9. Cuenta regresiva

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La noche del día siguiente, estábamos en un café cercano al Times Square. Aleksander y yo, esperando a Sebas. No podía evitar mirar a todos lados para ver si alguien nos estaba observando, una extraña sensación de culpa empezó a apoderarse de mi, en uno de mis intentos de arreglarme el cabello veo de lejos acercarse al chico del pelo negro con una sonrisa encantadora, aún así no tan hechizante como la de Aleksander. Me aferro a la mano cercana de él, clavándole inconscientemente las uñas en ella.

 — Arya...estás a tiempo de dar marcha atrás— pronuncia— por favor.

— Todo saldrá bien —digo en un intento de convencerlo. 

Sebas llegó a nuestra mesa, con el saco mojado por la inmensa lluvia de la ciudad, se sienta frente a nosotros y luego de un incómodo silencio decide romper el hielo. 

— ¿En qué les puedo ayudar?.— me repasa con la mirada y le lanza un vistazo de complicidad a Aleksander. Trato de silenciar la vocecita de mi interior,  que me pedía no hacerlo. Estaba roja por la vergüenza, agradecería que Aleksander sea quien le pida el favor pero su mirada solo me pedía que nos larguemos del lugar. 

Tomé un largo suspiro.

— Hola— lo saludo—. Supongo que Aleksander converso contigo ayer— Sebas mofó.

Unos minutos después de explicarle la liosa relación de Aleksander con mi padre, brevemente. Me incliné al lado que más me interesaba saber la respuesta, abrió los ojos como platos al oírme decir la estupidez más grande que se me pudo pasar por la cabeza. Da igual lo mucho que me haya esforzado por rebuscar las palabras perfectas para describir la situación, era una barbaridad.

Él pareció querer huir de ahí, hasta que dijo algo.

— Un momento...¿tú no estabas con Mar?.— preguntó en dirección a Aleks.

Si la curiosidad ya me estaba matando por querer saber que era lo que Aleksander tenía que hablar con Sebas, en estos momentos podría matarme sin ningún problema.

Lo mire avergonzada. 

¿Eso era lo que le tenía que decir?

Pero eso pareció descolocarlo por completo, él pareció querer matarlo por un momento. Pero matarlo con la mirada, si eso fuera posible.

— No— dijo relajando los músculos de sus fuertes brazos, estaba tan tenso de lo que yo estaba de sorprendida. 

— Entonces... ¿están juntos?.— preguntó Sebas y Aleksander enseguida me mira. — Oh, no lo están.

Me quedo inmóvil por su pregunta, sabía que no teníamos una relación,  era pronto. No tenía etiqueta. ¿Por qué estaba siendo tan irritante?

De pronto se oye el ruido de la silla que está a mi lado, Aleksander se pone de pie y me sujeta de la mano, su mirada lo dice todo. Hasta donde yo sabía, ellos eran buenos amigos, considero en hacerle caso pero me ponía en los zapatos de Sebas y tal vez lo que necesitaba era una explicación más detallada. Presiono con suavidad su mano y entrelazo mis dedos con los suyos con la esperanza de calmarlo. 

— ¿Te das cuenta de lo que te está obligando a hacer?

Veo de reojo a Aleksander, la expresión de su rostro se intensifica cada vez más conforme pasan los minutos. 

— De hecho... la de la idea fui yo.— admito mirándolo directamente. Un gesto de sorpresa se dibujó en su rostro, podría asegurar que se estaba decepcionando de mi. 

 — Por Dios, Arya.— baja el tono de voz—.Cómo puedes permitir que alguien permita compartirte de esta manera.

— Nadie la está compartiendo. Yo no la estoy compartiendo.— dijo en el mismo tono Aleksander. —Si no te da la gana de hacer el favor, esto termina acá— soltó de golpe.

Cartas para AryaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora