Capítulo 14

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La cena había sido tan tranquila como se debía, y tan incómoda como pocos lo habían notado.

Jisung apenas dirigía su mirada al príncipe y no se había molestado en dedicarle más que un par de frases relacionadas al festín.

Por su parte, Jeno tampoco lo había intentado.

A su parecer no había caso en hacerlo puesto que ya había decidido regresar a primera hora del día siguiente a su entrañable hogar.

Su mente vagaba en los sucesos de los días anteriores, tratando de darle sentido al repentino descontento del rey en torno a él.

Sabía que su hermano tenía un punto al mencionar sus intereses al convertirse en consorte real, sin embargo había pocas cosas que podía tolerar y la traición no era una de ellas.

El sólo hecho de recrear las escenas que había presenciado en el jardín hacían que su estómago doliera.

No, no podía.

No podría soportar un día más, y no lo haría.





Miraba hacia el techo de su habitación esperando contraer el sueño.

En su pecho se alojaba una incómoda sensación de molestia e ira injustificada contra nadie en específico.

Solamente quería dormir.

Apenas cerró los ojos cuando la puerta de su habitación se abrió sin previo anuncio.

Se incorporó rápidamente y pudo distinguir mediante la luz que entraba por la ventana al príncipe apoyado en el marco de la puerta mirando hacia el suelo.

- Siento entrar así – susurró – solamente venía a darle un aviso –

Sintiéndose ligeramente molesto por traer nuevamente el diálogo meramente diplomático entre ellos, aclaró su garganta y asintió.

- ¿Quiere tomar asiento? –

- Estoy bien – negó y le miró – solamente quería decirle que voy a volver a mi hogar al amanecer. No es necesario contar con su presencia a mi partida, estaré conforme con que esté enterado de ello –

- Bien – tomó la frazada con fuerza – muchas gracias por tomarse la molestia –

- No es problema – murmuró tomando la manija de la puerta.

- Jeno – llamó, sintiendo la ansiedad tomar voluntad de su cuerpo.

- ¿Todavía quieres casarte? – preguntó inseguro.

El menor quedó en silencio y se encogió ligeramente de hombros.

- Debo casarme –

El príncipe asintió y se encaminó hacia él.

- Pero ¿tú quieres? –

Nuevamente no dijo nada.

El azabache soltó un quejido frustrado y se dejó caer junto a él.

Sujetó su nuca con fuerza y arrebató un agresivo beso de sus labios.

Jisung correspondió inmediatamente y deslizó torpemente la frazada fuera de su regazo para hincarse en el colchón y alcanzar al otro, atrayéndolo contra sí.

Jeno tomó su cintura y lo elevó un poco para colocarlo a horcajadas sobre él, deslizando sus manos bajo su pijama y arrastrando sus besos hacia su cuello.

El menor gimió complacido y comenzó a restregarse contra la entrepierna del otro, haciéndole aumentar el sonido de su errática respiración.

El mayor lo giró bruscamente para dejarlo sobre el colchón y le despojó del pantalón de su pijama.

El monarca miró embelesado los salvajes ojos de su prometido verle con deseo mientras marcaba con ímpetu la piel de sus muslos, creando un delicioso escalofrío que lo recorrió por completo.

Gimió a lo alto cuando sintió al otro rozar su lengua contra su ya formada erección y apretó las sábanas con sus puños, tratando de encontrar algo de estabilidad en ello.

Su pecho subía y bajaba a la vez que se sentía ser devorado.

No quería dejarlo ir.

Quería que el otro le diera una parte de él que pudiera conservar.

Quería tenerlo con él, para él, dentro de él.

Lo jaló con fuerza por los hombros para traerlo a su altura y tomó torpemente el falo del mayor con sus manos.

Elevó la cadera ligeramente e introdujo por sí mismo el miembro ajeno, deslizándose contra él.

Ahogó una respiración cuando el mayor comenzó a moverse frenéticamente dentro de él, sintiéndose destrozar lentamente.

Lo abrazó por los hombros y sus ojos se humedecieron al tiempo que Jeno lamía su cuello y orejas.

Sabía que estaba gimiendo descaradamente escandaloso pero, a su vez, sentía la motivación del azabache de complacerle al escucharle.

Estaba siendo posesivo, obsceno, celoso y errático en todo su esplendor, pero quería que todo en el mayor fuera suyo.

No sabía en qué momento había desarrollado ese oscuro deseo, pero quería poseerle.

Quería que Jeno le perteneciera y pertenecerle por igual.

- Jeno – llamó inestable – hazlo más duro –

Un gruñido gutural salió de sus entrañas antes de arremeter contra el agotado monarca, quien abría más sus piernas para recibirle encantado.

Esta vez el crujir de la cama acompañaba la melodía de gemidos y gruñidos producidos por el par.

Pero nada importaba.

No había cosa que deseara más que sentirse pleno.

El mayor clavó sus dientes en su cuello mientras se aliviaba dentro de él sin dejar de empujar.

Jisung apretó los ojos antes de alcanzar alivio de igual forma.

Inhalaba y exhalaba furiosamente tratando de recuperar el aliento.

Jeno se separó de él para mirarle antes de depositar un tierno beso en sus labios.

Cargó su cuerpo deshuesado para acomodarlo correctamente en la cama y usó una de las sábanas para limpiar los fluidos que se deslizaban gota a gota sobre su piel.

Le hizo vestir nuevamente su pijama y lo encaró contra la ventana antes de acomodarse tras él para repartir dulces besos a lo largo de su cuello, a la vez que acariciaba su húmedo cabello con cuidado, haciéndole dormitar enseguida.

Jisung tomó sus manos y las apretó con fuerza antes de mirarle sobre su hombro.

- ¿Realmente tienes que irte? –

- Realmente tengo que hacerlo – asintió – podrás comprenderlo tan pronto como lo haga –

- ¿Vas a decir adiós? –

El mayor negó y lo besó con cuidado.

- No podría – murmuró sobre sus labios – no mirándote a los ojos. No voy a poder irme si lo hago –

- ¿Volverás? – preguntó temeroso.

- Tú me lo vas a decir –

Escuchó antes de caer profundamente dormido.


Nada perdidos los hermanos 👀

¿Preguntas?

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