La furia, el odio y el dolor la tenían invadida, quería regresar y gritarle a la cara tantas cosas que no se había atrevido a decirle, quería decirle como se sentía y todo el daño que le había causado, se mordía los labios de las ganas de decirle todo lo que su pecho guardaba, pero a pesar del dolor que sentía, no deseaba causarle daño, aunque una parte de ella, si lo deseaba, deseaba que Eli se sintiera tan miserable y tan horrible como en estos momentos se sentía Anna.
Había confiado en Eli, por primera vez se había enamorado, se había entregado completamente a ella, después de tanto huir del amor, y después de refugiarse en tantas relaciones superficiales por miedo a ser traicionada y ser lastimada. Su mayor miedo se había hecho realidad, estaba llorando de forma desconsolada, sentía dentro una desolación y un vacío.
Estaba deprimida, sentía que nadie más volvería a quererla y jamás volvería a querer a nadie, si la primera persona en la que había confiado la había traicionado, ¿entonces que podía esperar de las demás personas?, Eli fue la primera persona con la que se abrió, la persona a la cual le confiaría su vida, y haría cualquier cosa que ella le pidiera. Pero en lugar de atreverse a hablar con la verdad y decir que no estaba lista, fue corriendo a refugiarse en los brazos de Joaquín, y le contó todo, todo lo que para Anna era sagrado.
No se sentía capaz de amar a otra mujer, ni siquiera tenía ganas de volver a hablar con alguna, ya no le interesaba coquetear con nadie, su galantería se había terminado, su entusiasmo por interactuar con las chicas estaba fenecido, su seguridad estaba hecha trizas, la confianza en sí misma se había fugado, después de hacer un mal trabajo, y haber confiado en alguien que no lo merecía como Eli, alguien que la apuñaló por la espalda.
Lloraba a lagrima viva, ¿como podía volver a confiar en las personas?, si a Eli, la persona que más quería en este mundo le importaba un carajo como se estuviera sintiendo en estos momentos. En esos momentos se sentía la persona más sola del mundo, nunca antes había experimentado ese tipo de soledad, no importa si estaba rodeada de personas, se sentía sola y desértica, abandonada, desolada, se sentía miserable, incapaz de merecer tener a alguien a su lado.
Sentía que no valía nada, Eli le había escupido en la cara y le había demostrado que, para ella, Anna no valía nada, que nada de lo que Anna podría brindarle valía la pena arriesgarse o si quiera darle una oportunidad. Eli no la había valorado, y nada de lo que Anna había hecho por Eli importaba, sus esfuerzos, su dedicación, su amor, su protección, su bondad y su honestidad, eran inferiores a todas las miserias, manipulación, deshonor y desamor que Joaquín podría brindarle, pero Anna no podía hacer nada, si Eli consideraba que la mierda que le ofrecía Joaquín era más valiosa que el amor puro que le ofrecía Anna, eso era cosa de ella, en la que Anna no podía interferir, nada más que aceptarla.
Y así siguió Anna, pensando, ¿en qué momento se había equivocado?, ¿en la razón por la que había confiado en Eli?, ¿en la razón por la que se había enamorado de ella?, solo era otra niña tonta más, no tenía nada de especial o nada que la diferenciara de forma espectacular de alguna otra, pero aun así se había enamorado, y le había otorgado a Eli el sitio más importante en su corazón y más relevante en su vida, a pesar de ser una chica ordinaria, Anna a sus ojos la volvió extraordinaria.
Creyó que Eli le correspondía, o eso le daban a entender las acciones y actitudes que Eli hacía, ¿Cómo es que Eli había cambiado tan de repente?, quería confiar en ella, pero todo su comportamiento solo le daba a entender que la había engañado, y había jugado con ella. Tal vez todo había sido un plan de Joaquín, el que Eli aceptara la coquetería de Anna, el que Eli fingiera interés en Anna, el que Eli fingiera que sentía celos por Lucia.
Anna había sido embaucada por Eli, había caído como una novata, había confiado en Eli, había caído en todas sus mentiras, creyó completamente todo el teatro que Eli y Joaquín habían creado para burlarse de ella, y para que por fin Joaquín tuviera su venganza por haberle robado según él, el amor de Lucia, como si el amor pudiera ser robado.
¿Cómo pudo haber sido tan tonta para caer en las mentiras de Eli?, ¿Por qué no se dio cuenta antes?, sentía que nunca se perdonaría el haberle creído, siendo Anna tan lista y con tanta experiencia, era una completa estupidez la que había cometido, nunca nadie antes la había engañado. Esto había sido un golpe directo al ego, un golpe en la soberbia y en la galantería que creía que tenía, Anna se creía irresistible e infalible, pero no lo era y ya lo había comprobado.
Las dudas, la culpa, el rechazo y el desamor la atormentaron durante varias semanas, las primeras dos semanas viviendo en su nuevo departamento y estudiando en su nueva escuela, las vivió en automático, como si fuera un zombi, mas adelante las recordaría como si esas dos semanas hubieran ocurrido hace mucho tiempo, o como si hubiera sido un sueño.
No recordaba muchas cosas, ni como había organizados las cosas en su nuevo departamento, la mayoría de sus cosas seguían en las cajas, y casi no comía. Iba a la escuela, hacia lo que le pedían que hiciera, no hablaba con nadie, no iba a la cafetería a desayunar, y tampoco se bañaba, sus compañeros comenzaban a hablar de ella, porque su apariencia estaba llegando a ser como una indigente, la creían un bicho raro asocial. Pero la verdad es que, en esos momentos, Anna, no estaba siendo Anna, era alguien más, menos ella.
Inclusive aunque ya llevara varias semanas en su nueva escuela no había intentado entrar al equipo de baloncesto y eso qué el baloncesto era lo que más amaba en su vida, pero Anna estaba destrozada, estaba más que triste, estaba hundida en un foso profundo de soledad y desesperanza, ya nada la motivaba, y no podía sentir pasión ni alegría por nada, su vida carecía de sentido, y aunque su mente sabía que era una chica talentosa, atractiva y maravillosa, Anna se sentía toda una estafa, sin valor, sin amor, un cero a la izquierda.
A pesar de tener una familia y una madre que la amaba incondicionalmente, Anna se sentía más sola que nunca, más aislada de las demás personas, se sentía una tonta y una estúpida, que no merecía tener a nadie en su vida y nadie debía amarla. No había valido la pena esperar todo este tiempo que perdió para hacer que Eli la amara.
Sentía que no era esa chica fenomenal, grandiosa, inteligente e irresistible que creía que era, que todo lo que creía de su vida y de si misma era falso, que en realidad todas las chicas que habían salido con ella, salieron solo por lástima, estaba vacía por dentro y los demás lo notaban, se compadecían de ella y la dejaban ganar.
Era todo un fraude, una perdedora, que jamás llegaría a ser alguien en la vida, era una completa estúpida y no se había dado cuenta, una inútil sin futuro, que nadie la quería y que nunca nadie la querría, ¿Quién se atrevería a querer a una perdedora como ella?, un hoyo negro que todo lo que tocaba lo destruía, no merecía ser amada por nadie, no debería ser ayudada por nadie. Es en este momento de su vida en que más necesitaba tener a alguien a su lado, pero también era el momento en que más se negaba a pedir ayuda, jamás volvería a necesitar ni a amar a nadie.
Sentía que su vida y existencia no valían la pena, solo era un estorbo que causaba problemas, probablemente Eli se había dado cuenta, y por eso la rechazó y la cambió por Joaquín, tal vez en el fondo Joaquín era mejor persona que ella y había sabido ganarse el amor de Eli. A lo largo de su vida había tenido problemas con muchas personas, tal vez ellas tenían razón en odiarla.
En estos instantes Anna se odiaba a ella misma, y no quería seguir respirando, iba a la escuela y hacia sus deberes por no preocupar a su madre, ya bastantes problemas le había dado a lo largo de su tortuosa existencia, y su madre la había apoyado en todo momento, así que este era el justo momento de devolverle el favor a su madre.
Debía seguir por ella, porque se lo debía, no le causaría un dolor tan grande a su madre, no otra vez, no sabía que haría, no sentía que podría salir de esto, pero haría lo que fuera necesario para volver a ser la Anna que era, aunque no sintiera interés de hacer nada. Se levantaría y le demostraría a Eli, lo idiota que fue por haberla cambiado por Joaquín, se aferraría al dolor y odio que sentía por Eli, y buscaría la forma de vengarse.
Un día después de tantas semanas sintiéndose miserable, se levantó temprano, buscó en el desordenado closet alguna ropa deportiva que no estuviera hedionda y se la puso, también buscó sus viejos tenis y se los calzó, se dirigió a la puerta, y comenzó a trotar, poco a poco su cuerpo fue recordando lo que era tener actividad física, entonces su cuerpo se acostumbró al movimiento, ya se encontraba lista para correr.
Siguió corriendo hasta que se olvidó de lo terrible que se sentía, y por unos instantes olvidó también a Eli, justo en esos momentos no importaba nada más que seguir corriendo, así continúo hasta que terminó agotada. Regresó a su departamento, se duchó, desayunó, por primera vez, se sentía lista para ir a su nueva escuela.
Llegó muy temprano a la escuela, y se dirigió al gimnasio, dentro, no había nadie practicando, era demasiado temprano, para que alguien estuviera ahí, buscó algún balón que estuviera disponible, y comenzó a encestar. Metió la primera canasta, y a su mente regresó la sensación que sintió la primera vez que había tomado un balón en sus manos, recordó su niñez, y se volvió a sentir poderosa y segura de sí misma, siguió encestando hasta que una voz la interrumpió.
––¿Qué estás haciendo? ––la voz provenía de la oficina del entrenador, pero esa voz no era masculina, era una voz dulce, pero determinada, como si supiera que ella mandaba ahí.
Anna giró a donde provenía la voz, y cuando supo de quien era, se quedó pasmada, por unos segundos no contestó, solo se le quedó mirando con la boca abierta. Y es que esa mujer era Esperanza, el crush de Anna, la mujer que siempre le había gustado, pero que jamás pensó que algún día se encontrarían juntas en el mismo lugar, luego de unos breves instantes que se sintieron eternos, Anna contestó.
––Eh, eh, eh, estoy practicando. ––tartamudeo un poco, era mucha la conmoción en Anna como para que pudiera reaccionar adecuadamente.
––Pero tú no eres parte del equipo, no deberías estar aquí. – Esperanza, parecía molesta por la respuesta tan infantil de Anna.
––Es que quiero entrar al equipo. –respondió Anna con algo de pena.
––Debiste ir a mi oficina y no tomar un balón sin permiso.
––No sabía que se encontraba aquí, como es demasiado temprano, por eso. –se excusó Anna.
––Aun así, debes cerciórarte si estoy en mi oficina, además, las inscripciones para entrar al equipo ya pasaron, tú ya no puedes entrar. – Esperanza, seguía rígida por esa intromisión.
––¿Qué es lo que realmente te molesta tanto? –preguntó Anna.– no creo que sea solo porque tome un balón que no estaba siendo ocupado.
Anna la miró directamente a los ojos, pero no a manera de reproche, sino con una curiosidad genuina y con ternura, Esperanza era una persona a la que admiraba, y dentro de Anna se sentía feliz por conocerla, aunque sea de esta manera.
––Tienes razón, disculpa, me excedí, pero es verdad que debiste pedirme permiso primero, lo que pasa es que tengo mucha presión en el trabajo. – Esperanza, frotó su cabeza con desesperación.
––¿Esa es la razón del porqué te encuentras tan temprano en la escuela? –preguntó Anna mientras sonreía.
––¿Y cuál es tu razón para que estés aquí tan temprano? – Esperanza le devolvió la sonrisa, mientras le quitaba el balón y encestaba.
––Luces mucho más hermosa cuando sonríes, pero esa no es la razón de que esté aquí. Me encuentro aquí porque quiero entrar al equipo de baloncesto, no mentía cuando te lo dije. –Anna, rodeaba el cuerpo de Esperanza intentando quitarle el balón, y parecía que su coquetería había vuelto.
––llegas demasiado tarde. –Esperanza respondió con tristeza.
––Pero, sí acabo de transferirme a esta escuela, yo no sabía de las inscripciones. Te puedo demostrar que soy buena en lo que hago. –una sonrisa se dibujó en el rostro de Anna.
––Te creo, estuve viendo cómo te mueves en la duela. Pero no puedo ayudarte, las reglas son muy claras, si yo te acepto, me genera muchos problemas con el equipo. Tendrás que esperar hasta el próximo año, o puedes buscar a la directora plantearle tu situación y ver que te dice. –la cara de Esperanza parecía triste porque Anna tenia talento y le agradaba de verdad.
––Me encantaría poder jugar este año con ustedes, tengo muchas ganas de ganar. –Anna apretó sus labios y sus puños con furia–. Espero poder convencer a la directora.
––Ya la convenciste de que te aceptara sin ser inicios del año escolar, así que no creo que sea un problema para ti convencerla de que entres al equipo, claro, siempre y cuando seas buena. – tanto Anna como Esperanza rieron porque era obvio el talento que Anna tenia.
Esa misma tarde Anna fue en busca de la directora, después de esperarla unas cuantas horas, la atendió, Anna tuvo la oportunidad de plantearle su situación, a la cual la directora rápidamente accedió.
––Sabes que estaba esperando que vinieras a verme desde hace semanas. Tu madre habló conmigo y me prometió que en ti tendría a una excelente jugadora, que nos harías ganar el campeonato, esa fue la razón por la que te acepté en mi escuela, y al ver que no venías, quede profundamente decepcionada de ti. Espero que ahora recuperes el tiempo perdido, y te incorpores al equipo de forma inmediata, los partidos ya empezaron, y no vamos muy bien, necesito que me ayudes, y ayudes al equipo a ganar. Puedes retirarte.
Anna abandonó la dirección, un poco confundida, por una parte se sentía afortunada de que no tuviera que rogar por una oportunidad de jugar en el equipo, y por la otra se sentía culpable por no haber podido superar su depresión antes. Pero ahora que lo había hecho, se esforzaría demasiado para poder ganar, su prioridad seria la escuela y el equipo.
Ahora podría regresar con Esperanza y darle la buena noticia de que la directora había accedido a que Anna entrara al equipo de básquetbol y sin la necesidad de hacer alguna prueba para probar sus habilidades, quien sabe que le habrá contado su madre a la directora, que solo la admitió por su talento en el baloncesto, pero Anna después de mucho tiempo por primera vez se sentía feliz.
Al día siguiente Anna llegó muy temprano a la cancha, tenía que ver a Esperanza, tenía que contarle todo y lo fácil que fue. Llegó a su oficina, la puerta estaba abierta, pero aun así tocó, despacio, no deseaba asustarla y la saludó.
––Hola Esperanza, Buenos días. ¿Cómo te encuentras? –Anna seguía en la puerta.
––Hola Anna, estoy bien gracias, y ¿tú? –Esperanza había levantado su cara de los documentos que tenía en las manos.
––Me encuentro muy bien y con buenas noticias, la directora me dijo que me incorporara de inmediato al equipo de baloncesto. –Anna estaba muy emocionada y sonreía como loca, quería celebrarlo con Esperanza.
––Anna, lamento decirte que no fuiste la primera que me lo dijo, la directora me hizo llegar un oficio dando me la orden de incorporarte al equipo. –Esperanza se incorporaba y se acercaba a Anna para felicitarla.
Esperanza la abrazó, lentamente, como si fuera un abrazo incómodo y fugaz, como si fuera la primera vez que abrazara a alguien.
––Gracias. –dijo Anna–, ahora, ya puedo practicar con ustedes, ¿a qué hora son los entrenamientos?
––Son al salir de clases, pero si gustas puedes llegar antes y comenzar a practicar ¿Qué posición juegas? –Esperanza se notaba feliz, pero trataba de disimularlo.
––En mi anterior equipó era escolta, pero puedo jugar cualquier posición. –contestó Anna con orgullo.
––No lo dudo, pero te falta altura para ser pívot, creo que podrás ocupar cualquier posición menos pívot. –Esperanza se quedó pensativa– ¿Por qué no intentas seguir jugando como escolta y luego ya vemos?, Ariadna es la capitana del equipo y es la base, es muy buena, pero no creo que desee abandonar esa posición por ti.
––Eso es porque Ariadna aun no me conoce. –Anna le guiñó el ojo a Esperanza, coqueteando descaradamente.
––Tranquila, no te apresures, Ariadna no es de tu tipo. –Esperanza dejó de sonreír.
––¿Y tú si lo eres? –Anna volvía a ser directa como una flecha.
––¿Sí sabes que técnicamente soy tu maestra? –la sonrisa regresó al rostro de Esperanza.
––Ambas sabemos que eres demasiado joven para eso. Hace poco era solo una jugadora más. –Anna, ya tenía un nuevo objetivo en mente.
––Deja la coquetería de lado, soy tu entrenadora, y las ordenes las doy yo. No quiero que ocasiones problemas entre las jugadoras de este equipo, se nota que lo tuyo es arrasar con todas las mujeres, pero te vas a controlar, ¿está bien? –Esperanza se puso seria, tomó de los hombros de Anna y la miró a los ojos.
––¡Si prometes corresponderme!, ¡solo voy a arrasar contigo!
Anna tomo la mano derecha de Esperanza que se encontraba en el hombro izquierdo de Anna, poco a poco la fue deslizando sobre su brazo hasta llegar a su mano izquierda, la mano resbalaba tan lento que casi hacia que Esperanza acariciara su propio brazo.
La mano de Esperanza se encontraba atrapada entre las dos manos de Anna, la sujetaban con tanta delicadeza que por un momento Esperanza sintió que las manos de Anna temblaban, luego comenzaron a acariciarla haciendo círculos en su palma.
A estas alturas las tres manos comenzaron a sudar, pero esto hizo que los dedos pudieran escurrirse con facilidad para enlazarse entre sí con fuerza. Mientras Anna y Esperanza solo podían verse entre sí.
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Cuatro balones fuera de la canasta.
RomansaAnna, una adolescente, con grandes habilidades para el baloncesto además de ser abiertamente lesbiana, llega a vivir a un departamento ocupado solo por chicas, las cuales son sus compañeras de equipo, Anna tendrá que conocer a sus nuevas compañeras...