CAPÍTULO XVII

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El rostro de Anna se tensó después de haber dicho esas últimas palabras, no quería presionar a Esperanza, pero ellas y todo el equipo ya estaban bastante presionadas, además tampoco es que le causaría mucho daño, solo necesitaba que le diera la libreta o libro, como rayos se llame, pero aun así estaba preocupada de la reacción de Esperanza.
––¿Solo has venido por eso? –una lágrima salió del ojo derecho de Esperanza, se encontraba en un momento muy sensible, y estaba a la defensiva.
––No. –Anna se incorporó de la cama y la miró a los ojos–. Vine aquí porque estaba preocupada por ti, cosa en la cual tenía razón, pero también tenemos que resolver el problema de tener el próximo partido en unas cuantas semanas. Podrás notarlo porque no te dejaré sola, te acompañaré a tu sesión y a las sesiones que quieras. No estás sola.
Anna hizo una pausa.
––¿Me crees? Estoy aquí por ti.
––Te daré la libreta, por si esa es la razón por la que estás aquí te vayas de una vez.
Esperanza se levantó, notó que su cuarto estaba ordenado, se quedó quieta por unos minutos, como si estuviera tratando de recordar en donde había dejado esa libreta. Luego de buscar y rebuscar hasta que por fin la encontró, se la extendió a Anna y ella la tomó, se miraron mutuamente hasta que Esperanza cortó el contacto.
––Gracias, no sabes que peso me quitas de encima, estamos en pañales en cuanto a esto del entrenamiento, pero bueno, por ahora no es importante. Solo quiero que sepas que seguiré aquí y estoy aquí justo ahora. Solo dame la oportunidad de ir a mi departamento para bañarme y cambiarme, y así poder acompañarte al supermercado, solo en lo que regreso, por favor báñate, ya sé que no tienes ganas, pero tienes que hacerlo, a menos que quieras que yo te meta a bañar.
––No es necesario, no estoy tan mal como para no poder hacerlo por mí misma. Pero por favor no me mientas, si no vas a regresar, dímelo de una vez.
––Claro que volveré, no te dejaré sola en esto. –se acercó a Esperanza y le dio un beso en la frente antes de irse.



Esperanza se había quedado sola en el departamento, no se había levantado de la cama desde que Anna se fue, estaba temerosa de salir de su zona segura, sabía que debía bañarse, pero no tenía ganas ni ánimos.
Estaba dudando si realmente Anna regresaría tal y como se lo había prometido, su parte racional decía que sí, que ella regresaría, pero sus emociones decían que no, podía sentir claramente el abandono de Anna, sin siquiera hacerse hecho realidad. Ya le parecía mucho tiempo sin que regresara y sin saber nada de ella, ahora estaba sobre pensando de si le habría pasado algo, en la ciudad hay mucho tráfico además de que asaltan también, y teniendo en cuenta el temperamento de Anna, seguramente pelearía con el ladrón, pensar todo eso le producía mucha ansiedad y hacia que su cuerpo lo resintiera.
Se encontraba atrapada en su mente cuando su celular sonó, ni siquiera sabía dónde estaba, la última vez que lo vio fue para apagarlo, probablemente Anna por la noche lo encendería y lo pondría a cargar. Lo tomó de su buró y comenzó a leer un mensaje de Anna.
ANNA 09:10
Estas lista?
Ya voy d regreso.
Recuerda que yo misma
T bañare.

Leer eso hizo encender todas las alarmas en Esperanza para que se levantara, era verdad que se encontraba muy mal emocionalmente, pero aun podía sentir vergüenza, y eso le produciría si Anna la bañara, así que, a regañadientes entró a la ducha.



El sonido de las llaves al abrir la cerradura captó la atención de Esperanza, ella se encontraba secándose el cabello, instintivamente volteo hacia la puerta, y una sensación de miedo la invadió al instante, se preguntaba ¿Quién era? ¿y porque tenía las llaves de su departamento? En estos momentos todo lo veía como una amenaza, el sonido de las llaves continuaba, parecía que el invasor tenía problemas para abrir la puerta, y no era algo sorprendente, ya que no sería un habitante regular en ese departamento. Se escuchó un golpe, parecía que algo se había caído sobre la puerta, la puerta cedió y dio paso a una maleta que cayó dentro del departamento.
––¡Ayúdame! No te quedes ahí parada. –dijo Anna.
––¡Oh! Lo siento, no sabía que eras tú. ¿De dónde sacaste las llaves del departamento? No recuerdo que me las pidieras.
––Lo siento, no te lo dije, pero un cerrajero vino para abrir tu puerta y de una vez cambió la chapa, perdón, pero tenía que hacer algo para saber si estabas bien. ¿Ahora si me ayudarás?
Anna se veía muy atareada rodeada de maletas y mochilas, fue por eso que había tardado tanto en abrir, en seguida fue auxiliada por Esperanza, hasta que metieron todas las cosas al departamento.
––¿Cómo se te ocurrió venir a vivir a mi departamento? –estaba más que sorprendida, se encontraba muy emocionada.
––Tranquila, solo es algo temporal, en lo que mejoras, te prometo que no invadiré mucho tu espacio.
––No lo pregunté por eso, me agrada mucho la idea de que estés aquí, solo que me sorprende. Yo estaba pensando en que no volverías y tu regresas aquí para quedarte. Te lo agradezco mucho.
––Sabes que te quiero, no te dejaría sola en estos momentos.
––¿Tu mamá ya lo sabe?
––Claro que no, pero no creo que se dé cuenta, cada vez que viene a visitarme me avisa, además, iré de vez en cuando a mi departamento por alguna cosa que necesite o a limpiarlo. Tú no te preocupes por eso.
––No sabes cuánto agradezco lo que estás haciendo. –la gratitud se le desbordó en forma de llanto–. Yo sé que no puedo hacer mucho, pero te ayudaré en lo que pueda, con la libreta de jugadas, incluso les puedo crear nuevas, tendrás que sacarle copias para que se las entregues a Ximena y Ariadna
––Gracias, en serio necesitaremos tu ayuda. Cada día se acerca más el primer partido, bueno, el primer partido en este equipo. Aceptaré tu ayuda con la condición que hagas todo lo que te pida el psicólogo, la cita la tienes hoy en la tarde y como te dije, pienso acompañarte. Por ahora enfoquémonos en comprar comida y cocinar algo delicioso.


La cita había terminado, Esperanza se encontraba más relajada y segura, después de haber tenido unos días muy duros en los que sintió que nunca podría salir de este infierno, por fin podía sentir un poco de esperanza, además la presencia de Anna, la reconfortaba y ya no se sentía sola.
Su primera terapia, fue difícil y con mucho llanto, o al menos eso fue lo que Esperanza le contó a Anna durante el trayecto a casa, igualmente le contó que su psicólogo le dio el número de un psiquiatra, necesitaba también el apoyo de medicamentos, al principio se mostró reacia en aceptar medicamentos, sentía miedo y la preocupación de que los medicamentos le afectaran o se volviera adicta.
Su psicólogo le explicó que este tipo de reacciones de temor en los pacientes, era muy común, pero que eso no significaba que fuera real, que debido a eso un profesional se encargaba en encontrar el medicamento adecuado para cada persona, además de monitorear el avance de cada paciente. Que el medicamento solo se trataba de un flotador que te lanzaban para que no te sumerjas en lo que aprendes a nadar, qué, con el paso del tiempo y las terapias, ya no necesitaras flotadores, porque tendrás la certeza de que lo harás tu sola.
Las palabras de su psicólogo le ayudaron a entender de qué se trataba, y a aceptar el tratamiento psiquiátrico, ya se había comunicado a la clínica de su reciente psiquiatra y tenía su primera cita al día siguiente. En el rostro de Esperanza podía dibujarse una leve sonrisa que hacía que su faz dejara el aspecto sombrío, que la había acompañado desde hace semanas.
Ya habían llegado al departamento, ambas estaban cansadas, pero satisfechas, Anna se encontraba en la cocina preparando unos sándwiches para ambas, ya podía sentir el gran triunfo de saber que Esperanza estaba segura, ya no estaría sola, además de que había aceptado tanto la terapia como el tratamiento. Se quitaba una preocupación de los hombros, ahora podía enfocarse en el partido, claro manteniéndose atenta en el avance de Esperanza.
En eso estaba cuando el timbre de la puerta sonó, Esperanza se sobre saltó y Anna salió de la cocina, le dijo que no se preocupara, que había hablado con Ariadna y Ximena para que fueran por el libro de jugadas, Anna salió y entre cerró la puerta, quería hablar en privado con ellas.
––¿Qué? ¿Ya vives aquí? –preguntó Ximena con un tono retador.
––Así es, desde hoy vivo aquí.
A Anna no le afectó en lo absoluto el tono de Ximena, hasta lo ignoró.
––Vaya, que descaro, ¿Y ya duermen juntas? –el tono desafiante continuaba.
––Claro, dormimos juntas, solo hay una cama, a menos que tú quieras comprarnos una. –Anna trató de sonar lo mas indiferente y descarada posible, para que no se dieran cuenta de que entre Esperanza y ella había algo más que amistad.
––Ahora no solo vives gratis con Hope, sino que también quieres una cama gratis, vaya que te creíste eso de ser jugador africano en Francia. –Ariadna trató de cambiar de tema, haciendo una broma de humor negro, porque el ambiente se estaba volviendo tenso.
––Si, de hecho, ¿tu deseas comprarme una cama? –preguntó Anna con desfachatez.
––Si claro, si prometes no dejar tus pulgas, ja, ja, ja.
––No prometo nada, tu cómprala y ya.
––¿Cómo esta Esperanza? –preguntó Ariadna.
––Mejor, hoy tuvo su primera terapia psicológica y mañana su terapia psiquiátrica, me voy a quedar aquí para apoyarla, ella dice que también nos apoyará en lo que sea que necesitemos. Por eso las llamé, les daré la libreta, me sacan una copia, además, Esperanza, nos hará nuevas jugadas, que sean acorde al equipo que enfrentamos.
––¿Esperanza sabe contra que equipo vamos a jugar? –preguntó entusiasmada Ximena.
––Por supuesto, ella organizó el juego.
––Cierto, había olvidado que organizó un juego, para luego abandonarnos.
––Ximena, no seas así, Esperanza se encuentra muy mal y necesita ayuda, ¿podrías ser empática con ella? Además de que es un ser humano, es el ser humano que nos puede ayudar a ganar. Creo que a veces tu odio nubla tu inteligencia.
––Yo no la odio, ¿Por qué la odiaría? Para mi es insignificante.
––¿Entonces porque eres tan desgraciada con ella?
––Solo me cae mal, es todo, pero no la odio.
––¿Tu también la odias, Ariadna? –preguntó Anna.
––No, claro que no, al contrario, me gustaría ayudarla si puedo.
––Por Dios, ¿desde cuándo te salió lo Madre Teresa? Si mal no recuerdo tu querías hacer echar a Esperanza. –dijo Ximena.
––Quería, pero ya no es así, ya no tengo nada en contra de ella, y tampoco en contra de ti, y no lo hago porque quiera que vuelvas a ser mi amiga como lo dijo Verónica, no me importa si lo crees o no, solo quiero cambiar varias cosas en mi vida, si tú no puedes entenderlo, creo que soy yo la que no desea que volvamos a ser amigas.
La respuesta de Ariadna, las sorprendió a las tres, incluida ella, no pensó que se atrevería a decir todo lo que sentía en realidad.
––¿Quieren pasar a saludar a Esperanza? –les preguntó Anna.
De inmediato ambas respondieron que sí, querían cambiar apresuradamente de tema. La tres entraron al departamento, Ariadna y Ximena, estaban evidentemente incómodas, este tipo de situaciones, –ayudar a otra persona que no sea de su misma clase–. No era algo a lo que ellas estaban acostumbradas.
––Hola Esperanza, ¿Cómo te encuentras? –preguntó Ariadna.
––Estoy bien, gracias. –Esperanza también estaba desconcertada–. Ya le entregué la libreta a Anna, también prometo crearles algunas jugadas personalizadas acorde al equipo que van a enfrentar. Sé que también tengo videos de los juegos del equipo rival, los voy a buscar y se los daré a Anna, ayudaré en todo lo que pueda. Me siento muy culpable por haberlas abandonado en este momento. –Esperanza agacha la cabeza y encoje su cuerpo–. Sé que mis disculpas no les sirven de nada, pero ya no podía seguir, sentía que solo lo estaba estropeando y que solo les causaría daño, lo lamento.
La declaración de Esperanza sorprendió a Ximena y Ariadna, jamás pensaron que verían a su entrenadora de una forma tan vulnerable, y que les hablara de una forma tan sincera y tan arrepentida. 
––No te preocupes Esperanza, entendemos tu situación, creo que todas hemos pasado por situaciones así, solo que algunas las pasamos solas y otras no, y este es tu caso. No estás sola, nos tienes a todo el equipo, además al parecer Anna piensa vivir a cuenta tuya. –Ariadna expresa una leve sonrisa.
––Tranquila Esperanza. Gracias por tu ayuda. –dijo Ximena.
––Gracias chicas, no saben cómo les agradezco su apoyo. Pero sobre todo a Anna, me está ayudando en todo lo que puede. –Esperanza voltea a ver a Anna y sus ojos brillan.
Ximena nota esto, pero no hace ningún comentario.
––No es nada, lo que yo hago por ti lo haría cualquier persona decente. –Anna se sonroja.
––Si, pero solo lo hiciste tú. –Esperanza no deja de mirarla.
––¿Qué hay de nosotras? También estamos aquí. –dijo Ariadna.
––Si, claro, pero Anna me ha apoyado como pocas personas lo han hecho en mi vida, y eso es algo que nunca voy a olvidar.
––Ya por favor váyanse a un hotel. –dijo Ximena.
––¿Para que irían a un hotel si están viviendo juntas? No tiene sentido –preguntó Ariadna.
––¡Ay! Cállate, solo es un decir.
––¿Es un decir o estas celosa? –preguntó Ariadna en tono de burla.
Esperanza y Anna, solo observaban y se miraban entre sí, trataban de no ponerse nerviosas.
––¿Te escuchas cuando hablas? ¿Cómo podría sentir celos de alguien como Anna?
––¡Oigan! Las estoy escuchando, ¿si saben que soy la chica con más pretendientas de la escuela?  –dijo Anna.
––Hablo la Fuckgirl, disculpe usted por mis modales. –Ximena hizo una reverencia.
––Ximena te estás pasando, ya vámonos, o harás que Anna te dé un discurso como el que me dio a mí. –Ariadna tomó del brazo a Ximena, despidiéndose de Esperanza con un ademán con la mano.



Las prácticas eran frecuentes y continuas, terminaban hasta que todas terminaban tiradas en el piso por el cansancio, Anna llegaba agotada al departamento, se bañaba y apenas podía comer un poco de lo que Esperanza le preparaba para cenar. Le preocupaba no ser de mucha ayuda la mayor parte de los días, pero lo compensaba los fines de semana, limpiando y consintiendo a Esperanza todo lo que podía.
Ya habían practicado todas las jugadas de la libreta de Esperanza, y ella les había entregado nuevas jugadas, esas eran las que en este momento estaban practicando. Ya había pasado más de una semana y media, y habían acordado que el próximo fin de semana practicarían ambos días, la escuela les había dado permiso para eso. Habían invitado a Esperanza a ver las prácticas, pero ella no estaba muy segura de hacerlo, le daba vergüenza que el personal de la escuela la viera, después de haber huido como cobarde.
No les aseguro nada pero les prometió que si encontraba los videos de los juegos del equipo al que se enfrentarían, iría a verlas entrenar y a ver juntas los videos, para comentarlos y hacerles observaciones que les pudieran ayudar a ganar.
Anna estaba muy emocionada, sabía que regresar a la cancha era lo que Esperanza necesitaba para poder salir de su depresión, además estaba segura de que, con la ayuda de Esperanza, podrían ganar el próximo partido.
Les estaba costando trabajo poder encontrar esos videos entre todas las cajas que tenía apiladas en su departamento, como Anna quería que las fuera a ver a su práctica empezó a ayudarle, aunque estuviera cayéndose de sueño, Esperanza terminaba llevándola a la cama cuando se quedaba dormida sobre alguna caja.
La presencia de Anna la hacía sentir segura, y poco a poco volvía a ser ella misma, la convivencia era buena y de mutuo respeto, Anna jamás se propasó o intentó algún avance sexual, aunque llevaran muchas noches durmiendo juntas, eso la hacía sentir más confiada y agradecida. Estaba determinada a ayudar a esas chicas, sin importar que no durmiera en toda la noche, con tal de poder entregarles los videos el día de mañana, después de ese fin de semana, ya solo les quedarían unos cuantos días, para enfrentarse a su rival y no dejaría desprotegido a su equipo.
Tanto Anna como las chicas, la habían apoyado mucho y le habían hecho múltiples invitaciones a ser partícipe de las prácticas, además de que cada vez que las veía, se portaban mejor con ella, no sabían si era genuino o si lo hacían por presiones de Anna, pero no le importaba, fuera como fuera, le hacía sentir mejor, aunque fuera mentira, la hacía sentir que no estaba sola y justo eso era lo que en estos momentos necesitaba.
Muy avanzada la noche pudo encontrar la memoria USB que contenía los videos, planeaba llevarse su computadora para poder reproducirlos. Satisfecha de su arduo trabajo, se arrojó en la cama sin quitarse la ropa, estaba demasiado cansada para hacerlo.



Se despertaron muy temprano, a pesar de que Esperanza había dormido poco, necesitaban ser de las primeras en llegar para poder instalar la computadora y estar preparadas, antes de que las demás llegaran. Como no había regresado la llave de su antigua oficina pudo entrar sin ningún problema, todo estaba listo para cuando las chicas llegaran.
––¿Crees que se tarden mucho? –preguntó Esperanza.
––Parece que estas muy nerviosa, ¿Qué es lo que te sucede?
––Solo es que el estar aquí me hace sentir ansiosa, me recuerda a todos mis fracasos, me recuerda la vergüenza de haber elegido el camino del cobarde, además no he visto al resto del equipo, no sé si quieran que yo esté aquí, ni siquiera sé si podría ayudarles en algo.
––Tranquila Esperanza, todo estará bien, todo el equipo pidió que vinieras, además sin ti no hubiéramos podido conseguir los videos, eso será de gran ayuda.
––¿Segura que todo el equipo está de acuerdo?
––Te lo puedo jurar. –levanta su mano derecha mostrando su palma–. Juro que mis compañeras de equipo están de acuerdo en que la entrenadora venga a vernos y apoyarnos a los entrenamientos.
––Quita eso. –le baja la mano–. Y muchas gracias. –se sonroja.
Minutos más tarde llegan Ariadna y Ximena, son las primeras en llegar, ya que son las entrenadoras, procuran llegar antes que todas, solo no esperaban que alguien llegara antes que ellas.
––Chicas, bienvenidas, tengo todo listo para que veamos los videos si ustedes gustan o si quieren pueden entrenar. –dijo Esperanza con cierta timidez.
––No creo que sea posible entrenar, si notas no ha llegado todo el equipo, así que no nos queda otra más que ver tus videos. –le respondió Ximena con falsa amabilidad.
Esto hizo que Anna la fulminara con la mirada y que Ariadna pellizcara su antebrazo izquierdo. Gracias a eso no hubo ningún incidente más y comenzaron a reproducir los videos. 
––¡NO PUEDE SER! ¿CÓMO ES POSIBLE ESTO?
Todas se quedaron calladas ante los gritos de Anna, las había tomado por sorpresa y hasta las había asustado.
––¿Qué te pasa Anna? –preguntó Esperanza con sus ojos muy abiertos.
––Ese es mi antiguo equipo.


Cuatro balones fuera de la canasta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora