Baile de heridas

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— Ni se te ocurra—le advertí. Pero a él pareció importarle muy poco mi opinión ya que soltó una carcajada delante de toda la clase mientras se sentaba a mi lado, ocupando el sitio de mi amiga.

Fernanda llevaba tardándose más de lo usual en el tocador, si estuviera en el salón no dudaría en preguntar que estaba pasando.

— ¿Qué se le ofrece a la niña abandonada?—susurra.

— Un poco de respeto no vendría nada mal—suspiré irritada por su comentario.

Me dañaba en lo más profundo oírlo llamarme así, pero no le iba a demostrar debilidad. No quería que me pase lo mismo que a Sydney.

A Sebastian se le esfumó la sonrisa del rostro y buscó entre todos a alguien que pudo haber oído el ridículo apelativo. Me volvió a mirar con prisa y me quitó el bolígrafo de la mano.

— Ni siquiera lo pienses—me advirtió al ver como se distanciaban mis labios tratando de llamar a la profesora.

— Vuelve a tu lugar o grito, no quiero tenerte cerca.

Mierda, ¿por qué Fer se tardaba tanto?

— Faltan pocos días para la entrevista de universidades—dijo de pronto en un tono persuasivo.

— Lo sé—sonreí sin evitarlo. Si mis planes salían como los he esquematizado, incluso podría convencer a Aleksander de buscar una plaza en la misma a la que yo iría.

— Esa sonrisa me gusta—dijo y la quité de mi rostro—.Lo hace todo más interesante.

— ¿Qué tiene de interesante para ti?

— Absolutamente todo—me cortó mientras apoyaba el mentón sobre el mueble con su mano llena de anillos color plata.

Mi mirada resbaló por la de él mientras sentía un cosquilleo al presentir lo que estaría a punto de decir.

— ¿Qué dices?

— Vendrás esta noche con tu padre al resort y seguirás fingiendo que estás enamorada de mi—se tiro del labio inferior para mordérselo, los tenía demasiado resecos y agrietados.

— No. No lo haré— volví la mirada hacia el ecran.

— Entonces Arya, te enviaré todos los datos saliendo de clases—añade para despedirse al sentir la presencia de Fer.

Una hora después de haber llegado a casa su mensaje con instrucciones había dejado en claro como tendría que salir el viaje. Y lo peor de todo fue el chantaje que usó para asegurarse de ponerme entre la espada y la pared.

Decirle a Aleksander sobre el escape de la ciudad que tendría con mi padre por su cumpleaños fue más sencillo de lo que había calculado. Desconectados, y tratando de mantenerme lejos de cualquier medio de comunicación, un viaje de padre e hija a Connecticut, el estado en donde pasó mi padre toda su infancia.

Diviértanse lo máximo y no olvides de llevar tu medicación (es mejor prevenir), te amo!!

¿Qué hice de bien sin darme cuenta para que merezca a este hombre?

— ¿No será sospechoso que ambos no estemos un fin de semana en la ciudad?—trataba de no morderme las uñas por completo mientras esperábamos el visto bueno para abordar al jet privado del padre de Sebastian. No llevaba más que una carry on al igual que mi padre.

— Para nadie es sorpresa que hago viajes cortos cuando los considero necesarios.

— ¿Y cuando pasa eso?

Cartas para AryaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora