Capítulo 13

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Leía tranquilamente en el sofá de su estudio.

El murmullo de las llamas y la luz proveniente de ellas daban calidez a la habitación a pesar del frío clima de afuera.

- Mi amor – llamó por lo bajo un recién llegado - ¿estás ocupado? –

- No – negó con la vista entre páginas - ¿qué sucede? –

- Jeno llamó – dijo colocándose tras él para abrazarlo por los hombros – me pidió que te avisara para que devolvieras su llamada –

- ¿Dijo qué quería? –

- No –

- Bien – se giró levemente a besarlo – llamémosle entonces –

El mayor sonrió satisfecho y tomó el teléfono para marcar a su cuñado.

Esperó en la línea lo que se sintió como una eternidad hasta que el mismo respondió.

- ¿Doyoung? –

- Hola, hermano – tomó a su esposo de la mano y lo atrajo junto a él - ¿cómo va todo? –

- Asqueroso, odio estar aquí. Quiero irme –

El mayor frunció el ceño y se acercó al otro para que pudiera escuchar también.

- ¿Qué sucedió? –

- El rey está faltándome al respeto sin ninguna clase de consideración –

- Sé claro –

- Él tiene alguna clase de desliz con un instructor – dijo abatido – yo mismo los vi –

Doyoung contuvo su risa y Taeyong rodó los ojos.

- ¿Estás seguro de ello? –

- ¡Yo los vi! ¿por qué no me crees? –

- Sí te creo – comenzó a acariciar perezosamente el cabello de su pareja – solamente que tiendes a exagerar las cosas –

- Esta vez no fue así. Yo realmente los vi, yo... - comenzó a lloriquear – ya quiero regresar –

- Está bien, no voy a negártelo – se incorporó un poco – solamente toma en cuenta que, cualquiera que fuese tu motivo para ir ahí y desposar al rey, tal vez valga mucho más que éste desplante –

- No lo hace – suspiró – escucha, sé que no sería el primero ni el último miembro de la realeza en tener una aventura con alguien de su personal –

Doyoung le regaló a su esposo una sonrisa incómoda mientras éste le miraba con descontento.

- Pero no puedo permitirme pasar por alto este tipo de indiscreciones –

- Entonces puedes volver – negó – no puedo hacer nada para detenerte, de todos modos, pero necesito preguntar –

- ¿Qué es? –

- ¿Vas a confesar tu repentino interés por contraer nupcias con él? –

- No – bramó antes de colgar la llamada.

El rey bufó decepcionado y se apoyó en el respaldo del sofá.

- Supongo que no va a decírnoslo pronto –

- ¿Aventura? – preguntó el otro de brazos cruzados - ¿tú tienes alguna? –

- Sería incapaz –

- ¿Y yo cómo lo sé? – se levantó de su lugar – hasta donde entiendo, yo puedo ir por ahí preguntándole al mundo sobre ti y todos van a decirme lo que tú esperas que digan –

- Estás siendo ridículo –

- No puedes estar hablando en serio – dejó caer sus brazos con desgano – intenta ponerte en mi lugar ¿cómo esperas que no sienta desconfianza? Y lo que dijo Jeno... -

- No lo dijo para molestarte – se levantó para llegar hacia él – lo dijo porque es consciente de la escoria que hay entre nosotros. Mi padre mismo lo hizo con un hombre para cuidar las apariencias –

- ¿De qué estás hablando? –

- ¿No lo sabías? – soltó una risa áspera – mi papá tenía un cortesano. Él no podía revelar sus preferencias tan sencillo como lo hicimos mi hermano y yo. Él tuvo que verse a escondidas con otro hombre. Alguien a quien amaba en realidad –

- Tu madre... -

- Ella lo sabía – suspiró y alcanzó su mano – escúchame bien, mi amor – acarició su mejilla con cuidado – no hay mundo en el que yo pudiera estar con otro que no fueses tú. Eres y siempre serás mi adoración. El único ante mis ojos. Así ha sido desde el día en que te conocí y lo será por lo que quede de mi vida –

- ¿Cómo estás tan seguro? – preguntó, obviamente inseguro – podría llegar alguien quien... -

- No podría – lo besó con suavidad – deja esos pensamientos extraños ahora. Tú eres todo lo que quiero y tendrás que confiar en mi palabra –

El mayor lo miró seriamente.

Parecía buscar algo en los ojos de su esposo, pero no pudo encontrar otra cosa que la sinceridad de su alma y total entrega.

Asintió dudoso antes de darle la espalda.

Poco a poco, comenzó a deshojar cada uno de los botones de su camisa hasta llegar al último de ellos.

Deslizó la prenda lentamente por sus hombros, sintiendo inmediatamente el aliento del menor chocar contra su piel desnuda.

Doyoung usó sus manos para recorrer el torso de su pareja, a la vez que dejaba cálidos besos a lo ancho de su espalda, deleitándose con los dulces suspiros del mayor.

Mientras el rey pensaba en el acto como una clase de recompensa por su lealtad, su consorte basaba sus acciones en el más profundo de sus deseos de mantener a su pareja.

Quería que su esposo lo deseara, que no hubiera algo que quisiera más que tenerle cerca de él.

Consideraba su actuar como el de un adolescente sin criterio, uno a quien los celos carcomían bajo la piel.

El sólo pensar que su hombre pudiese ver a alguien más...

Gimió complacido cuando el menor empujó dos de sus dedos dentro de él.

El hilo de sus pensamientos apenas le hicieron percatarse de que el otro lo había acomodado contra el respaldo del sofá.

Apoyó su frente contra el mueble y se dejó llevar por las sensaciones.

Encajó sus dientes sobre la tela cuando sintió a su querido esposo enterrarse en él con frenesí.

Ahora todo sentimiento que había tenido hacía un par de minutos parecía errado.

Doyoung no quería a alguien más.

Doyoung quería al dulce hombre que jadeaba con descaro bajo él, quien pedía por más y no le importaba ser profanado, recibiéndole con completa confianza.

Sus ojos habían sido creados para él.

Únicamente para él.

Doyoung quería a su esposo.


Yo quiero a Doyoung...

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