Cuando Angie abrió los ojos eran las ocho de la mañana de aquel primer domingo de regreso en casa. Dulce ya no estaba a su lado, por lo que intuyó que en algún momento de la noche se dejó vencer por el cansancio y se quedó dormida. Maxi la debió de haber buscado como habían quedado y ella decidió no despertarla.
Angie se sentía descansada y eso era bueno, sobre todo con vistas a todo lo que le tocaría enfrentar ese día. Se dio unas vueltas en la cama mientras pensaba por qué no podía dormir un poco más como lo hacía cuando era adolescente, pero su reloj biológico no le permitía estar en la cama pasada las ocho de la mañana.
Quizás era porque se había acostumbrado a vivir al límite del estrés, la gente solía decirle que trabajar en un hotel frente a la playa debía de ser increíble, y lo era sí, pero no por eso era más relajado que cualquier otro trabajo. Había que estar al pendiente de que todo esté siempre perfecto, que los clientes disfrutaran su estadía.
Además, en la playa el sol a esa hora ya estaba enorme y brillante, los turistas más activos bajaban a desayunar o a caminar por la arena blanca y los empleados del hotel debían estar siempre atentos. Pero ella no era una turista en esos días, o quizá sí que lo era, una turista en su propia vida, una turista escudriñando su pasado, pensó.
Llamó a servicio de habitación y pidió un desayuno, no tenía ganas de bajar. Se levantó, fue al baño y se dio una ducha tibia, para luego salir en bata y acomodar sus pertenencias en el armario del hotel.
Sí, definitivamente estar en un hotel se sentía en casa, y eso era lo que ella había querido desde que había hecho la elección de su futuro.
Cuando ordenaba sus cosas sobre la mesa de noche encontró una nota de Dulce.
«No quiero despertarte porque estás profundamente dormida, me voy a casa, Maxi está en camino. Ha sido bello pasar este tiempo juntas y espero que en estos días tengamos mucho más tiempo para nosotras. El plan para mañana es almorzar en casa porque a Maxi le hace ilusión que conozcas nuestro nido. Luego iremos a lo de Dina... prepárate...
El lunes por la mañana tenemos que ir a Felicidad, irá la organizadora y necesita ver el sitio para preparar todo. Luego, pensaba que podrías acompañarme a hacer algunos ajustes en el vestido, la panza crece y quién sabe el tamaño que adquirirá en una semana.
Bueno, eso por el momento... y ya no te daré spoilers de lo que vivirás por aquí en estos días, pero organizar una boda es extenuante... necesito tu ayuda...
Te adoro, D.»
Angie sabía que el «prepárate» de Dulce significaba que una lluvia de recuerdos caerían muy pronto sobre ella y tenía que estar lista. Sin embargo, por alguna extraña razón, aquella mañana, se sentía despierta y viva... algo que no podía describir muy bien, pero estaba segura de que era una buena señal.
Se acercó a la ventana del cuarto y observó desde allí la ciudad. La vista era bonita, nada comparado el mar turquesa desde su oficina, pero igualmente bello, otra clase de belleza, una que se sentía parte de ella. Allí estaban los edificios, casas y árboles que recordaba de toda su vida y sonrió.
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Lo que Angie creía que quería (2)
Romance*** OBRA NÚMERO DOS DE LA BILOGÍA ANGIE *** Angie, Bastian, Maxi y Dulce solían ser un buen equipo cuando eran adolescentes. Se habían metido en un montón de enredos típicos de la edad y al final habían conformado dos parejas: Angie y Bastian y Max...