Rory| "La soledad era fría, es cierto, pero también era tranquila, maravillosamente tranquila y grande, como el tranquilo frio en el que se mueven las estrellas y ella era esa luz explotando a la distancia, dándole calidez a su helada soledad"
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El primer día, después de que Andreas, muriera, sus hijos entraron en depresión, ninguno salió de su cama, ninguno hablo con nadie, ninguno tenía ganas de siquiera parpadear, Beatrix, quien había crecido con él, era quien más en el abismo se encontraba, sin padre y sin poderes, mientras que Rory, quien, había creado una conexión profunda con su padre en esos meses, sentía la perdida mayor que Sky.
Silva solo pudo estar ahí para cuidarla, por ordenes de Rosalind, todos temían que Rory enloqueciera y decida destruir la escuela, pero, a ella no le importaba eso, se removía por la culpa dentro de su corazón, un veneno que la carcomía, si no hubiera caído en la trampa de Sebastián, si no hubiera sido tan ingenua, hubiera podido salvar.
En lugar de eso, contribuyo a su muerte.
Otro día pasó, seguido de otro y de otro y al cuarto día, fue cuando el enojo llegó a la vida de los tres hermanos, Beatrix, haciendo de mala gana sus tareas de sirvienta junto a Musa, Sky, desquitándose con el alcohol y mal temperamento en los entrenamientos y Rory...
Bueno, Rory ya había sido liberada de su prisión, por no decir que se escapó y pasa todo su tiempo lanzando flechas a un montón de paja con forma de muñeco, entrenando su magia, crenado esferas oscuras que destruirán la paja, entrenaba y entrenaba.
No hacía nada más, día y noche, hasta que su cuerpo se desplomara en el piso, sus fuerzas nulas y cerraba los ojos, sintiendo el picor de la hierba, pero sin poder moverse, hasta que Silva la cargaba entre sus brazos y la llevaba a su habitación, dejándola dormir en la cama y él vigilándola desde el sillón.
Su hija, su amada niña de mirada alegre y sonrisa eterna, ahora era un fantasma, un especto que vagaba en la tierra, él ya no soportaba más verla en ese estado ¿Qué tipo de padre era si no tenia el coraje para enfrentar a su hija?
Pero no era el único que se atormentaba por no hacer nada para detener la autodestrucción de Rory, pues, en otra habitación de un edificio aledaño, Stella de Solaría, se encontraba mirando desde la ventana de su habitación, el edificio de los especialistas, sabiendo que su amada estaba ahí, herida y muy dolida.
—¿Por qué no has ido a verla? —pregunta Flora al entrar en la habitación y viendo a su compañera en el mismo estado que todas las noches desde el ataque de Sebastián
—¿Qué le diría? ¿lo siento? Creo que eso ya se lo han dicho muchas veces—murmura abrazándose a si misma—verla solo...solo me haría mucho daño, porque ella esta ahí, lastimada y yo no puedo hacer nada para ayudarla—desvía un momento la vista hacia Flora antes de suspirar y volver a ver por la ventana
