CAPÍTULO I

256 35 7
                                    

Ana era una chica de diez y siete años, era una chica normal, tenía un padre y una madre, dos hermanas menores, además de tener un perro y dos gatos, sus padres vivían en una granja alejada de la ciudad. Los padres de Ana, la mandaron a la ciudad para que pudiera estudiar la preparatoria, era una buena estudiante, además de ser una excelente deportista, se destacaba mucho en el baloncesto. Desde niña se notaba su amor por ese deporte.

Ana nunca tuvo una buena conexione emocional con su padre, lo respetaba porque su madre se lo había pedido, pero nada más. Con quién sí tenía una buena conexión era con su madre, fue ella quien la acompañó a buscar un departamento en el que vivir, por suerte era una ciudad grande, con muchos departamentos, y en uno de ellos vivían exclusivamente señoritas.

La madre de Anna, se llamaba Diana, y estaba sumamente contenta de haber encontrado un departamento cerca de la escuela de su hija, incluyendo el hecho que le fascinaba que solo hubiese señoritas.

Diana sabía que su hija era lesbiana desde que nació, esas cosas se notan, y una madre siempre lo sabe, o eso decía ella, pero lo confirmó cuando su hija se lo confesó a los trece años, a esa edad su madre le había dicho que era demasiado pequeña para saber, que esperara un tiempo para averiguarlo. el tiempo pasó y Anna siguió con su interés por las chicas.

Aun así, le preocupaba a Diana, que llegara a relacionarse con algún chico, y por descuido de ambos ocurriera un embarazo, el tener un hijo implica una gran responsabilidad que ninguna adolescente está en condiciones de afrontar, le preocupaba tanto este hecho, que en ocasiones daba gracias a Dios, de que su hija fuera lesbiana.

El departamento en que viviría Anna, estaba administrado por Eli, la hija de los dueños, ella también era una chica de diez y siete años, ambas estudiarían en el mismo año, además de ser la capitana del equipo de baloncesto de su preparatoria. Justo ahí también vivían otras tres chicas que estaban en el equipo de baloncesto, Anna esperaba ser la quinta integrante del equipo que viviría en ese departamento, claro si pasaba las pruebas.

Eli era una buena estudiante, tímida, pero decidida, con un gran liderazgo y motivación para su equipo, pero insegura en todo lo demás, su padre era muy estricto, muy competitivo además de ser muy cerrado y su madre era muy sobre protectora, al grado de si su hija no le contestaba los mensajes inmediatamente pensaba que le había ocurrido algo malo a su hija y llamaba a sus compañeras y amigas, pareciera que la madre de Eli tenía una ansiedad no atendida.

Las demás chicas que vivían en el departamento eran; Sofía, Dulce e Inés. Las tres tenían diez y seis años, eran un año más chicas que Eli y Anna.

Dulce e Inés, eran estudiantes regulares, muy sociables, por ende, populares en su escuela, con muchos amigos en su escuela, e incluso también en otras escuelas.

En cambio Sofía era estudiante de excelencia, callada y tímida, más tímida que Eli, no tenía muchos amigos, y lo único que le importaba eran sus estudios y el deporte.

Cómo era una excelente jugadora, aunque no socializara, había personas que la admiraban por su gran talento y deseaban tener sus habilidades deportivas.

Anna, estaba muy contenta de vivir en un departamento en el que solo hubiera mujeres, en el fondo Anna era toda una Casanova, y eso a su madre no le gustaba mucho.

Diana al ver como miraba su hija a sus compañeras de casa, la exhortó a que tuviera cuidado, que ni las mujeres ni nadie son para jugar, que no se le ocurriera andar de ligona a sus compañeras y menos les rompiera el corazón o la echarían de ahí.

Anna le había prometido a su madre portarse bien y no coquetear con sus compañeras de casa, pero siendo una adolescente, lejos de la supervisión de adultos, obviamente que esa promesa no la cumpliría, estaba en sus instintos conquistar a mujeres, aun le faltaba aprender a controlarse.

Cuatro balones fuera de la canasta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora