(Kobalt POV)
Mis compañeros se estaban tirando objetos entre si (¿cuándo no?), así que uno estaba en la puerta del salón vigilando. De rebote me dio una goma de borrar en la cabeza. Estaba dispuesto a devolvérsela incluso con más fuerza al que me la tiró, mas el grito de Yoshida me abstuvo a hacerlo.
-¡K! - esa era la señal de que la profesora de Filosofía, la señorita Kasure, estaba a punto de entrar.
-¡F!
-¡C!
-¡A las chicas de verdad les gusta el pollo frito!
El aula explotó en carcajadas. La pobre mujer ya no sabía cómo callarnos. Una vez que lo hubo logrado prosiguió con su clase.
Faltaban veinte minutos para que al fin tocase el timbre y que Kasure se fuese cuando sentí algo impactar contra mi oreja. Salté ante el repentino contacto. No era como si me hubiese dolido, ¿pero qué tenía la gente con lanzarme cosas a la cabeza?
Recogí el objeto dispuesto a devolverlo, pero Master me hizo señas para que no lo arrojase. Me indicó con mímica que abriese la bola de papel que sostenía en la mano. Como no vi razones para no hacerle caso (salvo el ser un rebelde sin causa), aplané el arrugado papel. Sobre él, mi novio había escrito: "Tú, yo, tu casa, esta noche 7u7". Sí, yo también estoy sorprendido de haberle entendido su letra de doctor.
Miré al castaño de reojo y, en cuanto me aseguré de que me estuviese viendo, asentí. Vi en su hermoso rostro cómo se formaba una sonrisa. Como él... bueno, es él, se me terminaron curvando los labios a mí también.
*
(Master POV)
Arranqué otra hoja de mi cuaderno y anoté "Llevo condones con sabor frutal 7u7". Desgraciadamente al querer pasarsela a Kobalt, erré estrepitosamente. La bola de papel aterrizó en el escritorio de una compañera. La susodicha lo abrió aún con cara amargada. Al leer la carta, su rostro se tornó absolutamente rojo. La muchacha inmediatamente se giró a ver quién le había arrojado una nota tan atrevida. Como su reacción fue tan rápida, no llegué a redirigir mis ojos. Nuestras miradas se encontraron. Aparté la vista velozmente, queriendo disimular mi error, pero ya era muy tarde. Afortunadamente la chica no me dijo nada, tan solo dejó que me hundiese en el gran pozo de la humillación.
Las horas pasaron lentamente. El hecho que me la pasase mirando el reloj tampoco ayudaba mucho. Suspiré agotado ¿Qué le pasaba a Cronos? ¿No estaría haciendo su trabajo? ¿Por qué no podía pasar-
-Notice me senpai!
El grito del enano en mi oído me dio un susto tremendo. Del miedo que me dio terminé cayendo de la silla. Tres segundos después de que mi trasero tocase el piso se escuchó una fuertísima carcajada.
-Ssh, calla, que solo me has tomado de sorpresa.
-Seguro, no es como si fueses un miedoso ni nada por el estilo -contestó divertido el peliceleste.
Me levanté grácilmente (no, no es como si me hubiese llevado por delante tres bancos y dos sillas, ¿cómo creen?) y le di un suave golpe en el brazo. Aquél movimiento desencadenó una guerra de manotazos. A pesar de estar riéndonos apareció Jason a separarnos, alegando que no nos comportásemos como nenes de cinco años.
*
(Kobalt POV)Al fin la noche había caído. Creo que mi emoción era comparable con la de una pre-puberta a la cual le dicen que puede ir a una matiné por primera vez. Me había bañado, cambiado y hasta perfumado. Me había asegurado de ponerme una linda camisa. Era una de esas que me habían regalado, la había guardado al fondo del cajón y nunca había tenido la oportunidad de usarla. En fin, al menos gracias a ella podía estar relativamente bonito.
A las ocho en punto entré a dar vueltas en mi habitación; en cualquier momento llegaría Master. Pasaron diez minutos, yo seguía caminando en círculos y el castaño seguía sin venir. A los quince me comencé a impacientar. A los veinte me quería comer a medio universo. ¿Qué cojones podría estar haciendo que le tomase tanto tiempo?De repente sentí un suave golpe en el vidrio. Luego otro, y otro, y otro. Al correr las cortinas me encontré con el muchacho de bufanda roja sentado en la rama del árbol de afuera, un ramo en una de sus manos. Abrí la ventana lo más rápido que pude, dejandole así espacio para que entrara en el recinto. Su ropa estaba desacomodada, un par de razguños adornaban su rostro y su pelo estaba más alborotado de lo normal, mas sonreía de la forma más resplandeciente que haya visto.
-Siento llegar tarde, es que no podía trepar.
Me quedé mirándolo; mi cerebro aún no terminaba de procesar toda la información.
Datos digeridos, procediendo a reaccionar.
-Pero si serás idiota -dije al mismo tiempo que le golpeaba su cabezota de Neanderthal-. La próxima toca el timbre, como una persona casi normal por lo menos.
De sus labios escapó esa risa de foca que tenía cuando algo le daba gracia. En cuanto se hubo calmado me extendió las flores. Lo acepté gustosamente. Tan solo me quedé contemplándolo embobado.
-Quédate conmigo- soltó de repente Master.
Levanté la cabeza rápido para observarlo a los ojos. Le pedí que repitiese lo que dijo, pues me pareció haberlo escuchado mal. Aunque pensaba que todo había sido un error auditivo no pude evitarlo y mis mejillas tomaron un leve color rosa.
-Te amo, por favor quédate conmigo- tomó con delicadeza mi mano libre-.
Su voz estaba tan cargada de afecto que no me atreví a preguntarle de dónde venía eso. Me limité a asentir y dejar que rodese mi cuerpo con sus brazos. Correspondí al abrazo cariñosamente. Al poco tiempo me separé. No porque fuese ortiva, sino porque había recordado algo. Caminé rápidamente hasta el armario, cuyas puertas abrí de dos en dos. De entre todas las prendas saqué una bolsa, la cual se la pasé a mi amado Titan Colosal.
-Feliz primer mes desde nuestra reconciliación -susurré avergonzado de mis propias palabras.
Mi niño sacó el contenido del negro plástico. Creo que nunca había visto brillar tanto los ojos de una persona. Abrió y cerró la boca intentando expresarme lo que sentía por la remera de Fall Out Boy que le acababa de regalar.
De un movimiento rápido cambió de playera, dejando la que tenía antes puesta tirada sobre la silla. Luego de ello pasó a volver a envolverme entre sus brazos y decirme bajito al oído cuánto me amaba. Verlo feliz me puso alegre a mí.
Lo que quedaba de la noche nos la pasamos tonteando entre arrumacos y besos. Lastimosamente a eso de medianoche el muchacho tuvo que regresar a su hogar. Bajé, lo despedí en la puerta (sí, como gente casi normal) con la promesa de verlo el lunes y volví a mi cuarto. Allí me percaté de un detalle: el muy idiota se había olvidado la remera que traía cuando llegó.
Tomé el pedazo de tela entre mis manos y, como si hubiese sido una necesidad absoluta, hundí mi cara en ella. Aspiré la dulce fragancia de mi novio. Suspiré aún con mi rostro en la playera. Si fuese por mí me la pasaría oliéndola.
... ¿Y por qué no?
Me quité la camisa y, en reemplazo, me coloqué la vieja prenda gris. Tan solo me puse el pantalón del pijama me tiré en la cama. Respiré hondamente captando toda su esencia.
-Master, acabas de perder una remera -pensé inevitablemente.
***
¡Hasta que no me voy a dormir no es un nuevo día! ¡He dicho! (?)Okya xD Me despido ;3 ♥ ¡Que tengan linda semana cuchupurrines hermosos de mi kawaiioso kokoro! Recuerden que aunque tarde en actualizar los loveo *3*~ ♥
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Co. 59 27
JugendliteraturChico nuevo, año nuevo, chicas babosas nuevas, gente nueva, típico. Lo único que no se esperaba Kobalt era a aquél chico de bufanda roja y ojos verdes. No era como el resto, eso era claro. Según le contaban era alguien amable, tierno y que siempre a...