Nos habían invitado a una fiesta en la casa de un compañero. Como típico festejo de un adolescente cumpliendo dieciocho, el hogar estaba repleto de alcohol. No me molestaba mientras no me involucrasen. Había tomado pequeños sorbos de cerveza alguna que otra vez, pero la aborrecía.
Aquella noche me acompañaba Master. Al parecer ninguno de nuestros amigos había querido venir -incluyendo a la hermana del castaño. Me sorprendió que Alex no fuera, después de todo, si era el "príncipe" debería ir a toda fiesta ¿no? Le resté importancia y decidí pasarla bien con el chico de bufanda roja.
A decir verdad se veía muy bien. Llevaba una remera blanca, unos jeans azules y las zapatillas combinando con la bufanda. En las muñecas traía pulseras como las que usaría un punk. Me sorprendí al notar que en el cuello traía colgado un collar. Éste tenía el dije de un caset plateado. Al parecer me quedé embobado mirándolo pues mi amigo me sonrió como "te atrapé". Sentí como mis mejillas enrojecían.
-Kobalt -a pesar de la música a todo volumen llegué a escuchar su voz.
-¿Si?
-Te ves bien.
Complejo de tomate activado, por favor reinicie el ordenador.
-Gr-Gracias, tú también -espero que me haya escuchado.
Al parecer lo hizo, pues seguía mirándome tiernamente. Me sacudió el pelo de forma cariñosa. Oh, te arrepentirás de haber hecho eso.
Master le fue a dar un abrazo al piso gracias al gran puñetazo que le di. Lo tomé de la playera y lo puse justo en frente de mi cara.
-No soy un niño, mucho menos tu mascota, estúpido gigante. No por ser tan jodidamente alto me puedes tratar como un enano ¿entendido?
El chico de ojos verdes asintió asustado múltiples veces antes de que lo dejase caer al suelo. Se levantó rápidamente de la cerámica. Una canción electrónica comenzó a sonar en el fondo. El muchacho a mi lado sonrió para luego pararse en frente mío y extenderme una mano.
-Lo siento por lo de antes. ¿Quieres bailar conmigo?
De la nada me sentía feliz de nuevo. Por Hatsune Miku, este pibe me volverá bipolar. Tomé su extremidad y nos dirigimos a la pista de baile improvisada que había en el living.
No había mucho espacio, por lo tanto nos vimos forzados a bailar muy cerca uno del otro. No me incomodaba, es más, me encantaba, mi único problema eran las perras. Estábamos rodeados de zorras meneando el trasero como si fuesen Miley Cyrus -obviamente ni le llegaban a los talones, pero las dejaría vivir su fantasía- y como si tuviesen las curvas de Niki Minaj. Supongo que creían que estaban bien maquilladas para la ocasión, pero, a decir verdad, parecían un payaso. Completando la estupidez: tenían ropa ajustada y corta, bien de mujer que vende su cuerpo fácilmente. Aunque creo que lo peor de todo es que se restregaban contra Master cual gatas y éste era tan bueno que, a pesar de estar super incómodo -se le notaba en la cara-, no las apartaba.
-Oye Kobalt, voy a tomar algo ¿Quieres que te traiga alguna cosa? -habló a mi oído poniéndome extremadamente nervioso.
-N-N-No, gra- gracias.
Asintió y se fue en dirección a la cocina. No me quedó otra que bailar entre las perras.
Habían pasado como unos quince minutos y Master todavía no volvía. Curioso fui a buscarlo. No tardé mucho en encontrarlo. Le di un pequeño golpe en el brazo.
-No me dejes ahí solo, idiota.
El castaño no me respondió, sólo se me quedó viendo con una estúpida sonrisa. Luego de eso rió extremadamente feliz y dejó el vaso que tenía sobre la mesada. Abrió los brazos.
ESTÁS LEYENDO
Co. 59 27
Teen FictionChico nuevo, año nuevo, chicas babosas nuevas, gente nueva, típico. Lo único que no se esperaba Kobalt era a aquél chico de bufanda roja y ojos verdes. No era como el resto, eso era claro. Según le contaban era alguien amable, tierno y que siempre a...