CAPÍTULO IX

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Al despertar, el ambiente en la habitación era denso, ninguna de las dos pudo ver a la otra a la cara, y sus interacciones eran torpes, solo intercambiaron un par de palabras, porque Esperanza le pidió ropa prestada a Anna para que no llegara al trabajo con la ropa del día anterior.
Al ser Esperanza la entrenadora, podía llevar ropa deportiva aunque no fuera de ella, y nadie lo notaría.
       Después de ducharse Esperanza se despidió con un ademán de la mano y con la mirada sobre sus pies. Anna se quedó desconcertada, tanto por el actuar de Esperanza, como por su propio actuar, no sabía que le hacía sentirse tan apenada con Esperanza, al grado de no poderla ver a los ojos.
        Ya había tenido sexo con otras mujeres, además de que había tenido un buen desempeño, logró hacer que Esperanza llegara al orgasmo en diversas ocasiones.
A lo largo del día, esas sensaciones de vergüenza y pena no abandonaron a Anna, pero ella no tenía la más mínima idea del porqué. Una parte de Anna, tenía miedo de acercarse a Esperanza, y la otra deseaba su cercanía, habían compartido un momento muy íntimo que creó un lazo que no se rompería tan fácilmente por mas vergüenza que sintieran.
Llegada la hora del entrenamiento, Anna fue la primera en llegar, a pesar de que tenía miedo, era necesario hablar con Esperanza. Estando frente a la puerta, golpeo dos veces, giró la manilla y entró, al entrar cerró la puerta con seguro.
––Esperanza, tenemos que hablar, no podemos seguir así. Después de lo que pasó, no nos hemos dirigido ni una sola palabra, es más, ni siquiera pudiste decirme adiós. ¿Dime que es lo que te pasa?
––Es por que no hay nada de qué hablar entre tú y yo, lo que pasó ayer fue solo un intercambio, tu querías acostarte conmigo, y yo quería que accedieras a salir con Ariadna, ambas obtuvimos lo que queríamos, eso fue todo.
Podía oírse romperse el corazón de Anna, era verdad que quería acostarse con Esperanza, pero no solo quería eso, quería algo más, pero no se había dado cuenta hasta que fue fríamente rechazada por ella.
     Tal vez había sido un error haber presionado a Esperanza para tener relaciones sexuales, pero tampoco se negó a hacerlo, y parecía haberlo disfrutado. Pero en estos momentos el dolor la estaba cegando y no podía ver más allá.
––¿Estás segura de que quieres llamarlo así? ¿Que fue solo un intercambio?, porque yo no sabía que te prostituías, me…
Anna no pudo terminar la siguiente frase porque Esperanza  sanjó la cara de Anna con una cachetada. Ambas se miraron intensamente, Anna tocaba su mejilla mientras controlaba su furia y sus inmensas ganas de devolverle la cachetada.
––No te atrevas a decir nada mas, –advirtió Esperanza a Anna–. No quieras hacer un espectáculo delante de tus compañeras, y solo cumple con lo que prometiste.
Anna no dijo nada más, porque si lo hacía, causaría un espectáculo y ambas estarían en problemas. Solo regresó a la puerta y se dirigió al vestidor para cambiarse de ropa.

Saliendo del vestidor, Anna se encontró con Ximena, la mano derecha de Ariadna, la mejilla de Anna captó su atención, y no dejó de mirarla por unos segundos, pero no comentó nada, siguió adelante sin apartar la vista del pómulo enrojecido.
Rápidamente fueron llegando las demás chicas, Esperanza las puso a calentar, pero Ariadna y su grupito de amigas no dejaban de mirar a Anna, mientras hablaban por lo bajo, después de unos minutos la sonrisa burlona de Ariadna se volvió notoria y no aguantó mas.
––Por fin te pusieron en tu lugar, ¿me pregunto quién sería la afortunada?, para felicitarla. –Ariadna seguía sonriendo de forma socarrona.
––Es que hay mujeres que no les gusta oír la verdad. –Anna también estaba disfrutando esto porque Esperanza las estaba escuchando–. Hay mujeres que no aceptan ser rechazadas, yo solo fui honesta, mi interés está en otra mujer. No sé por qué estas interesada en saber quién es, pero si gustas te puedo dar su nombre. –sonrió de lado.
––No me digas, ¿en serio?, ¿me lo dirás? – preguntó con ironía. 
––¿En serio?, ¿tanto te importa saber quien esta tras de mí? –Anna siendo coqueta como siempre.
––¿Qué te hace pensar que eso me importa? –el fastidio en el rostro de Ariadna era evidente por que no pudo provocar a Anna.
––No lo sé, tu preguntaste. –Anna se encogió de hombros y dejo de prestarle importancia a la conversación.
El actuar de Anna, llenó de furia a Ariadna, pero se había quedado en blanco por las respuestas tan inesperadas, parecía que no tenía ningún interés en lo que Ariadna pudiera decirle, hasta se había marchado, ignorándola. Ahora no sabía que era lo que le molestaba más, si el que Anna si le contestara o ser ignorada por ella.
El entrenamiento transcurrió normalmente, pero esta vez, tanto Ariadna como Anna dejaron de discutir, así aprovecharon el tiempo para entrenar más duro, las chicas quedaron agotadas y se dirigieron al vestidor a ducharse, solo Anna se quedó rezagada, tardó más tiempo en quitarse la ropa, quería que sus compañeras observaran su escultural cuerpo, pero más que nada quería que la observara Ariadna.
Al pasar por las duchas, caminó lentamente, segura de sí misma y con una arrogancia avasalladora, eligió la ducha que estaba al lado de la de Ariadna, una de sus compinches ya había terminado y dejó la ducha libre.
     Al momento en que Ariadna notó la presencia de Anna a su lado, no pudo evitar ver su cuerpo desnudo, aunque apartó la vista lo más rápido que pudo, no quería que Anna pensara que ella era una de esas chicas a las que les gustan las mujeres.
Ariadna se sintió incómoda y algo vulnerable teniendo a su mayor enemiga a su lado, en un momento así, en el que su cuerpo estaba totalmente expuesto, pero notó que en ningún momento Anna volteo a verla, Ariadna se mantenía vigilante, frecuentemente volteaba a ver a Anna de reojo, cerciorándose de que Anna no la estuviera viendo con lujuria, incluso la sorprendió el desinterés que Anna mostraba hacia ella.
Pensó que tal vez Anna, se la comería con la mirada o por lo menos la atacaría por haberse burlado de ella, pero no, Anna se había portado bastante decente, el constante celo que Ariadna tenía por Anna, hacían que sus movimientos fueran torpes y se tomara más tiempo en bañarse de lo normal, en cambio Anna, terminó muy rápido, se cubrió con la toalla, y cuando estaba a punto de marcharse se dirigió hacia Ariadna.
––Elí, se llama Elí.
Para después seguir con su camino y no mirar a atrás. Le había mentido a Ariadna, pero era mejor esa respuesta que decirle que había sido su entrenadora, después de que le reclamó por solo haberla tratado como un objeto sexual, ambas se meterían en problemas, si Ariadna llegara a saberlo.

La mañana de Ariadna, fue muy rara, estuvo toda la noche pensando en quien sería esa Elí que le mencionó Anna, no conocía a ninguna en su escuela, pero no se quería quedar con la duda de saber que chica estaba obsesionada con Anna, pero también se preguntaba a si misma cual era la razón del porqué no podía sacarse ese nombre de la mente.
     Seria verdad que quería felicitarla por haber golpeado a Anna, o era mera curiosidad de saber que era lo que le veía a Anna, para portarse como una acosadora con ella.
Toda la mañana había estado preguntando a sus amigos y conocidos si conocían a una tal Elí, pero nadie pudo darle información, porque no la conocían, además había averiguado que nadie en la escuela sabía si Anna estaba saliendo con alguien, jamás se le había visto con ninguna chica, y esta información volvía la situación más rara, lo cual le producía más curiosidad, hacía que se preguntara. ¿Quién sería esa tal Elí?, y entonces ¿Quién sería la chica de la que Anna estaba enamorada?
Tal vez no asistían a la misma escuela, o tal vez era alguien del equipo, pero esa opción le pareció muy descabellada, nadie en el equipo quería a Anna, bueno la única que la quería era Esperanza, pero eso no podía ser, además en el equipo no había ninguna Elí. Quería averiguar la verdad, pero en este momento se había quedado sin opciones, estaba a punto de darse por vencida. 
Se encontraba dubitativa en el salón de clases cuando su amiga Ximena llegó, le pareció inquietante la escena, porque nunca la había visto tan inmersa en sus pensamientos.
––¿Qué es lo que te pasa?, ¿Por qué estás aquí tu sola? –preguntó Ximena.
La voz de Ximena sacó a Ariadna de su ensoñación, y eso la hizo ponerse nerviosa, no quería decirle que estaba pensando en Anna y sus amantes, no deseaba ser relacionada con su peor enemiga, esa advenediza que había entrado de la nada, para quitarle su lugar en el equipo.
––No me pasa nada, solo pienso en algunas tonterías.
––¿Qué tipo de tonterías?, porque realmente no lo parecen.
––¿Acaso tengo que contarte todo lo que me pasa?, no verdad. Que seamos amigas no significa que tengas que saber todo de mí, así que por favor deja de hacerme preguntas tontas. –Ariadna ya se había levantado y se encaminaba a la salida.

Por la tarde ya estando en la práctica, Ximena volvió a encontrarse a Anna en los vestidores, ambas se miraron, pero no dijeron ni una sola palabra, procedieron a cambiarse, Anna tenía días notando que Ximena, en algunas ocasiones tenía problemas para apoyar el pie izquierdo, probablemente tenía una lesión y no quería decírselo a la entrenadora por alguna razón.
De repente Ximena se alteró, rebuscando entre sus cosas, vació completamente la bolsa, al parecer eso no dio ningún resultado, cada vez se ponía más nerviosa porque no podía encontrar lo que estaba buscando, Anna se acercó a Ximena, pero ella estaba tan distraída que ni notó su presencia.
––¿Puedo ayudarte en algo?, te noto muy estresada y me gustaría ayudarte si tú así lo quieres. –comentó Anna.
––¿Cómo podrías ayudarme tu? –aun en su desesperación podía notarse su arrogancia.
––Pues es obvio que estás buscando algo, yo puedo ayudarte a buscar.
––¡Claro que no! –Ximena actuó temerosa, trató de proteger su cuerpo con sus brazos.
––Tranquila, –Anna suavizó su voz–. no le diré a nadie, sé que estas teniendo problemas con el pie izquierdo y que no le quieres decir a la entrenadora, y si me dices que estás buscando, tal vez pueda ayudarte, pero tienes que darte prisa, las demás chicas llegarán en cualquier momento. 
El miedo invadió a Ximena, no sabía que decir, ahora estaba en manos de Anna, si ella le contaba algo a la entrenadora, podrían ponerla a descansar, incluso podrían sacarla del equipo por esta temporada, y pondrían a otra en su lugar, le preocupaba mucho que esa nueva jugadora que la sustituyera fuera mejor que ella. No podía pedirle ayuda a Anna, pero tampoco podía rechazar su ayuda, ahora dependía de Anna el futuro de su vida.
––Estoy buscando mi tobillera, no sé dónde la dejé o si la perdí, me ayuda a sentirme mejor. –contestó nerviosa Ximena.
––¡Ah!, es eso, no te preocupes, yo te puedo prestar la mía, yo siempre tengo de todo en mi casillero, permíteme ir por ella.
Anna se alejó hasta quedar frente a su casillero, lo abrió, tomo la tobillera y regresó con Ximena.
––Ximena, siéntate, voy a ponerte la tobillera. –Anna se arrodilló frente a Ximena y dio unos leves masajes antes de colocarle la tobillera–. ¿Te parece que está bien así de apretada o la ajusto?
––No te preocupes, así está bien, muchas gracias, no tenías por qué ponérmela. –Ximena se sonrojó un poco, no sabía cómo tomar el comportamiento tan raro de Anna.
––¿Ya fuiste al doctor? –preguntó Anna.
––No, no he tenido tiempo, además no es algo grave.
––Si no es algo grave con mayor razón deberías ir al doctor, no querrás que esto se vuelva más grave.
––No quiero, por qué el doctor seguro me dirá que tengo que tomar reposo, y no puedo decirle a la entrenadora que tengo una lesión, seguro me sacará del equipo.
––No tiene que ser así, primero ve al doctor para saber que te dice, y según su respuesta pues decides si le dices a Esperanza o no, o si tendrás que mentirle para que descanses.
––¿Por qué me estás ayudando?, sé que no te caigo bien, y tú a mí, tampoco.
––Porque sé que lo necesitas y veo que nadie más lo sabe, ni siquiera Ariadna. ¿Por qué no se lo has dicho a ella?
––No sé cómo lo tomaría, además Ariadna no es del tipo de personas que ayuda, es más del tipo de personas que desea toda la atención. –se notaba el malestar de Ximena, por lo que Ariadna le había dicho unas horas antes.
––Bueno, pero es tu amiga, debería apoyarte. Disculpa por lo que te dije, el tipo de relaciones que tu tengas no es algo en lo que yo deba meterme, si necesitas ayuda con lo del doctor me dices, ¿está bien? –Ximena asintió con la cabeza.
Después de eso Anna se incorporó, terminó de cambiarse y salió del vestidor. 

El entrenamiento había sido muy duro, Esperanza estaba de mal humor y parecía que se desquitaba con las chicas, cada vez más las estaba llevando a su límite, Ariadna ya estaba de mal humor desde la noche anterior, a Ximena su tobillo la estaba matando, pero no podía decir nada o haría que la descansaran, y en cuanto a Anna, seguía dolida por el rechazo de Esperanza.
      Había sido tratada como un objeto y eso no le gustaba, tal vez porque por primera vez le habían hecho lo que ella hacía, acostarse con ellas y nada más, claro, limpiaba su conciencia diciéndose a si misma que había sido clara con ellas y si habían accedido había sido porque ellas así lo habían querido.
El ambiente se volvía cada vez más tenso hasta que Ximena cayó al suelo, Anna corrió a auxiliarla porque conocía su situación con el tobillo, se acercó la revisó, le toco el tobillo mientras Ximena asentía por el dolor.
––Apóyate en mí, te ayudaré a levantarte. –le susurró Anna, no quería que nadie más se diera cuenta del problema que tenía Ximena.
––¿Qué te pasa Ximena?, levántate, esto no es nada, si quieres ser la mejor, tienes que entrenar como la mejor. –dijo Esperanza.
Mientras Anna levantaba a Ximena, la molestia en su rostro fue evidente.
––¿Qué rayos te pasa Esperanza?, nos estás matando a todas y todavía esperas que no nos cansemos, estamos agotadas. Para ya.
––¿Qué rayos te pasa a ti, Anna? Yo soy tu entrenadora y no me puedes faltar al respeto de esa manera, tú tienes que hacer lo que yo te pida. –la furia inundó a Esperanza.
––¿Ahora si crees, que te falto al respeto?, debiste pensar eso antes de actuar de esa manera y llevarnos al límite, necesitamos descansar, ¿acaso quieres que alguna de nosotras se lesione?
––Solo quiero que sean mejores, y para eso deben entrenar más que los otros equipos.
––Si, pero no al grado de arriesgar nuestra salud, o nos dejas descansar o no tendrás ningún equipo con el que participar.
El gimnasio permaneció en silencio, ninguna de las chicas dijo nada, pero sí alternaban la mirada entre Esperanza y Anna, las dos estaban furiosas y no podían cortar el contacto visual.
––Esta bien, si quieren seguir siendo perdedoras váyanse a sus casas, la práctica terminó.
Esperanza tomó sus cosas y se fue, dejando a todas las jugadoras asombradas por su comportamiento, al salir esperanza por la puerta, la mirada de todas se centró en Anna, algunas hicieron el intento de aplaudir, pero no lo concluyeron al ver que la mayoría de chicas no sabían que hacer en esta situación.
Anna se quedó atónita jamás pensó que Esperanza reaccionaría de esa manera, se había dado cuenta que Esperanza no la estaba pasando nada bien, pero eso era algo que a Anna ya no le importaba, lo que sea que le pasara, era ella sola quien tenía que arreglarlo.
Anna se pasó el brazo de Ximena al hombro, pero aún se le dificultaba caminar, no le quedó más remedio que cargarla en sus brazos y la llevó hasta el vestidor, sus compañeras se les quedaban mirando más sorprendidas que antes, pero sobre todo quien no las dejaba de mirar era Ariadna, las siguió con la mirada hasta que las perdió al cruzar la puerta del vestidor.
Minutos después, entro Ariadna al vestidor, y cuando lo hizo, Anna estaba de rodillas masajeando el tobillo de Ximena, la expresión en el rostro de Ximena era de dolor, Ariadna salió de su estupor y se acercó porque se había dado cuenta que podría ser algo grave.
––¿Qué te pasó Ximena? –preguntó Ariadna.
––No siempre tengo que contarte todo lo que me pasa, –contestó molesta, Ximena–. ¿Anna por favor podrías llevarme a mi auto?
Anna asintió con la cabeza, tomó sus cosas, pasó el brazo sobre su hombro y salieron, esta vez no había sido necesario cargarla, Ximena se sentía un poco mejor, solo deseaba poder llegar hasta su auto y descansar un poco, lejos de las miradas de sus compañeras y lejos de la que pensaba que la traicionaría si se enterara.
El trayecto hasta el auto fue tortuoso para Ximena, apenas pudo llegar, sin ser cargada por Anna, no deseaba que eso sucediera porque llamarían la atención y pensarían que tienen una relación o algo así.
Al llegar al auto, Anna quería subirla al asiento del piloto, pero Ximena le pidió que la colocara en el asiento del copiloto, porque no sería capaz de conducir, que por favor condujera hasta llevarla a su casa, que no estaba lejos, solo eran unas cuantas cuadras y nada más.
La escuela se encontraba en la zona más lujosa de la ciudad, ahí vivían la mayoría de millonarios del país, de modo que, si Ximena vivía cerca, entonces pertenecía a esa clase social.
Anna dudaba mucho en hacerlo, no tenía tanta experiencia manejando, sus padres jamás le comprarían un vehículo, así que lo que sabía, era porque había practicado en los autos de algunos amigos, pero no le quedó más remedio que llevarla hasta su casa, además le preocupaba chocar el auto y meterse en problemas con una familia millonaria.
A pesar de la preocupación de Anna, el trayecto hasta la casa de Ximena fue muy sencillo, y se encontraba relativamente cerca, a unas cuantas cuadras de la escuela, en una zona residencial muy bonita.
Por fuera la casa se veía normal como cualquier casa, una barda blanca, larga y alta, cubierta por plantas en grandes espacios, y por algunas franjas grises. Al llegar un portón grande y negro se abrió para que el vehículo pudiera acceder. Ximena le fue indicando hacia donde tenía que dirigirse. Ya estando dentro de la casa pudo corroborar sus sospechas de que Ximena pertenecía a una familia millonaria.
La casa era enorme, blanca, con columnas romanas que hacían que se viera hermosa, tenía muchos árboles de esos que son muy delgados y que llegan hasta el techo, también tenía palmeras, y césped en todo el suelo, a la izquierda estaba el área de la alberca, era enorme y tenía varios camastros y un área de asador y barra.
Pero el interior de la casa fue mucho más deslumbrante, no podía creer como existían personas con tanto dinero, pero justo llevaba a una cargando, en la entrada la servidumbre las recibió.
––Señorita Ximena. ¿Qué le pasó? –Preguntó Carmen, la niñera de Ximena.
––Tranquila Carmen, no me pasó nada grave, solo llama al doctor, dile que tengo una lesión en el tobillo, lo espero en mi recámara.
––Ximena, creo que será difícil subirte por todas esas escaleras. –comentó Anna. 
––No te preocupes Anna, podemos utilizar el ascensor, te indicaré donde se encuentra.
Ambas llegaron a la recámara, Anna colocó a Ximena encima de su cama, y le quitó las botas deportivas, al hacerlo Ximena emitió un quejido de dolor, pero Anna no podía detenerse hasta quitárselas.
––Bueno, ahora que ya estas segura en tu casa, me retiro. –dijo Anna.
––No te vayas, –Ximena reaccionó con miedo y suplica–. No hasta que el doctor me diagnostique, tú me ayudaste hace unos momentos con Esperanza y necesito que me vuelvas a ayudar si es algo grave. Por favor ayúdame, no quiero quedarme fuera del equipo.
Ximena se incorporó y tocó con delicadeza la mano de Anna, le estaba rogando por su ayuda, se notaba en el rostro de Anna que no deseaba quedarse, pero siempre había sido débil cuando una mujer le suplicaba.
––Está bien, me quedaré y te ayudaré a cubrir la mentira que tengas que decir.
Después de eso ninguna de las dos dijo nada, en realidad no eran amigas, solo estaban juntas por las circunstancias que las habían unido, Ximena necesitaba de Anna y Anna necesitaba acercarse a Ariadna, aunque no estaba muy segura si esto funcionaría o no, después de ver lo distanciadas que se encontraban.
A pocos minutos después llegó el médico, revisó minuciosamente el tobillo, su rostro estaba muy serio, parecía que se trataba de algo grabe, tanto Anna como Ximena estaban preocupadas, hasta que el médico habló.
––Se trata de un esguince, no es algo grave, pero necesitarás reposo por lo menos de dos semanas.
––¡¿Dos semanas?!, ni si quiera sé cómo podría faltar a los entrenamientos una semana, menos dos. Tiene que darme algo para que pueda sanar rápido.
––¡Ximena!, –el doctor suspira–. Cosas así no existen, necesitas reposo, medicamentos, hielos y vendaje. Lo más que puedo hacer por ti es mandarte una enfermera, para que te haga fisioterapia y te recuperes más pronto. Si tu presionas a tu cuerpo puede ser que se lesione más y que después nunca más puedas jugar basquetbol. ¿A caso quieres eso?
––No, no quiero eso, pero no puedo quedarme en casa tanto tiempo.
––¡Ximena!, tú ya eres grande, ya te dije lo que se tiene que hacer, es tu decisión si me haces caso o no, pero tendrás que hacerles frente a las consecuencias.
Un silencio invade a la habitación, un silencio que es incómodo para todos, pero Anna lo rompe.
––¿Qué medicamentos le dejará?
––Analgésicos y antinflamatorios, por eso también tiene que utilizar hielo, le ayudará mucho a desinflamar su tobillo. Te dejo los medicamentos con las indicaciones de como tomarlos, también unas bolsas de gel para ser congeladas y las pongas en tu tobillo, es todo lo que yo puedo hacer. Me retiro.
El médico salió lo más rápido que pudo, ya conocía el carácter de Ximena y no deseaba enfrascarse en una discusión sin fin, por eso le dejó la responsabilidad en sus manos, y que fuera ella quien lo decidiera.
Al salir el médico, volvió el silencio, Anna ya estaba deseando irse, pero Ximena le había pedido ayuda, así que entre más rápido lo solucionaran, más rápido se iría de ahí.
––Puedes faltar a la escuela si te reportas enferma, puedes decir que tienes un virus o algo así, no tienes que decir que te lesionaste el tobillo.
––Si, pero esa excusa me servirá por una semana, no para dos o más. –contestó Ximena enfadada.
––Enfoquémonos primero en solucionar lo de una semana, tal vez mejores más rápido de lo que piensas y si no es así, ya veremos qué hacer para que Esperanza no se entere.
––Pues no tengo otra alternativa.
Ximena, reaccionó con enfado y apesadumbres, sabía que tenía a que aceptar la situación por la que estaba viviendo.
––Creo que tengo que irme, tengo algunas cosas por hacer. –comentó Anna.
––Sí, creo que ya no hay muchas cosas de las que hablar, solo pásame tu celular, te voy a agendar mi número, y me haré una llamada al mío, por si necesitamos ponernos en contacto con algo. También uno de mis choferes te llevará a tu casa.
––No te preocupes no es necesario, de hecho, no pienso ir a mi casa… –Anna titubeo–. Quedé de verme con una chica.
La expresión en el rostro de Anna era de vergüenza, no iba a ver a ninguna chica, pero fue lo único que se le ocurrió en ese momento, no deseaba seguir en contacto con nada que formara parte del mundo de Ximena, algo en esta situación la asqueaba bastante, pero no sabía qué.
Por su parte a Ximena la tomó por sorpresa la respuesta de Anna, se había sentido rechazada por ella, ¿Cómo es que alguien iba a rechazar las atenciones y amabilidad de su parte?, y más cuando solo se trataba de una de las aventuras de Anna. Probablemente se trataba de alguna chica insignificante. Pero no dijo nada al respecto, solo le dijo adiós a Anna y le regresó su celular.
Una vez estando fuera de la casa de Ximena, se sintió aliviada, y tuvo la oportunidad de reflexionar sobre la situación en la que estaba metida y todo lo que estaba pasando. Ximena no era más que otra niñita consentida que desea hacer su voluntad a toda costa, ese comportamiento de ella le producía aversión, pero debía cumplir con su promesa.
Luego estaba el asunto de que Ximena y Ariadna se habían peleado, no sabía si volverían a ser amigas, si se trataba solo de un berrinche de ambas, o si de verdad tenían una genuina amistad. Y aunque pudieran volver a ser amigas, todavía tenía el problema de acercarse a Ariadna y soportar su comportamiento que probablemente era similar al de Ximena o peor.
Y no podía olvidarse de Esperanza, de lo que había hecho esa noche, de cómo le había roto el corazón haciéndola sentir como un objeto sexual, y tampoco podía olvidar la pelea que ambas tuvieron frente a todo el equipo y cómo esperanza abandonó el entrenamiento. Una parte de ella se sentía avergonzada por eso, y la otra se decía a si misma que solo estaba haciendo lo que Esperanza le había pedido.
Fuera como fuera, algo no se sentía bien, y presentía que todo esto la metería en grandes problemas, pero ya no podía pararlo, se lo había prometido a Esperanza, aunque le había roto el corazón, dentro de Anna aún existía la posibilidad de tener algo con ella.









Cuatro balones fuera de la canasta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora