Tomé aire y me puse la pijama, mis sábados casi siempre eran así, no los disfrutaba realmente como me gustaría.2 llamadas perdidas y 7 mensajes no leídos de:
Fernanda Williams:
- ¿Dónde estás?
- ¿Estás estudiando? ¿Sábado?
- Si no me respondes en un minuto esta amistad habrá llegado a su fin😡
- Hola🙃
- ¡Respóndeme! ¡No me creo que no estes aquí!
- 20 W 52nd St. (Dirección de Lucas)
- Por cierto, la reunión surgió hoy, vennnnArya:
-Lo siento, he estado con el móvil en el culo, y silenciado. Es muy tarde y no creo poder ir, diviértete!Fernanda Williams:
- ¡Tienes que venir! Son las últimas semanas antes de los exámenes parciales 😕
- No quiero ser chismosa pero Aleksander ha traído a un perrito de encanto...¿El Aleksander que yo conozco?
No habíamos discutido, pero le pedí que me traiga a casa para curarle las heridas y no quiso bajar del auto así que nos pareció lo mejor que se lleve a casa a Franckie (sí,así hemos decidido llamarlo). No tenía argumentos para explicarle a papá como me habían regalado a una mascota así.
Estaba triste y aún con culpa por verlo de esa manera, no podía creer que había ido a una fiesta de los de nuestra generación aún así no solo por los golpes, si no por lo rápido que llevaba todo, ayer aún habían enterrado a Devin.
No tardé demasiado en alistarme y ya estaba de camino a casa de Lucas, un condominio privado de departamentos que parecían mansiones, sin exagerar, enormes paredes blancas, decoradas por árboles cortados de manera esplendida y un precioso jardín, cada hogar tenía estacionado entre tres y cuarto autos de alta gama en su respectiva cochera, y ahí estaba yo, llegando en un taxi de aplicativo.
Busqué con la mirada el número de casa, 119, una ligera bulla provenía de una esquina del condominio,con ventanas revestidas de mármol blanco y celeste pero no de manera exagerada, supongo que es lo suficiente para disfrutar y no provocar quejas de tus vecinos.
Rápidamente busqué en mi bolso dinero para pagarle al taxi y se fue, dejándome parada frente a la puerta de la casa de Lucas. Dos grupos de otra clase estaban conversando entretenidamente en la terraza, ni notaron mi presencia lo cual agradecí. Me mordí el labio y toqué el timbre.
Cinco segundos después Fer me recibió como siempre lo hacía, con los brazos abiertos y una sonrisa que me encantaba, era una persona que deleitaba locura. Claro está que cuando no la conoces podrías jurar que no mata ni una mosca, pero mi amiga es la persona mas observadora en secreto y elocuente cuando se lo permite.
Tomé una bocanada de aire cuando nos separamos de un abrazo como si no nos hubiéramos visto por años y entrelazo mi brazo con el suyo.
—¡Joder, que preciosa eres! Si el ojioro no te valora pues yo me saltó la fila—confesó. Reí ante el apodo que le había puesto a Aleksander, no se conocían pero Fer lo había examinado detalladamente y juraba que terminaríamos casados.
—Te quiero—sentí cada palabra.
—Venga, aún no estás borracha y ya estas enamorándome, le voy a las chicas pero tu estás viviendo tu pesadilla con Aleksander—me guiñó un ojo haciéndome reír.
Continuamos caminando hasta la cocina, había más gente de lo que creía, vasos llenos de trago sobre la mesa y ceniceros también, no me apetecía fumar, cuidaba el blanqueamiento dental que me había hecho hace un año.
Lo busqué con la mirada al hacer una parada rápida en cada espacio de la casa, en el living, las escaleras donde estaban algunas chicas aprovechando la oscura iluminación para estar a ¨solas¨ con sus conquistas de la noche, la cocina dónde no había más que una pareja fajando y fuimos a servirnos un poco de tequila.
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Cartas para Arya
Novela JuvenilEl regreso inesperado de Arya a New York, no procuraba poner de cabeza la vida de Aleksander. Si no lograste desprenderte del todo de alguien, desprenderte de su presencia. Quizás no deberías haberte ido nunca. Aunque un secreto familiar se oponga...