CAPÍTULO XII

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––¿¡Te crees mejor que yo!?  –gritó Ariadna, mientras Ximena se levantó en la piscina.
––¿¡Y tú que te crees para entrar a mi casa de esa manera!? ––Ximena también estaba furiosa, ––¿¡A caso crees que esta casa te pertenece!?, nuestros padres podrán tener negocios juntos, y tu familia podrá haber ayudado mucho a mi padre en alguno que otro negocio, pero eso no te da derecho sobre mi vida, ni sobre mi casa.
Anna se encontraba en medio del fuego cruzado, voltea a ver a una y luego regresaba la mirada con la otra, como si estuviera en un juego de Tenis, por dentro se preguntaba si no sería mejor estar en su departamento, aunque tuviera que ver a Esperanza.
––No solo los ayudó, mi familia los salvó de la ruina, ¿! y tú solo dices que lo ayudó en algún negocio!?, ¿!ya olvidaste las veces que tuviste que refugiarte en mi casa por los problemas que tenía tu familia!?, estabas devastada por la idea de que tendrían que vender esta casa y todas sus propiedades. Tú y tu familia me deben la vida, si no fuera por mí y mi familia, ustedes estarían muriéndose de hambre, deberías de estar agradecida conmigo y mi familia. en cambio, te portas de esta manera haciéndome desaires, ignorándome, sin contestar mis llamadas, como si yo tuviera que rogarte, como si tu valieras más que yo.
A este punto Ximena ya había pasado de la furia, a la vergüenza hasta llegar al llanto, Anna se percató de esta situación y trató de acercarse a Ximena para que no fuera resbalar dentro de la piscina. 
––¿Piensas que por que esta pigmea te hizo caso ya puedes sacarme de tu vida?, tú no eres quien decides en que momento dejas de hablarme, lo decido yo.
Ximena hizo el intento de salir de la piscina, pero Anna la detuvo, sabía que si Ariadna se daba cuenta le contaría a Esperanza de la lesión de Ximena.
––¡Basta ya! –dijo Anna furiosa–. ¿¡No te cansas de tanto odio!?, se supone que Ximena es tu amiga, y vienes a su casa, a insultarla, a herirla con cosas sumamente privadas que ella te confió, ¿¡Eso le haces a las personas que se supones que quieres!?, si eso le haces a las personas que quieres, entonces eres una persona que no merece ser amada, ¡eres un asco de persona!, deja tu maldita inmadurez, tú no eres el mundo, y las personas no tenemos que hacer todo lo que tú digas, así no es la vida, entiéndelo, deja de ser infantil y acepta si ya no quieren hablar contigo.
¿Por qué mejor no te preguntas que haces mal para que las personas se alejen de ti?, ¿o acaso crees que de verdad les agradas a las personas? Claro que no, te odian, te detestan o simplemente les caes mal, ¿Dime cuantas amigas te quedaron después de que Ximena se alejó de ti? Ninguna verdad, ¿y sabes por qué?, porque ellas son amigas de Ximena, no tuyas, porque nadie quiere estar contigo, tu solo tienes dinero y sirvientes, pero de lo demás no tienes nada. –todo el dolor, rencor y estrés que Anna había acumulado estos días por lo que pasó con Esperanza, salió en ese momento, además estaba tan cansada de las actitudes de Ariadna que no pudo contenerse más. 
Se hizo un silencio no solo en el jardín, sino en toda la casa, hasta el personal de Ximena estaba callado, solo se podían escuchar los sollozos de Ximena. Ariadna tenía la cara rojo grosella, pero no quitaba la mirada de los ojos de Anna, hasta que una lagrima salió de uno de sus ojos,  aun quería mantenerle la mirada, pero odiaba más la idea de que Anna la viera llorar, dio media vuelta y salió de la casa de Ximena.



La reunión apenas había comenzado cuando ya estaba terminada, el encuentro desafortunado con Ariadna había dejado agotadas a Ximena y Anna, ambas subieron hasta la habitación de Ximena en total silencio, nadie del personal las acompañó, Ximena no lo quiso, Anna se las arregló para atender a Ximena.
La ayudó a quitarse el traje de baño, y la metió a la ducha, pero Ximena no permitió que Anna la viera completaménte desnuda, básicamente, Anna solo le servía de apoyo, y le pidió que cerrara los ojos. Anna no lo dudó ni un poco porque tampoco quería verla desnuda, toda la situación ya era incómoda de por sí, como para volverla aún más incómoda.
La situación era inverosímil, estaban incómodas, tristes, sorprendidas y al mismo tiempo se sentían unidas. Al terminar de ducharse Anna le ayudó a secarse y le entregó la pijama, Ximena ya le había dicho donde se encontraba su ropa, y repitieron la dinámica en la que Anna cerraba los ojos.
La llevó hasta su cama y la arropó, se quedaron unos minutos así, sin que ninguna de las dos se moviera o dijera nada, no sabían que decir, y una parte de ellas tampoco querían hacerlo, solo querían quedarse así, en silencio. Pero ese silencio no podía durar para siempre.
––¿Crees que Ariadna nos perdone? –preguntó Anna, hasta ahora se había dado cuenta de que había perdido la posibilidad de acercarse a ella, había fracasado en la misión de enamorar a Ariadna, y eso la tenía preocupada.
––¿Realmente te importa que nos perdone? Creí que la odiabas –comentó Ximena.
––No la odio, nunca la odié, solo me desagrada y no quiero que esto afecte al equipo.
––¿El equipo del que Esperanza te sacó?, –Anna río por lo bajo.–¿te refieres a ése? –preguntó Ximena en tono de burla.
––Tienes razón, no sé por que me importa si prácticamente estoy fuera del equipo. –Anna sonrió de lado–. ¿Te sientes bien?
––En realidad no sé cómo me siento, o tal vez siento muchas cosas, lo que menos me importa es el equipo, y tampoco me importa si Ariadna me perdona, lo que si me importa es meter a mis padres en un problema… –hace una pausa–. Es verdad lo que ella dijo, mi familia y la suya están unidas en todos los negocios, y su familia tiene mucho más poder en las empresas que la mía, si su familia quiere podría arruinar a la mía. –la tristeza desborda a Ximena y las lágrimas se escurren en sus ojos.
––Creo que tal vez te metí en un problema. –comenta Anna.
––No, no es así, te agradezco que me defendieras, y que le dijeras a Ariadna lo que tantas personas habríamos querido decirle, pero le tenemos miedo o de una forma u otra dependemos de ella.
––Es toda una acosadora, ¿verdad? –Anna sonríe.
––Lo es, así es toda su familia, es horrenda, pero nos han ayudado mucho, aunque creo que lo hicieron porque obtendrían un beneficio, de lo contrario no lo habrían hecho.
––¿Puedes contarle lo que pasó a tus padres? ––pregunta Anna.
––Justo ahora están de viaje.
––Márcales, explícales, tal vez puedan hacer algo antes de que Ariadna envenene a sus padres.
––Le mandé mensaje a mi madre, no me ha contestado, seguramente Martita ya les habrá informado.
––¿Crees que se enojen contigo?
––Te aseguro que sí. –Ximena solloza.
––Lamento toda esta situación, ¿puedo ayudarte en algo? –pregunta Anna.
––No, no lo creo, pero gracias por tu intención, de esto nadie puede salvarme. –continúa sollozando.
––Mira, ya que no puedo hacer algo al respecto, pues te contare una historia para que te distraigas, es una historia real, no pienses que me la invento, de hecho… –hace una pausa–. Es una historia mía. –el semblante de Anna cambia de animado a triste–. Yo, me enamoré por primera vez hace poco, se llamaba Eli, era una chica muy bonita, con unos labios muy sensuales, un cuerpo maravilloso. –Anna se sonroja–, íbamos a la misma escuela, incluso estábamos en el mismo equipo de baloncesto, ella era muy buena, en realidad más que buena. –se le ilumina la cara y sonríe–. pensaba que yo también le gustaba, o eso me hacía creer, jugó conmigo, –su voz sonaba estar al borde de las lágrimas–. Por que días después de que nos besamos por primera vez, comenzó a salir con un tipo nefasto, el idiota de Joaquín, y justo tenía que ser él, el tipo que me odiaba, y al que yo odiaba…
Anna hizo una pausa más grande para tomar aire, y así poder controlarse, no quería llorar frente a Ximena.
––Joaquín me odiaba. –continuó Anna–, porque según él, yo le quitaba, a las chicas, era el galán de la escuela, un tipo chulo y fanfarrón. Pero bueno, al final, me ganó y se quedó con Eli. Espero te haya servido mi triste historia. ¿te sientes mejor?
––No, ahora no solo estoy preocupada y temerosa, también estoy triste, Anna, yo no te conozco tanto y la verdad es que la primera impresión que me distes es la de ser una cretina, pero estos días que hemos estado juntas, he podido ver algo de ti que no conocía, y creo que eres una persona que no merece ¡el trato que te dio esa mujer! –muestra algo de furia en sus últimas palabras.
––¿Gracias?, jamás pensé que dirías eso de mí, pensé que seguías odiándome.
––Si pensabas que te odiaba, ¿por qué me ayudaste? –preguntó Ximena.
––Por qué lo necesitabas. –respondió Anna. 
Se volvió a hacer silencio entre ambas, la situación seguía siendo incómoda, pero esta vez, se sentía diferente, se sentía una chispa, una chispa que les hizo mirarse y ponerse a reír.
––Veo que ya te encuentras mejor, ya hasta te reíste. –comentó Anna.
––Es por que no estoy sola, y es más fácil lidiar con los problemas cuando te encuentras acompañada, tal vez no se resuelvan, pero por lo menos te distraes, o tan sólo con la compañía basta. –dijo Ximena.
––Me alegra mucho que mi presencia te sirva de algo.
––¿La sigues viendo? –la pregunta de Ximena sorprendió a Anna, fue demasiado directa.
––No, claro que no, para no verla, me cambié de escuela, esa fue la razón por la que llegué cuando el semestre ya había empezado, Eli no solo era mi compañera de clases, también estábamos en el mismo equipo y vivíamos bajo el mismo techo. 
––¡Woow!, ¿Vivían bajo el mismo techo?, no imagino todas las noches en que compartieron cama. –la expresión de Ximena había cambiado tanto que se incorporó.
––No es lo que estás pensando, vivían más chicas ahí, además Eli y yo nunca hicimos nada más allá de besos, creo que no se atrevió a llevar tan lejos su juego. Pero lo que me impresiona es tu curiosidad y tu forma de pensar tan sucia, ¿crees que me follo a todas las chicas que conozco?
––En realidad sí, eso pensaba. –comentó con sorpresa y desánimo. 
––Lo siento, creo que te decepcioné, bueno, la verdad es que, si he estado con varias chicas, pero todas han querido hacerlo, jamás las presiono u hostigo, bueno, creo que tal vez solo una vez, creo que, en una ocasión, si me pasé, pero lo hice en broma, no pensé que accedería a mi chantaje, y lo hicimos. Cosa de lo cual me arrepiento, ahora ella piensa mal de mí. –se ve vergüenza en el rostro de Anna–. Pero bueno, yo también pienso mal de ella, así que tal vez no deba sentirme tan culpable por eso. –recordó lo que le hizo Esperanza y volvió la furia que tenía acumulada.
––¿Quién es?, ¿la conozco?, ¿va a nuestra escuela? –los ojos de Ximena se le abrieron como platos por la incertidumbre.
––Dios, eres una chismosa, ¿cómo crees que te voy a decir eso?, jamás hablo de las mujeres que me han dejado estar con ellas, me dan la oportunidad de mostrarse vulnerables mostrándome su cuerpo desnudo, dejando que yo acceda a su intimidad ¿y crees que yo rompería esa confianza que ellas depositaron en mí?, pues estas muy equivocada, eso me lo llevaré a la tumba.
––Lo siento, tienes razón. –Ximena agacha la cabeza como muestra de vergüenza–. A mi tampoco me gustaría que se ventilara mi intimidad, ni que hablaran de mi cuerpo.
––Pues sí, deberías estar avergonzada por pensar eso, y ya no quiero hablar de ese tema, deja de ser tan chismosa. –Anna se da la vuelta y se levanta de la cama.
––¿Te irás? –Ximena suena asustada, Anna lo nota y voltea a verla.
––¿Quieres que me quede a dormir en tu casa? –Anna se siente más cómoda con Ximena, y no desea ver a Esperanza.
––Por su puesto, solo si tú quieres. –la emoción es notoria en Ximena.
––¿Quieres que hagamos una pijamada y veamos películas? Ya que por ahora, tu no puedes hacer mucho, si hacemos una pelea de almohadas, seguramente ganaré y no quiero tener ventaja.
––Me parece bien, les diré al personal que preparen todo, puedes ducharte y tomar algún pijama o la ropa que quieras de mi clóset. –Se podía ver, que si el tobillo de Ximena estuviera sano, brincaría de la emoción.
La convivencia entre Anna y Ximena, resulto ser bastante amena y divertida, ambas conversaban y bromeaban, comían palomitas, nieve, pizza y todo lo que querían, se divirtieron viendo películas toda la noche, iniciaron con películas de comedia romántica y terminaron con películas de terror, acordaron que dormirían en la misma cama, para darse valor mutuamente al ver películas que les provocaban pavor. 
Pasaron una de las noches más increíbles de sus vidas, porque sabían que al día siguiente enfrentarían a personas que no deseaban enfrentar, trataban de olvidar por una noche todos los problemas, encerradas en esa habitación, no existía ni Esperanza, ni los padres de Ximena.



Las clases habían pasado muy lentas, estaba como desconectada, parecía que se encontraba en un sueño, en el que no era la protagonista, solo era espectadora, y no tenía mucho control de su cuerpo ni de su entorno y tampoco le importaba, divagaba entre los salones como si fuera zombi, una parte de ella se había desconectado. Las personas le hablaban, pero no entendía lo que le decían, solo asentía con la cabeza, hasta que se cansaban y la dejaban sola.
No había dormido en toda la noche, y durante el día no le había ido mejor, no podía concentrarse y tampoco podía enfrentarse a sí misma, sabía que necesitaba hacerlo, pero no sabía cómo, o no quería hacerlo, no quería saber lo que era en verdad, su única opción fue desconectarse hasta que las palabras de Anna dejaran de retumbar en su cabeza. ¿Cómo es que Anna había llegado tan al fondo de ella?, ¿Cómo es que esa advenediza tenía tanto poder sobre ella? Quería averiguarlo, pero tenía mucho miedo.
Miedo a que lo que le dijo haya sido verdad, ¿Realmente era una persona tan horrible y tan detestable?, no, no podía serlo, pero era verdad que estaba sola, era verdad que sus amigas la dejaron sola en cuanto Ximena se fue, parecía que en verdad su única amiga había sido Ximena.
Habían estado juntas desde niñas, habían sido cómplices de muchas travesuras, habían sido compañeras de escuela desde el preescolar, habían vivido juntas su primera pelea, su primera falta en la escuela, su primer beso. Se conocían todo en realidad, pero justo en estos momentos parecía que eran totalmente desconocidas, ¿Cómo es que en todo este tiempo no había conocido a Ximena?, ¿A Ximena realmente le gustaba Anna?, pero jamás había notado que a Ximena le gustaran las mujeres. 
La situación era cada vez más confusa entre más lo pensaba, pero tampoco se iba la voz de Anna, la martillaba a cada minuto, obligándola a ver en el abismo al que no quería ver, pensaba que Anna y Ximena estaban locas, que se habían inventado todo eso, ella no podía ser así como decían, si eso fuera cierto, eso la haría una terrible persona, y pensar eso era impensable, se obligaba a si misma a quitarse ese pensamiento de su mente, pero había una parte muy profunda dentro de sí misma que le decía que tenía que enfrentarse a esto, aunque le doliera. 
Se encontraba en una lucha interna, entre ver la verdad y huir de esta, la verdad era aterradora, enfrentar lo que realmente era le causaba un terror que no había sentido antes, un miedo que era indescriptible por más que se forzara a describirlo, el miedo la inundaba hasta hacerla temblar, llenarse de una tremenda ansiedad que la hacía querer levantarse y huir. La luz del faro parecía apagarse.

Cuándo se encontraba haciendo ejercicio se sentía mejor, ya no se sentía sola ni ansiosa, podía sacar toda esa energía reprimida corriendo, estaba más activa que otros días, se esforzaba en la práctica, seguía las órdenes de Esperanza sin rechistar, y guiaba al equipo de una manera formidable, todas estaban sorprendidas por ese cambio. Para Ariadna no existía nada más que el baloncesto, era lo único que le ayudaba a dejar de pensar en lo que le había dicho Anna.
Jugar baloncesto era algo que ya conocía, que amaba, y que no requería pensar demasiado, solo seguir órdenes, había practicado por tantos años, que ya su cuerpo conocía todas las jugadas sin que Ariadna le dijera que hacer.
Tampoco estaba interesada en discutir con nadie, o distraerse con alguna cosa, se encontraba totalmente enfocada en la práctica, estaba tan concentrada que no se dio cuenta de qué ya era tarde y la práctica estaba a punto de terminar, no quería irse, no quería estar sola, no quería pensar, se acercó a Esperanza con el fin de alargar la práctica o por lo menos charlar con ella.
––¿Podemos quedarnos unos minutos más? –preguntó Ariadna.
Esperanza la miró con desconfianza por unos segundos así que no contestó inmediatamente.
––No. –respondió como si la pregunta que le hizo Ariadna fuera absurda–. claro que no, sabes que tengo que cerrar el gimnasio, ya es demasiado tarde y ningún alumno debe permanecer en la escuela.
––¿Entonces podría hablar contigo por unos minutos? –Ariadna sonaba desesperada.
Esperanza volteo la cabeza para que Ariadna no la viera poner los ojos en blanco.
––¿Qué quieres Ariadna? –preguntó con fastidio.
Ariadna estaba dudosa en lo que le iba a responder a Esperanza, no sabía que decir y tampoco sabía que preguntar, lo único que sabía es que no quería quedarse sola, tenía que improvisar algo, pero lo único que tenían en común era el equipo.
