Capítulo 36

1.4K 282 77
                                    

Las palabras comenzaron a sobrar y el silencio de la noche lo abarcó todo, solo podían mirarse, como si no se hubieran visto en años, como si sus almas se hubiesen encontrado luego de una larga búsqueda y al fin volvieran a conectar

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Las palabras comenzaron a sobrar y el silencio de la noche lo abarcó todo, solo podían mirarse, como si no se hubieran visto en años, como si sus almas se hubiesen encontrado luego de una larga búsqueda y al fin volvieran a conectar.

Bastian acarició con el dorso de sus manos la mejilla derecha de Angie y luego se dejó caer sobre ella, su cabeza sobre su pecho. Angie lo abrazó y acarició sus cabellos con ternura.

—Estás aquí... —susurró él y la voz le tembló.

—Estoy aquí... para ti, contigo... —dijo con dulzura.

—Ay, Angie... siento que mi corazón va a explotar —susurró él. Ella abrazó su cabeza y lo besó con dulzura en la frente mientras acariciaba sus cabellos—. Dejarte ir por segunda vez fue lo más difícil que tuve que hacer en mi vida... Estaba tan confundido, la primera vez no pude hacer nada, no tenía nada para darte, pero ahora... ahora podía pedirte que te quedaras, dudaba si lo hacía o no... sentía que querías que lo hiciera, pero...

—No querías obligarme a renunciar a la vida que había construido...

—Sí... no quería ni creía merecer que lo dejaras todo eso por mí. Quiero darte un amor que te haga feliz y libre, no uno que te retenga ni te ate a mí...

—Pero yo esperaba que me lo pidieras, aunque estaba muy confundida también —aceptó—. Volver fue todo un reto para mí, Bastian, sabía que no iba a ser sencillo, pero esperaba otras cosas... no lo que sucedió.

—¿Qué esperabas? —preguntó él levantando la cabeza para mirarla.

—Esperaba no sentir nada, aunque sabía que no era una opción, pero no quería admitirlo. Por demasiado tiempo me escondí en un personaje que creía ser, que pensaba que quería ser... recordar dolía demasiado, como tú mismo lo dijiste, era una historia hermosa y sin cierre, y no cicatrizaba... Yo nunca te olvidé —susurró—, te pensaba todos los días, rezaba por ti...

—¿Sí? Pensé que habías podido olvidar... superar... —Él se incorporó y buscó los breteles del vestido para pasárselos por los hombros y bajarlos con lentitud. Ella se movió para que lo hiciera y le facilitó el trabajo desprendiéndose en un movimiento el broche del sujetador—. Déjame abrir mi regalo despacito —susurró él, ella sonrió.

—Nunca te olvidé, mi amor... Todos los días durante siete años fuiste parte de mis pensamientos, pero no quería admitirlo, Bas, porque dolía... Me escondí hasta de mí misma y me convencí de que ya no quería las cosas que antes solía querer, pensé que si empezaba a querer cosas nuevas no sería tan doloroso...

—Lo comprendo... —dijo él y comenzó a besarle con infinita suavidad el cuello, la clavícula, los senos. Angie se estremeció.

—No quería enamorarme porque sabía que no podría volver a hacerlo... nadie nunca estaría a tu nivel... —susurró y cerró los ojos ante la oleada de placer que recibía, él sonrió—. Llegar aquí fue ponerme cara a cara con la Angie que fui, con esa que oculté, con la que estaba enfadada... y claro, como no, con la que estaba muerta de amor por ti...

Lo que Angie creía que quería (2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora