CAPÍTULO VIII

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La belleza de Esperanza era notoria, piel suave, de tez blanca, su cara parecía ser de porcelana, con un lunar en el pómulo Izquierdo, sus ojos eran rasgados por que su madre era asiática, el color de sus ojos eran café con toques dorados, sus cejas eran pobladas, pero bien definidas, tenía el labio inferior más grueso y cuando se sentía apenada lamía sus labios y eso los hacia ver rojos y sensuales. 

           Justo en estos momentos, Esperanza se encontraba así, tímida, avergonzada y agazapada en el sillón del departamento de Anna, tenía entre las manos un vaso de agua que le había entregado Anna, la notaba sumamente nerviosa, además de que ya tenía más de veinte minutos completamente en silencio, la situación se había tornado incómoda.

           Anna, se había limitado solo a mirarla, deseaba esperar hasta que Esperanza se sintiera cómoda para hablar, pero a la vez este silencio la estaba fastidiando, y no podría soportarlo por más tiempo.

           ––¿Has tenido novio?

           Le soltó Anna, sin más ni más, deseaba conocer a Esperanza, y necesitaba que se relajara, lo mejor que se le ocurrió fue iniciar la charla.

           ––Claro, que he tenido novio. –Esperanza se sorprendió por la pregunta y vaciló al responder.

           ––¿Has tenido novia?

           ––No, no he tenido novia.

           Esperanza, agachó su cabeza y enjutó su cuerpo.

           ––No te avergüences, siempre hay una primera vez. –Anna redujo la distancia entre ambas, sentándose en el mismo sillón en que Esperanza estaba sentada–. ¿Te ha gustado alguna chica?

           ––Si, pero jamás hubo nada entre ella y yo.

           Esperanza seguía sin mirar a Anna, alejándose cada vez mas de ella.

           ––Esperanza, no tengas miedo, tampoco te voy a violar, solo deseo conocerte, es lo que se hace en las citas, esta sería nuestra primera cita.

           Esperanza solo asintió, y continuó en su sitio.

           ––Te noto muy tensa, no pensaba hacer esto, pero si te sirve para que te ayude a relajarte, te doy esa opción, ¿Quieres beber alcohol?, no tengo mucho, en el refrigerador hay unas cuantas cervezas, si te apetece.

           ––¿Estás loca?, eres menor de edad, no deberías beber alcohol, además no pienso beber alcohol contigo.

           Por unos minutos, la Esperanza de antes regresó y volvió a tener fuego en su interior, y actuó como la adulta que era.

           ––¿No crees que hemos llegado demasiado lejos como para preocuparnos por nimiedades?, estás aquí en mi casa, en una cita.

           ––Es verdad, pero aun así no pienso beber contigo. –Esperanza parecía enfadada.

           ––No deseo que bebas, deseo que hables conmigo, se supone que estamos en una cita, pero te comportas como si te hubiera secuestrado. –ahora Anna era la que lucía molesta–. ¿o deseas que vayamos a la cama?, ¿esa es la razón por la que estás tan tímida?, ¿quieres que tengamos sexo y eso te pone nerviosa?

           ––¡¿Cómo te atreves?! –Dio un salto y se incorporó del sillón, y ahora sí miró directamente a los ojos de Anna, había fuego en ella–. ¡Eres mi alumna!, ¿Por qué querría hacer eso contigo?

Cuatro balones fuera de la canasta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora