4. Aléjate de mi

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—Hoy llamé a mamá y creo...—no me dejó concluir.

—Arya, ¿lo sabes, verdad?

Su rostro se llenó de preocupación. Él ya lo sabia.

—¿Lo sabías?.- no pude evitar llenarme de coraje—Sabías que ya tiene una nueva familia.

Sé que esto para él también era difícil, pero nada le quitaba el derecho a contarme la verdad.

—Te lo iba a decir pero no encontré el momento—añadió sosteniendo su taza de té y poniéndose de pie. Tenía la intención de acercarse a mi pero di un paso atrás.

—¡No soy una niña!—grité enfadada— ¡Maldita sea!—Había dejado una vida ya hecha en California para no alejarme de él y lo que hizo todo este tiempo es exactamente eso. Mentirme y actuar como si no pasara nada.

—Tu madre me contó que estaba embarazada de su nueva pareja, el español que le dio trabajo y no tuve opción para decirte que no estaba en sus planes volver con nosotros.

—Pero... pero ustedes siguen casados. No puede hacerte eso—me tembló la voz.

—Me pidió que inicie el trámite de divorcio—suspiró cabizbajo, tenía la mirada perdida en la taza que sostenía en manos—Tenía un poco de esperanza, creí que volvería por ti, por nosotros.Aún no lo he iniciado pero ella tendrá que venir a firmarlo, no pienso pagar un dolar más por un estúpido tramite.

—Decidió largarse—agregué.

No me sorprendería enterarme que sus planes no eran buscar empleo y salir adelante. Si no buscar una nueva familia, siempre había sido impaciente por las cosas que no le gustaban y buscaba cambiarlas pero nunca creí que entre eso estábamos papá y yo.

—¿Por qué no me contaste de esto antes?— pregunté. Mi voz era decaída—¿No confías en mi?

—Cariño, eres mi motivo de vida—dijo dulcemente mi padre—.No quería hacerte daño. Perdón— dio un paso hacia adelante y fue inevitable no correr a sus brazos. Era mi héroe, ahora y siempre. Me sentía mal por haberlo juzgado sin saber el por qué.

Cocinamos algo improvisadamente y pese a haber cenado en casa de los Ivanov, acompañé a papá mientras reíamos de sus anécdotas como el nuevo gerente de la sede de la ciudad. Siempre había sido un amante del futbol pero mamá y él me tuvieron muy jóvenes. Él tuvo que buscar un trabajo estable, renunciando a su mejor época de deportista.

Otro día en el instituto. Me sabía los temas como si de mi vida se trataran, tenía la mente en otro lado. Pensaba en mi familia y mis antiguos amigos. Los extrañaba muchísimo.

—¿A dónde tan concentrada?—susurró Sebas sentado a mi lado.

—Todos estos temas los se de memoria—bufé.

—Mejor, así me podrás ayudar con el examen que se aproxima. Siempre me va mal en este curso.

—No hay problema—sonreí. No soy una genio pero las matemáticas eran mi fuerte y no tenía problema con ayudarlo.

No había visto a Aleksander en todo el día lo cual me tranquilizaba, pero algo dentro de mi estaba ansioso por querer saber donde estaba. Le pregunté a Juanpa ya que es alguien que tiene una vibra increíble, de esos en los que puedes confiar a simple vista. Aleksander faltaba a clases cuando se iba a desestresar con cualquier chica, en este caso suponía que era su novia.

A la hora de retirarnos a casa me crucé con Mar y su grupo de amigas. La rubia tenía una mirada triste y era el centro de atención, pero ¿Dónde estaba Aleksander si no está con ella?. No hemos vuelto a hablar después de lo que pasó ayer. Ideas de lo que podía estar haciendo me invadían la cabeza.

Cartas para AryaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora