Rory| "La soledad era fría, es cierto, pero también era tranquila, maravillosamente tranquila y grande, como el tranquilo frio en el que se mueven las estrellas y ella era esa luz explotando a la distancia, dándole calidez a su helada soledad"
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El sonido de los tacones resonando por el piso apiedrado de los enormes pasillo de Alfea era lo único que se escuchaba a metros de distancia, la persona culpable de ese ruido corría lejos de su martirio, del caos que sucedía dentro de la escuela por culpa suya, el grito de la pobre alma en desgracia que se atrevió a hacerla enojar aun resonaba por sus finos y delicados tímpanos, retumbando como recuerdo de lo que había hecho.
Del daño irreparable que había causado.
Al no poder afrontar la culpa de sus actos y con sus poderes aun sintiéndose tan descontrolados, se refugio entre los arbustos del laberinto de los especialistas, el único lugar donde nadie se atrevería a buscarla, porque era el territorio de su mayor adversaria con la cual tenía una guerra jurada.
Aunque en ese momento poco le importaba, sus manos se sentían calientes a pesar de que su magia no la lastimaba ni le ardía, aun sentía la luz pura salir de sus manos y atacar a la que consideraba su mejor amiga, vaya amiga resulto ser, que la apuñalo por la espalda apenas tuvo la oportunidad. Sky le había dicho incontables veces que entre ellos dos no había nada, que solo eran mejores amigos, pero luego de ver como Riki insulto a Rory en frente de todo su grupo de especialistas fue la gota que derramo el vaso.
Solo ella podía atacar a Rory, por algo eran enemigas y no le gustaba el hecho de que alguien más se enfrentara a ella sin su permiso, en especial que lo hicieran tan bien que ocasionó que la pequeña Silva perdiera los estribos y estuviera a punto de golpear a Riki de no ser porque Saul Silva, su padre, intervino.
Eran tantas cosas que Riki había hecho que la hicieron enojar a grado de tener una gran pelea y que sus poderes se descontrolaran, dejándola ciega, de solo recordarlo la culpa volvía a ella, el remordimiento, no podía con todo ese peso.
—debo felicitarte por tu gran trabajo, dejaste a Riki deslumbrada, si sabes a lo que me refiero—esa voz, ese sonido burlón tan característico de ella, ahora no estaba en condiciones de soportarla—la dejaste con el ojo cuadrado, solo espera a que lo vea...oh, es cierto, ya no podrá hacerlo—
—¡déjame en paz! —Stella alza sus manos y una ráfaga de luz es expulsada de ellas, aterrada vuelve a bajar sus manos, temblando incontrolablemente ante la idea de hacerle daño a otra persona de nuevo.
—o Riki es una estúpida o es muy lenta, porque tu puntería es tan mala que no le darías a nada en kilómetros—un suspiro de alivio salió de los temblorosos labios de Stella al ver que Rory estaba intacta.
Con esa tonta sonrisa en sus labios que siempre la sacaban de quicio por ser tan sarcástica y burlona, con esos ojos verdes que brillaban con la satisfacción de hacerla enojar, su cabello castaño a la altura de sus orejas, su delgado y ágil cuerpo listo para atacar de ser necesario. Rory Silva en su máxima expresión, molestando su existencia como si fuera el único propósito de su vida.
