Es toda una cuestión física.

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(Kobalt POV)

Ah, lunes. Ese fastidioso día en donde vuelves a la rutina. Claro que todo era distinto en aquellos hermosos días de vacaciones. Pero como el señor Universo ama molestarnos, entonces en algún momento todo se acaba, sea bueno o malo. En este caso se terminaba una de las mejores cosas: los días libres.

Rezongué; quería estar más tiempo entre el calor de mis sábanas. Lo peor de todo era que si no salía, probablemente mi madre mandaría a Leviathan a despertarme... Créanme, no quieren eso.

Aunque también tenía mis razones para no abandonar mi cama. Más allá de mi pereza por naturaleza, se encontraba la causa con mayor peso. Es muy obvio a quién me refiero.

-¡Encima le escribí la respuesta a su carta en el dorso de un mantel de papel! ¡¿Qué tan deprimente es eso?! - empecé a quejarme mentalmente. Parecía como si de golpe me hubiese despertado- Aunque tampoco es mi culpa; no sabía que estaría en el shopping. Ay, pero pude haberlo supuesto. Mierda, era muy obvio que si iba Kumi se traía a Master. Debería haber escrito la carta bien... y tampoco haber salido corriendo en cuanto se la di... ni haberme sonrojado... ¡Por mi glob! ¡Soy un desastre!

-Oooh Kooobaaalt -escuché el canturreo de mi primo del otro lado de la puerta.

No tardé nada en levantarme y abrir la entrada. En cuanto lo vi forcé una sonrisa. El morocho hizo un mohín adorable al darse cuenta que no podría echarme encima el agua helada que traía en una cubeta. Obviando el hecho de que también me iba a dibujar la cara, pegarme plumas, golpearme con un pollo de hule, sacarse una selfie y subirla a Instagram, Facebook, Snapchat y Twitter. ¿Ahora me entienden? En fin, Levi se fue decepcionado, dándome tiempo para arreglarme.

Intenté crear el mejor conjunto. Si tenía la obligación de reencontrarme con el castaño, entonces me aseguraría de que se le cayese la baba. Lo adoraba, pero -por alguna razón desconocida- me sentía como para darle celos. Algo muy profundo en mí quería que se retorciese. Por otro lado, me daba pena; no quería hacerlo sufrir.

-A la mierda todo

Habiendo tomado la decisión de hacer lo que mi corazón me griraba, agarré lo que me pareció más sexy (sin exagerar demasiado; iría al colegio, no a un restaurante). Me coloqué una camisa negra, unos jeans grises ajustados, unas zapatillas con el mismo color que mi remera y un gorro hipster que combinaba con mis pantalones. Por encima me puse un buzo rojo. Sin más preámbulos tomé mi mochila y fui por mi desayuno.

-¡Espera! -me llamó el muchacho de ojos marrones.

Me detuve en cuanto escuché la familiar voz. Di media vuelta para encontrarme con el chico, quien me miraba malévolamente. Recargué mi peso en el marco de la puerta, la cual ni me había molestado en cerrar.

-Creo que con esto te irá incluso mejor.

Colocó sobre el puente de mi nariz unos lentes sin aumento. Las patas de éstos eran negras, pero el marco era de un rojo semáforo. Eran los típicos anteojos que usaban los hipsters. Le sonreí a mi primo antes de agradecerle y seguir con mi camino.

Ya en el instituto me topé con Kumi. Ambos estábamos vestidos con la misma paleta de colores, así que empezamos a bromear diciendo que eramos del mismo equipo. Cuando apareció Miyako nuestras risas aumentaron. Se ve que aquél día a todos se nos ocurrió ir de negro, gris y rojo. Bueno, en realidad las chicas le sumaron blanco y celeste (debido a sus jeans). Además, la castaña tenía los labios caemesí gracias a su pintalabios. Obviando el maquillaje y algunos agegados, estábamos todos iguales.

Perdió la gracia cuando vi a Master a lo lejos. Él también podría pertenecer al grupo. Mi corazón se aceleró cuando llegó a nuestro lado y nos dio un beso en la mejilla en forma de saludo. El agarre que ejercía sobre la mesa en la que estaba sentado se intensificó. Debía contener mis impulsos.

Co. 59 27Donde viven las historias. Descúbrelo ahora