Las carrozas han llegado

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(Kobalt POV) 

Era una de esas noches frescas de verano. Gracias a todos los universos habidos y por haber que esa tarde había llovido, por lo tanto bajó la temperatura. De manera contraria me hubiese calcinado con este traje. 

Mi madre me terminó de ajustar la corbata con una gran sonrisa en el rostro. Palmeó suavemente mis hombros, anunciándome que estaba listo. Acarició suavemente mi cara. Estaba orgullosa de mí. A pesar de no haberme graduado como el mejor de mi clase seguía estando tan feliz de que yo era su hijo que casi lograba que llorase. Le devolví el gesto igual de alegre y emocionado. No hubiese pedido a nadie más para ser mi madre.

El timbre sonó sacándonos un poco de nuestro pequeño mundo. La sonrisa de mi progenitora se hizo aún más luminosa. Bajó a abrir la puerta mientras yo me echaba algo de perfume encima. Me acerqué a la entrada, donde Master me esperaba con un ramo de flores y una sonrisa que encantaría a cualquiera. 

*

(Kumi POV) 

Luego de ducharme y maquillarme me coloqué la ropa para aquella especial noche. Honestamente, era algo que Paris ciertamente usaría. Era un vestido rosa metalizado con volados, los cuales en las puntas tenían un tul celeste. A la altura de la cintura tenía un cinturón con un moño, cuyo centro era del mismo color que los detalles, a pesar de que el cinto fuese negro. Dos tiritas salían para poder atarlas como si de una bikini se tratase. Éstas combinaban perfectamente con el cinturón. 

Me coloqué los altos tacones negros que me trajo nuestra tía. En su visita había aprovechado para charlar unos minutos con mi hermano, poniéndose así ellos dos también al día. Al final, ellos también mejoraron enormemente su relación. 

Salí de mi cuarto para preguntarle a mi gemelo cómo me veía, mas no hizo falta hacerlo cuando vi que se le cayó la boca en cuanto me vio. 

-Si no fuese gay, amase a Kobalt y me gustase el incesto, por todas las leches chocolatadas del universo, cómo te pediría ser mi novia. 

Me sonrojé y carcajeé ante su comentario random. Ok, había conseguido impresionar a uno, ahora solo me faltaba el otro. 

Master se fue unos minutos después. Pensé en acompañarlo, mas luego lo dejé ir solo. No me entrometería. Hoy no al menos. Así que ahí estaba yo, sin cita y juntando mis cosas. Iría, tuviese alguien para acompañarme o no. 

Abrí la puerta principal tan solo para encontrarme del otro lado a un altísimo rubio exhalando para calmarse. Busqué su mirada y, en cuanto se percató de que estaba justo frente a él, sonrió ampliamente. Me tomó la mano sin borrar su expresión. 

-Sé que es algo tarde y lo siento, pero tenía que juntar el valor como para siquiera pedirte ir juntos a la fiesta. 

Mi cara se pintó de mil tonalidades de rojo distintas. A continuación le pegué enfadada detrás de la cabeza. Si será caradura este tipo.  

-Así que me tuviste preocupada por media semana al divino botón, ¿eh? -pregunté enojada. 

-Así que preocupada... qué interesante. 

-¡Interesante tu abuela! ¡No puedes dejar a una chica tan plantada como lo hiciste luego de que ésta te insinuase que te quiere, idiota! 

Se le abrieron grandemente los ojos ante mis palabras, sin embargo, luego se le suavizó la mirada. Como estuvo callado unos cuantos minutos luego
de su silenciosa reacción, volví al interior de mi hogar, tomé mi cartera, cerré la entrada con llave, me acerqué furiosa a la reja, la destrabé, salí a la calle echa una cólera, volví a trabar la verja, agarré al estúpido Neanderthal de la camisa, lo tiré hacia mí y le planté un beso. Uno de esos que simplemente sientes que duran una eternidad. Me separé aún molesta, me di media vuelta y empecé a caminar dispuesta a dejarlo ahí. Pero, como era de esperarse gracias a la cantidad de películas románticas que estuve viendo en el último tiempo junto a él, me tomó de la cintura para no dejarme ir. A pesar de mis protestas no me soltó. Me dio vuelta y colocó sus labios sobre los míos. Me separé abruptamente.

-A ver, flaco, no podes ignorar que te dije que te quiero, haberme echo forcejear, no haberme dado ni cinco de pelota ¡y aún así esperar que te
corresponda el reputísimo beso! ¡Así no funcionan las cosas!

-Perdón -agachó la mirada-. Es que es tan bueno que no me la puedo creer y actúo a lo tonto.

-¡Oh, vamos! Es la típica excusa.

-Oye, ten un poco de compasión, Kumi- susurró consternada Jojo en mi mente.

Gruñí internamente al considerar que tal vez, solo tal vez, estaba siendo demasiado dura al no perdonarlo en cuanto se disculpó. Inspiré.

-Mira, si me lo pides bien, quizás acepte gustosamente.

Es que sí, no lo iba a negar, hacía rato que venía deseando sentir su contacto tan de cerca nuevamente. Lo que sí me reventaba mucho era por
qué mierdas tenía que actuar indiferentemente para después hacerse el cool. O sea, perdón querido, pero eso conmigo no. Si lo haces, lo haces bien y de una.

Sorprendentemente fue el rubio el que ésta vez respiró sonoramente, armándose de valor. Mi asombro aumentó aún más al verlo sacar del bolsillo de su saco una hoja blanca doblada en cuatro. La desdobló sin mirarme a los ojos.

-Querida Kumi: -empezó a leer- si te estoy leyendo esto es porque seguro me comporté como un tremendo idiota. Es que al verte hago cortocircuito y no
puedo pensar bien. Simplemente eres tan hermosa, valiente, inteligente, graciosa y genial que no puedo actuar "normal".

>> Al enterarme de que tú me querías me quedé en blanco. Me fui sin decirte nada, pues no creía haber escuchado correctamente. Si fue verdad
lo que dijiste, ¿de qué forma te podría sorprender para decirte lo que yo siento? Ni yo lo sé. Estuve días y días pensando, hasta que finalmente se me ocurrió algo. Lo pensé luego de ver la décima película romántica seguida con mi hermana, pero para eso te voy a rogar que por favor me acompañes a la fiesta. No tendré un gran corcel blanco en el cual llevarte, pero te puedo proponer llevarte a caballito, si lo deseas.

Así fue como terminé cargada sobre la espalda Alex. Mi carruaje para el
baile había llegado.

Co. 59 27Donde viven las historias. Descúbrelo ahora