Capítulo cuarenta y cinco

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No llevábamos mucho tiempo de camino, ni siquiera habíamos salido del estado de California.

Percy y yo estábamos acampando en medio de un pequeño bosque porque "alguien" ejemPercyejem, se las había arreglado para destruir nuestro coche, otra vez.

Yo estaba recostada con la cabeza apoyada en el regazo de Percy, observando danzar las llamas de la pequeña fogata que habíamos armado.

El sueño y el cansancio se estaban apoderando de mi, estaba apunto de quedarme dormida cuando escuché una voz que hacía tiempo que no oíamos.

—Percy...

Sentí como él se ponía rígido al instante.

Al levantar la vista, noté cómo había un Mensaje Iris a un lado de Percy, por el ángulo de este, yo era capaz de ver lo que sucedía del otro lado, mientras que el otro lado no me podía ver a mí.

La mirada de Percy se volvió seca, alzó la mano mara dispersar el mensaje e interrumpir la comunicación, pero la chica del otro lado se apresuró a decir:

—¡Se trata de salvar al mundo y esas cosas!

Percy vaciló por unos segundos.

—Tienes un minuto, Annabeth—dijo—. Aprovéchalo.

Del otro lado del mensaje estaba Annabeth Chase, no se veía muy bien. Tenía las ojeras muy marcadas, su rostro solo transmitía aflicción y arrepentimiento. Sus ojos grises que solían destellear con inteligencia solo mostraban pesar.

—Escucha—dijo—. Sé que te va a sonar loco, pero te digo la verdad—respiró profundamente—. Los dioses helénicos no son los únicos que existen, también existe este otro panteón de dioses Nórdicos...

—¿Nórdicos?—dijo Percy, suspiró con cansancio—. Ya ni siquiera me sorprende, ¿qué es lo que sucede?

—No voy a entrar mucho en detalles—siguió la semidiosa—. Pero el dios Loki se liberó de su prisión y está planeando provocar el Ragnarok, el fin del mundo, este verano.

Percy parpadeó dos veces.

—Mira, no sé que clase de estupido crees que soy pero...

—¡Juro por el Estigio que digo la verdad!—se apresuró a añadir Annabeth, un trueno resonó desde su lado del mensaje.

Percy dejó caer los hombros.

—Está bien, continua.

Annabeth se hizo ligeramente hacia un lado, para que un chico igualmente rubio y de ojos grises fuera visible, aparentaba unos dieciséis años, tal vez incluso quince. Se me hizo raro que se apretujaran así en lugar de solamente retroceder para dejar más espacio. Era casi como si quisieran ocultar algo.

—El es mi primo, Magnus—explicó Annabeth.

El chico levantó la mano tímidamente.

—Hola.

Annabeth volvió a hablar:

—Es hijo del dios nórdico Frey—explicó—. Es quien tendrá que ir de misión para detener a Loki, la cosa es que la misión es por el mar, tendrán que ir a las tierras antiguas en barco.

Percy se estremeció involuntariamente.

—Tierras antiguas, viajes en barco, mal royo—asintió Percy de mala gana.

—Esperábamos...—dijo ese tal Magnus con nerviosismo—. Que pudieras ayudarme un poco con todo ese asunto del mar y esas cosas.

Percy suspiró con pesadez.

Las pruebas de la luna: la Tumba del TiranoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora