Mimen al niño.

157 19 9
                                    

(Kobalt POV)

El ruido del timbre me forzó a levantarme de mi cama. Pateé las sábanas para no enredarme con ellas al salir. Ni me molesté en cambiarme; caminé a la puerta en calzoncillos y una remera grande cubriéndolos parcialmente. Al ver por la mirilla quién era, me arrepentí totalmente de mi ignorancia. Temerosamente abrí la entrada a mi casa.

-Sexys boxers de patitos - habló fríamente la persona frente a mí.

Sus ojos me miraban penetrantemente; ya no sabía dónde esconderme. Sentí cómo mi cuerpo entraba en calor, tiñendo mis mejillas de un rojo carmesí. Hacía una semana que no hablaba con nadie y justo él tenía que ser el primero en verme. ¿Por qué no pudo haber sido alguien más? Cabras, ¿qué he hecho mal?

Alex me hizo a un lado e ingresó al interior de mi hogar sin siquiera pedirme permiso. La presencia del rubio siempre me intimidó un poco. No era nada muy alarmante pero, siendo honesto, sentía que alrededor suyo no podía relajarme.

Corrí a ponerme un pantalón y cuando volví el muchacho se encontraba en la cocina. Se hallaba colocando cosas como harina sobre la mesa, vaya uno a saber para qué. Sin poder aguantar la curiosidad le pregunté, pero tan solo me mandó a sentar en la sala. Al ver mi evidente negación, me cargó como si fuese un saco de papas y me forzó a descansar en el sillón. Si hubiese seguido negándome, creo que me hubiese amarrado al brazo del mueble. Ante el miedo de ser esposado me resigné a esperar a que terminase lo que sea que estuviese haciendo.

A los veinte minutos ingresó al living con un plato lleno de galletitas. Muchas de ellas tenían chips de chocolates, otras estaban recubiertas con glaseado y unas pocas eran lisas. Admiré la vajilla que fue colocada en mi regazo. Alex se liberó del delantal que tenía puesto y lo arrojó a alguna parte.

-¿Es que no te lo vas a comer, renacuajo? - preguntó despectivamente.

-¿Eh? Ah, sí lo haré. Es tan solo que no me esperaba que fueses tan bueno con la repostería.

-Pues, me gusta hacer todo tipo de comida, no solo cosas dulces.

Vi cómo un mini sonrojo se apoderaba de sus cachetes. Este lado del rubio era uno que nunca había visto. Supongo que este era el chico que veía Kumi; aquél que era amante de la cocina, que era capaz de sonrojarse por decir sus hobbies en voz alta, que a pesar de mostrarse indiferente, en el fondo se preocupaba por sus amigos. De alguna manera me agradaba.

Sonreí y tomé una de las galletas para luego llevármela a la boca. En cuanto mi lengua rozó la masa, mi mundo volvió a tomar color. Hacía rato que no comía algo tan delicioso. Gran parte de mis comidas se basaban en sobras recalentadas o simplemente comida comprada. Iba por la mitad de la docena cuando el timbre volvió a resonar por toda la casa.

Me puse de pie aún con la masa en la boca. Al abrir Miyako y Jason me abrazaron. Ambos lloraban como locos y me gritaban cosas como "estás vivo". Cuando se separaron -aún con lágrimas en sus ojos- me entregaron un kilo de helado. No me iba a quejar, pero me pareció extraño. La verdad no entendía si me querían hacer engordar o subirme el ánimo. A pesar de mi confusión les agradecí y los hice ingresar a la sala, donde Alex los miraba igual o más confundido que yo. No llegué ni a sentarme, pues un sonido me hizo regresar a la puerta para abrirle a quien fuese ahora.

Kumi me veía sonriente. Extendió sus brazos haciendo que notase la olla que traía entre sus manos. Curioso levanté la tapa y una columna de vapor chocó contra mi cara. El olor a curry invadió mis fosas nasales. Al mirar dentro del recipiente comprobé que así era. Je, nadie le gana a mi olfato.

Me moví a un costado para que pasase, pero se negó. Supuestamente debía seguir de largo e ir a trabajar. Al parecer tan solo pasaba para entregarme algo de comida. Con la olla en la mano asentí, dejando así que siguiese su trayecto tranquila.

Co. 59 27Donde viven las historias. Descúbrelo ahora