Cuando Angie despertó a la mañana siguiente, la cama estaba vacía. No había rastros de Bastian más que el aroma de su almohada y de su piel, que aún olía a él. Ella tanteó el espacio vacío en busca de algún mensaje, pero no había nada, se había ido, se había acabado... el libro de su historia se había cerrado.
Angie llevó la almohada y se cubrió el rostro.
«Qué final épico». Pensó.
Pero eso no se sentía como un final, aunque lo fuera.
Angie se levantó con pesar y casi como un robot comenzó a prepararse. Se dio un baño, aunque no tenía ganas de sacarse de la piel los rastros de Bastian, recordó la noche mientras el agua caía por su cuerpo y volvió a sentirse incendiada. Necesitaba más, quería más... quería todo.
Se vistió y terminó de empacar. El tiempo había sido corto para tantos años separados.
Desayunó y luego fue hasta su vehículo para ir camino al aeropuerto donde se encontraría con Maxi, Dulce, Samuel, su madre y su padre.
Era temprano cuando llegó y todos la esperaban en la mesa de una cafetería.
—¿Esa cara? —inquirió Dulce al verla luego de los saludos correspondientes—, parecería que no dormiste nada, al igual que yo, pero por otros motivos... —bromeó.
—No dormí —dijo ella y le regaló una sonrisa.
—Ay, Angie... tenemos que hablar y ya te vas —susurró con desesperación—. ¿Qué pasó ayer? —quiso saber.
Las dos susurraban mientras el resto de la mesa fingía estar absorto en una conversación sobre el clima para darles ese espacio que sabían que necesitaban.
—Todo...
—¿Todo? ¿Todo?
—Todo y más que todo —dijo ella—. Dios, estoy hecha un lío, Dulce...
—¿Por?
—¿Y lo preguntas? —inquirió—. Me siento como cuando éramos adolescentes y pasábamos del amor al odio de un solo día al otro, o como cuando fuimos de viaje de egresados y nos amamos cada noche a escondidas... siento como cuando no era capaz de contener mis impulsos, o las emociones me superaban con facilidad... Estoy desequilibrada y él lo hace todo más difícil.
—¿Por qué? ¿Te pidió para regresar? —quiso saber ella.
—No, ojalá lo hiciera... él se despidió —comentó.
—¿Qué?
—Dijo que ayer cerramos el libro...
—¿Y lo cerraron con sexo? —preguntó ella confundida—. Vaya, ese libro habrá sido una novela erótica —bromeó.
Angie sonrió y negó.
—No, él preparó un día perfecto... siete paradas, digamos, desde el desayuno... por los siete años que estuvimos separados. Los primeros tres fueron para recordarme quién era y quiénes solíamos ser. Luego fuimos a Felicidad y allí él me habló un poco de quién es hoy y quién desea ser... también me preguntó por mí... Y entonces, justo en la terraza donde lo hicimos por primera vez, él habló de despedida.
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Lo que Angie creía que quería (2)
Romance*** OBRA NÚMERO DOS DE LA BILOGÍA ANGIE *** Angie, Bastian, Maxi y Dulce solían ser un buen equipo cuando eran adolescentes. Se habían metido en un montón de enredos típicos de la edad y al final habían conformado dos parejas: Angie y Bastian y Max...