo...
Angie ignoró a Arturo y se quedó tumbada en la cama con una sonrisa en los labios cuando el teléfono vibró, eran las respuestas que comenzaban a llegar.
—Cómetelo como más te guste, amiga, pero solo si no va a doler después... si no, tocará aguantarse el hambre y vivir de los recuerdos... ya sabes...
—Annette no es chismosa, somos un equipo, todos siempre sabemos todo de todos... —respondió Dulce—, pero cada vez que lo pienso me da risa... Nos reímos de lo lindo. Nos vemos esta noche en el hotel, estaré allí para las siete.