––¿Ya sabes cuándo será el próximo partido? –Ariadna estaba dudosa.
––¿Realmente quieres saber éso? Después de lo mal que nos fué en los otros partidos dudo que tengamos algún otro. –Esperanza contestó con hastió y sin voltear a ver a Ariadna.
––Pero aún no estamos eliminadas del torneo. No se supone que para éso metieron a Anna. –se notaba la desesperación en Ariadna y en el rostro de Esperanza se notó como si le hubieran insertado un aguijón al oír el nombre de Anna.
––¿No te diste cuenta de que Anna esta fuera del equipo? –Volvió el hastió.
––No está fuera del equipo, solo la castigaste, y sí ese es el problema, pues quítale el castigo.
––¿Ahora qué te pasa? ¿Tu y Anna se han vuelto mejores amigas? –ya se nota la desesperación de Esperanza por irse.
––No, pero al parecer Ximena sí, además la necesitamos para jugar, creo que tendrás que meterla. –Ariadna ya no sabía que más decir, Esperanza no parecía interesada en platicar con ella.
––¿Qué dijiste? –Esperanza se giró y ahora si le puso atención Ariadna.
––Que regreses a Anna al equipo.
––No me refiero a eso, sino a que es amiga de Ximena.
––Pues Anna y Ximena tuvieron una fiesta ayer, hoy Anna no vino a la escuela, así que supongo que está con ella. –Ariadna estaba desconcertada por el interés que Esperanza mostraba por la amistad entre Anna y Ximena.
––¿En serio?
––Por su puesto.
––¿Tú la viste?
––¿A quién?
––¡A ANNA! ¿¡A quien más!? –Esperanza casi gritó, porque le desesperó la torpeza de Ariadna.
––Claro que la vi. –Ariadna titubeó, no sabía si contar detalles o no, recordarlo aún le dolía–. Incluso… –hizo una pausa–. se pelearon conmigo. –Ariadna tenía cara de puchero.
––¿Podrías llevarme a la casa de Ximena? –Esperanza ignoró por completo la tristeza de Ariadna y se centró en la furia que sentía por Anna.
––Sí claro, pero yo no te puedo acompañar a su casa, tengo prohibido entrar.
––¿Qué? ¿No se supone que son amigas? –Esperanza estaba incrédula.
––Pues… –volvió a hacer una pausa–. Ayer Ximena me echó de su casa y me prohibió volver. –Ariadna agachó la cabeza porque estaba avergonzada.
––¿Las dos te echaron de la casa?
––Pues, sí, sé que no es la casa de Anna, pero también quería que me fuera.
––Esto está muy raro, desde ayer Anna no me contesta las llamadas ni mensajes y todo porque se la ha pasado en casa de Ximena. –Esperanza no se había dado cuenta que estaba pensando en voz alta.
––¿Qué? ¿Por qué le marcarías a Anna?, ¿Quieres que vuelva al equipo?, creí que no querías que volviera.
Esperanza se dio cuenta de lo que había hecho y se llenó de pavor, Ariadna no podía descubrir lo que le pidió hacer a Anna, trató de concentrarse y dar la mejor respuesta que podía.
––Sí, sí, en realidad es éso, quiero que vuelva, pero es demasiado rebelde, no me contesta, ¿Cómo puedo trabajar con ella si no coopera? –Esperanza se sintió aliviada. 
––Bueno, si es eso vamos, yo te llevo, no le hagas caso a Anna, seguramente está enojada por lo que le hiciste, pero entenderá. –Ariadna se alegró, porque así no estaría sola, aunque fuera solo por un rato más, y tal vez, en un futuro, podría hacer que Ximena le vuelva a hablar. 
Esperanza se quedó pensando por unos minutos, meditaba todo lo que estaba pasando, ¿Cómo es que ahora Ariadna la ayudaba a ella?, ¿Cómo es que Anna y Ximena se hicieron tan amigas, como para dormir juntas?, ¿Qué rayos le pasaba a Anna para hacer todo esto?, ¿Por qué demonios no le contestaba el maldito teléfono?, ¿Y cómo es que ahora el dúo inseparable de Ariadna y Ximena se había separado?
Nada de esto tenía sentido, ¿Cómo había cambiado todo tan rápido? ¿Ahora Ariadna y ella se harían mejores amigas? No, esto era imposible, pero tenía que averiguar qué era lo que estaba pasando.
––Muy bien, llévame a la casa de Ximena. –salieron del gimnasio y se subieron al vehículo de Esperanza.


















Cuatro balones fuera de la canasta.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora