Rory| "La soledad era fría, es cierto, pero también era tranquila, maravillosamente tranquila y grande, como el tranquilo frio en el que se mueven las estrellas y ella era esa luz explotando a la distancia, dándole calidez a su helada soledad"
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El miedo es un arma poderosa, Rosalind lo sabe, lo ha utilizado toda su vida, pero Stella, para ella el miedo no era un arma, si no más bien su peor enemiga, por culpa del miedo, perdió a la chica que quería, por culpa de ese sentimiento que te congelas la sangre y detiene tu corazón, que dilata tus pupilas, llena tu torrente sanguíneo de adrenalina y te da la opción de huir o pelear.
Y ella había decidido huir, pero ya no quería hacerlo más, quería estar con ella, salvarla de su propia oscuridad y en ese mismo momento, Rory peleaba con un muñeco, frustrada, enojada, molesta, cuando Devin se escapó, Rosalind decidió echarle la culpa a ella y los experimentos eran brutales.
La odiaba, quería asesinarla, ya no quería seguir siendo su rata de laboratorio, sabía que ella tenía las respuestas dentro de ese libro extraño que siempre tiene consigo, sabía que la clave para mantenerla alejada del resto, para volverla débil con tanta extracción de sangre y con sus poderes de hielo era por algo que se ocultaba en ese libro.
Antes de ir hacia la oficina de Rosalind junto a su padre para recibir el regaño de la directora, hizo una parada rápida en el cuarto de las chicas, esperando poder hablar con Bloom y pedirle un favor, pero al llegar, se sorprendió gratamente de encontrar a Flora.
—¡Rory! —exclama el hada recién llegada mientras la abraza con fuerza, Rory quita su armadura, derriba su muro y sonríe alegre abrazándola también
—Flora, que alegría me da volver a verte—murmura separándose
—¿Estas bien? Creo que un fantasma envidiaría tu color y un mapache tus ojeras ¿Te estas alimentando bien? —pregunta preocupada y empezando a bombardearla, mientras la sienta a lado de Bloom y le pasa un emparedado de pollo con lechuga, Rory lo acepta gustosa y empieza a comer si nunca hubiera comido
—Tenías hambre—exclama Musa viéndola con atención
—Si, no he podido comer nada que no sean frituras, desde que Silva escapo, Rosalind nos obliga a buscarlo sin descanso, luego, cuando termina mi turno, me llama a su oficina y me tortura un par de horas, luego llego a mi cuarto, las pesadillas de siempre y entonces me voy a entrenar, se ha vuelto una costumbre ¿no tienes más de esto? —pregunta viendo a Flora e ignorando las miradas compasivas de las demás
—Ten—le pasa otro
—¿Qué te trae por aquí? —pregunta ahora Aisha curiosa de ver al hada—¿Viniste a ver a Stella?
—No, vine a ver a Bloom—responde viendo a su derecha donde Bloom estaba sentada olfateando el café, pero a la mención de su nombre deja el preciado café y pone atención
